El Papa en el Ángelus: "Cuidado con la dictadura del hacer"
Desde la ventana del Palacio Apostólico un nuevo llamado a la paz, en las horas en que el Card. Parolin está en Ucrania: 'La guerra es una derrota'. Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París serán "un signo del mundo inclusivo que queremos construir". La palabra del día: El descanso es esencial para la compasión.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - En las horas en que el Secretario de Estado de la Santa Sede Card. Pietro Parolin se encuentra en Ucrania, para llevar a esa tierra "atormentada" la cercanía y las oraciones del Papa por una paz tan anhelada, desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano Bergoglio, asomado a partir de las 12 horas para el rezo del Ángelus, exclama por enésima vez: "¡La guerra es una derrota!". Por tanto, también desde Roma se renovó la invitación a rezar por la armonía en el mundo. Además de Kiev, se mencionaron Palestina, Israel, Myanmar y los demás países aplastados por la violencia. Hoy, durante la misa presidida en el santuario mariano de Berdychiv, Parolin invitó a los fieles, en guerra desde hace más de dos años, a "no perder la fe aunque parezca que el mal lleva las de ganar".
En la semana en la que arrancan los Juegos Olímpicos de París (del 26 de julio al 11 de agosto), a los que seguirán los Paralímpicos, el Papa Francisco, tras rezar el Ángelus, afirmó que "el deporte tiene también una gran fuerza social, capaz de unir pacíficamente a personas de culturas diferentes". De ahí otro apelo a la paz. "Deseo que este evento sea un signo del mundo inclusivo que queremos construir y que los atletas con su testimonio deportivo sean mensajeros de paz y modelos válidos sobre todo para los jóvenes", añadió. Siguiendo el ejemplo de las Olimpiadas originales, además, el Pontífice pidió que los próximos Juegos "sean una ocasión para establecer una tregua en las guerras, demostrando un sincero deseo de paz" entre las naciones del mundo.
Antes del rezo de la oración mariana, Francisco compartió con los fieles oyentes el comentario del Evangelio del día (Mc 6,30-34). El pasaje narra la invitación de Jesús a los apóstoles a apartarse y descansar, porque "ni siquiera tenían tiempo para comer". A pesar de trasladarse a un lugar desierto, mucha gente les siguió y les precedió. En ese momento Jesús "tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor", y comenzó a enseñar. En su discurso, el Santo Padre se centró en la invitación al descanso y a la compasión, dos cosas que parecen "irreconciliables". Al invitar a los discípulos a descansar, Cristo "está captando un peligro que puede afectar también a nuestra vida y a nuestro apostolado", dijo. El de preocuparnos demasiado por hacer las cosas y por los resultados.
"Lo que sucede es que nos agitamos y perdemos de vista lo esencial, corriendo el riesgo de agotar nuestras energías y caer en el cansancio del cuerpo y del espíritu", añadió el Obispo de Roma. Por eso, la invitación de Jesús se dirige también a la sociedad actual, "a menudo prisionera de la prisa", pero también a la Iglesia. "¡Cuidémonos de la dictadura del hacer!", exclamó. Esta tiranía también puede identificarse en las dinámicas relacionales dentro de las familias, especialmente cuando las personas se ven obligadas a "ausentarse por motivos de trabajo, teniendo así que sacrificar tiempo para dedicar a la familia". Esta dinámica ha sido calificada por Bergoglio de "injusticia social". "Pensemos qué podemos hacer para ayudar a las personas que se ven obligadas a vivir así", fue la invitación dirigida a los oyentes, en una soleada plaza de San Pedro repleta de peregrinos de todo el mundo.
"El descanso propuesto por Jesús no es una huida del mundo, no es un retiro en el bienestar personal -explicó el Pontífice-. Al contrario, el descanso es indispensable para dirigir al mundo una "mirada compasiva". Éste "sabe captar las necesidades del otro, sólo si nuestro corazón no está consumido por la ansiedad del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la Gracia de Dios", añadió. El comentario a la Palabra concluyó con una invocación de ayuda dirigida a la Santísima Virgen. "Ayúdanos a descansar en el Espíritu incluso en medio de todas nuestras actividades cotidianas, y a estar disponibles y ser compasivos con los demás", fueron las palabras pronunciadas por el Papa.
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