02/04/2022, 16.01
VATICANO-MALTA
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El Papa en Malta: 'El mundo necesita cuidado, no ideologías ni populismos'

Nuevo llamado a la paz y al desarme en Ucrania y en Oriente Medio “mientras algunos poderosos encerrados en intereses nacionalistas fomentan los conflictos”. La hipótesis de un viaje a Kiev "está sobre la mesa". Sobre las migraciones: “Son un hecho que es fruto de la injusticia. No a los turbios acuerdos con delincuentes que esclavizan a las personas”.

Malta (AsiaNews)- “En la noche de la guerra que ha descendido sobre la humanidad, no dejemos que se desvanezca el sueño de la paz”. Desde Malta, la isla que visitará hoy y mañana durante su viaje apostólico, en una peregrinación al "corazón del Mediterráneo", el Papa Francisco habló sobre las "tinieblas de la guerra" en Ucrania, con toda su carga de "muerte, destrucción y odio".

“Mientras una vez más algunos poderosos, tristemente encerrados en las anacrónicas reivindicaciones de los intereses nacionalistas, provocan y fomentan conflictos -dijo el pontífice en su primer discurso pronunciado en La Valeta-, la gente corriente siente la necesidad de construir un futuro que, o será juntos o no será. Necesitamos compasión y cuidado, no visiones ideológicas y populismos, que se alimentan de palabras de odio y no se preocupan por la vida concreta de la gente común”. Palabras que siguieron a la respuesta sobre la hipótesis de su viaje a Kiev que “está sobre la mesa”, como explicó el mismo pontífice a un periodista que le preguntó al respecto durante el vuelo a Malta.

En el Palacio del Gran Maestre -después de las reuniones privadas con el presidente George William Vella y el primer ministro Robert Abela- Francisco se dirigió a las autoridades y al cuerpo diplomático, tomando prestada para su discurso la imagen de la "rosa de los vientos" que a menudo se asocia con Malta. Habló del viento del norte haciendo referencia a esa Unión Europea de la que Malta forma parte, "construida para que allí resida una gran familia unida en la salvaguarda de la paz". “Pero para garantizar una buena convivencia social -señaló Francisco- no es suficiente consolidar el sentido de pertenencia, sino que es necesario reforzar los fundamentos de la vida en común, que se apoya en el derecho y la legalidad”. Por eso, en el país que fue escenario del asesinato de la periodista Daphne Caruana Galizia en 2017, el Papa invitó a comprometerse a "eliminar la ilegalidad y la corrupción", a cultivar "la legalidad y la transparencia, que permiten erradicar el crimen y la delincuencia", a defender la belleza de la creación "de la codicia del dinero y de la especulación inmobiliaria, que no compromete sólo el paisaje, sino el futuro".

Luego está el viento que sopla del oeste, el de,los "estilo de vida y de pensamiento occidentales", del que derivan los valores de la libertad y la democracia, "pero también algunos riesgos que hay que vigilar, para que el afán de progreso no lleve a perder las raíces”. “En la base de un crecimiento sólido -afirmó el pontífice- está la persona humana, el respeto por la vida y la dignidad de cada hombre y de cada mujer”.

El viento del sur que trae a Malta "tantos hermanos y hermanas en busca de esperanza" plantea con fuerza la cuestión de la migración. “No es una circunstancia del momento - subrayó Francesco - sino que marca nuestro tiempo. Trae consigo las deudas de injusticias pasadas, de tanta explotación, de los cambios climáticos, de conflictos lamentables de los que estamos pagando las consecuencias. Del sur pobre y poblado, masas de personas se desplazan hacia el norte más rico: es un hecho concreto, que no se puede rechazar con cierres anacrónicos porque no habrá prosperidad ni integración en el aislamiento”. Las migraciones son un fenómeno que “requiere respuestas amplias y compartidas. No puede ser que algunos países asuman todo el problema ante la indiferencia de otros. Y los países civilizados - advirtió nuevamente el Papa - no pueden suscribir, por su propio interés, turbios acuerdos con criminales que esclavizan a las personas. El Mediterráneo necesita la corresponsabilidad europea, para volver a ser el teatro de la solidaridad y no la avanzada de un trágico naufragio de la civilización. El Mare Nostrum no se puede convertir en el cementerio más grande de Europa”.

Con respecto a la actitud hacia los migrantes, Francisco recordó el caso de san Pablo, que naufragó en estas mismas costas: “Llegó de improviso y recibió ayuda. Más adelante lo mordió una víbora y fue juzgado como un criminal; pero después consideraron que era una divinidad porque no sufrió consecuencias (cf. Hch 28, 3-6). Entre las exageraciones de los dos extremos, se perdía de vista la evidencia principal: Pablo era un hombre que necesitaba que lo acogieran. La humanidad es lo primero y viene antes que nada”. A los que siguen difundiendo “la narrativa de la invasión”, el pontífice responde que “el otro no es un virus del que hay que defenderse, sino una persona a la que hay que acoger. No permitamos que la indiferencia apague el sueño de vivir juntos. Acoger requiere esfuerzo y exige renuncias, pero son por un bien mayor, por la vida del hombre, que es el tesoro de Dios”.

Por último, el viento del este, precisamente el que hoy trae "las tinieblas de la guerra". El Papa Francisco denunció el riesgo de “una guerra fría prolongada que puede asfixiar la vida de pueblos y generaciones enteras”. Habló sobre las “seducciones de la autocracia, los nuevos imperialismos, la agresividad generalizada, la incapacidad para construir puentes y para comenzar desde los más pobres”. “Hoy -volvió a denunciar desde Malta- es difícil pensar con la lógica de la paz. La guerra se ha estado preparando desde hace tiempo con grandes inversiones y comercio de armas. Y es triste ver cómo el entusiasmo por la paz que nació después de la Segunda Guerra Mundial se ha debilitado en las últimas décadas, al igual que el camino de la comunidad internacional, con unos pocos poderosos que siguen su propio camino, en busca de espacios y zonas de influencia. Así, no solo la paz, sino muchos otros temas importantes como la lucha contra el hambre y la desigualdad, han quedado en la práctica eliminados de las principales agendas políticas”.

“Los problemas globales -añadió- requieren soluciones globales. Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente, trabajemos para sentar las bases de un diálogo cada vez más amplio, ¡volvamos a reunirnos en conferencias internacionales de paz, donde el tema central sea el desarme, con la mirada puesta en las generaciones futuras! Y que los ingentes fondos que se siguen asignando a armamentos se destinen al desarrollo, la salud y la nutrición”.

Al concluir, el Papa Francisco invitó a no olvidar el cercano Oriente Medio, “Líbano, Siria, Yemen y otros contextos desgarrados por los problemas y la violencia. Que Malta, corazón del Mediterráneo -concluyó-, siga pulsando el latido de la esperanza, el cuidado de la vida, la acogida del otro, el anhelo de paz, con la ayuda de Dios, cuyo nombre es paz”.

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