El Papa en la audiencia: que el matrimonio sea un "nosotros" con el Espíritu Santo
Desde la plaza de San Pedro expresó el dolor por los conflictos en el mundo y sus estadísticas de muerte, como la "cifra aterradora" de las inversiones en armas. Sobre Juan Pablo II, cuya memoria se celebró ayer, dijo que "era el Papa de las familias". Los esposos estuvieron hoy en el centro de la catequesis sobre el Espíritu Santo: "La pareja humana como realización de la comunión de amor que es la Trinidad".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Una “cifra que debe asustarnos”. Con estas palabras el Papa Francisco concluyó esta mañana la audiencia general en San Pedro, e invitó a mirar las inversiones más rentables e históricamente sólidas "en fábricas de armas" como una prueba evidente del mundo de hoy - con todas las guerras y sufrimientos que azotan sin descanso -”, que permiten “ganar dinero con la muerte”. En su último informe, el Sipri de Estocolmo calcula que en 2023 esta montaña de dinero ha sido de 2.443 millones de dólares a nivel global, una cifra que nunca antes se había alcanzado en el mundo y supone un incremento del 6,8% respecto al año anterior. “La guerra no perdona; la guerra es una derrota desde el principio. Recemos al Señor por la paz, para que nos dé paz a todos, a todos nosotros", concluyó el pontífice cuando se dirigió a los fieles de habla italiana.
“Hermanos y hermanas, ¡oremos por la paz! Hoy, a primera hora de la mañana, he recibido las cifras de los muertos en Ucrania: ¡es terrible!”, dijo Bergoglio, que no citó la cifra, pero el mes pasado el Wall Street Journal estimó que el número de muertos y heridos era de más de un millón, dos años y medio después del comienzo de la invasión rusa. “Y no nos olvidemos de Myanmar - añadió el pontífice -. No olvidemos a Palestina, que sufre ataques inhumanos; no olvidemos a Israel y no olvidemos a todas las naciones que están en guerra”, para las que se anhela la paz.
El Papa Francisco dedicó la catequesis que se leyó al comienzo de la audiencia a la acción del Espíritu Santo en la familia. Continuando el ciclo de reflexiones sobre el Espíritu Santo en la Iglesia, a partir de la lectura de referencia (1 Juan 4,7-8) Bergoglio compartió algunas "migajas de la doctrina del Espíritu Santo desarrollada en la tradición latina". Y el primer artífice de la misma fue san Agustín, quien "parte de la revelación de que "Dios es amor" (1 Jn 4, 8). “El amor presupone alguien que ama, alguien que es amado y el amor mismo que los une”, añadió. “El Dios de los cristianos es, por tanto, un Dios «único», pero no solitario; la suya es una unidad de comunión, de amor". A partir de estas premisas, la catequesis se centró en la familia, en particular en el sacramento del matrimonio cristiano, porque "la pareja humana es, por tanto, la primera y más básica realización de la comunión de amor que es la Trinidad", llamada a "formar una primera persona del plural, un «nosotros»”, al igual que el Espíritu Santo, comúnmente asociado con la “tercera persona”.
“Estar el uno ante el otro como un «yo» y un «tú», y estar ante el resto del mundo, incluidos los hijos, como un «nosotros»”: ésta debería ser la expresión de la unión familiar. “¡Cuánto necesitan los hijos esta unidad – “papá y mamá juntos” -, la unidad de los padres, y cuánto sufren cuando falta! ¡Cuánto sufren los hijos de padres que se separan, cuánto sufren!”, añadió el obispo de Roma. Es una "vocación" que se puede encarnar "con el apoyo de Aquel que es el Don, o, mejor dicho, el que se dona por excelencia. Allí donde entra el Espíritu Santo, renace la capacidad de entregarse”. "Nadie dice que esa unidad sea fácil de construir, y menos aún en el mundo actual". Sin embargo, con el Espíritu Santo es posible renovar el milagro que Jesús realizó en Caná: "cambiar el agua de la costumbre en una nueva alegría de estar juntos". “Dice un proverbio italiano: “Entre mujer y marido no pongas el dedo”. Pero hay un “dedo” que se debe poner entre marido y mujer, y es precisamente el “dedo de Dios”: ¡que es el Espíritu Santo!", concluyó el Santo Padre.
Por último, dirigiéndose a los fieles y peregrinos de habla polaca, el Papa Francisco recordó a san Juan Pablo II, cuya memoria se celebró ayer. “Él era, como dije con motivo de su canonización, el Papa de las familias”, comentó. “Les recordaba constantemente a ustedes, polacos, que la fuerza de la familia debe venir de Dios. Pidamos la fuerza del Espíritu Santo para todas las familias, para que reviva en ellas la capacidad de entregarse y la alegría de estar juntos”. A los numerosos recién casados que se encontraban en la plaza de San Pedro les dijo: "Sepan ser misioneros del Evangelio en todas partes, ofreciendo el apoyo espiritual de la oración y la ayuda concreta a quienes luchan por llevarlo a aquellos que todavía no lo conocen".
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