El Papa desde Singapur: 'El progreso no debe excluir a los que quedan al margen'

En su discurso ante las autoridades de la encrucijada comercial y financiera del Sudeste Asiático, Francisco elogió el modelo de paz y colaboración entre diferentes pueblos que encarna la ciudad-Estado. Aunque también pidió un "salario justo" para los inmigrantes y atención a las relaciones familiares y humanas en las metrópolis del mundo digital. Un modelo de un "multilateralismo basado en normas comunes para todos" en el mundo actual desgarrado por los conflictos.

Singapur (AsiaNews)- Un modelo de lo que puede llegar a ser el mundo, donde personas diferentes trabajan juntas por el bien de todos. Pero - en el Singapur de los rascacielos ultramodernos y de los grandes flujos financieros - también advirtió no quedarse en el pragmatismo de la eficiencia y los resultados, olvidando a los que se encuentran al margen. O, peor aún, se ven obligados a trabajar en situaciones de semiesclavitud para hacer posible el bienestar de los demás.

Este ha sido el mensaje que el Papa Francisco envió esta mañana en el primer discurso que pronunció ante las autoridades, representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático de Singapur, la metrópoli-encrucijada del Sudeste Asiático, última etapa de su largo viaje apostólico por Asia y Oceanía.

El pontífice habló en el auditorio de la Universidad Nacional de Singapur, teniendo a su lado una nueva variante de orquídea que ese país le ha dedicado con motivo de su visita. Junto a él se encontraba el presidente Tharman Shanmugaratnam, con quien mantuvo una conversación privada en la Parliament House antes de reunirse con el joven primer ministro Lawrence Wong, quien en mayo encarnó el relevo generacional al frente de la ciudad-Estado. Significativamente, horas después, en el St. Francis Xavier Retreat Centre - donde se ha alojado en estos días - el pontífice también recibió al ex primer ministro Lee Hsien Loong, el hijo de 72 años de Lee Kuan Yew, el "padre fundador" del Singapur moderno, quien gobernó desde 1959 hasta 1990 y a quien el propio Francisco quiso rendir homenaje en su discurso, por el "fuerte impulso que dio al rápido crecimiento y la transformación del país".

"Una historia de crecimiento y resiliencia", dijo el pontífice, poniendo de relieve que Singapur "no sólo ha prosperado económicamente, sino que se ha esforzado por construir una sociedad en la que la justicia social y el bien común se tienen en gran consideración". A la sombra de sus rascacielos, sin embargo, no faltan los peligros que atraviesan la economía global actual. El Papa Francisco señaló en particular "el riesgo que conllevan un cierto tipo de pragmatismo y una cierta exaltación del mérito, es decir, la consecuencia involuntaria de legitimar la exclusión de aquellos que se encuentran al margen de los beneficios del progreso”.

El Papa dijo que esperaba que "se preste una particular atención a los pobres, a los ancianos —cuyos esfuerzos pusieron los cimientos del Singapur que hoy conocemos— y también para tutelar la dignidad de los trabajadores migrantes, que tanto contribuyen a la construcción de la sociedad y a quienes se debe garantizar un salario justo". Francisco también se refirió a las luces y sombras de las nuevas fronteras digitales, otra cara importante del Singapur actual. "El rápido desarrollo en el uso de la inteligencia artificial - afirmó - no pueden hacernos olvidar que es esencial cultivar relaciones humanas reales y concretas, y que estas tecnologías pueden aprovecharse precisamente para acercarnos unos a otros, propiciando la comprensión y la solidaridad, y no para aislarnos de manera peligrosa en una realidad ficticia e intangible".

En todo esto Singapur aporta su experiencia única de armonía entre etnias, culturas y religiones: "La realización y la conservación de esta positiva integración - comentó Francisco - se ven favorecidas por la imparcialidad de los poderes públicos, comprometidos en un diálogo constructivo con todos, lo que hace posible que cada uno aporte su propia contribución al bien común y evitar que el extremismo y la intolerancia cobren fuerza y pongan en peligro la paz social". Estas condiciones han sido "determinantes para el éxito y la estabilidad que ha alcanzado Singapur, y son requisitos para un desarrollo que no sea conflictivo y caótico, sino equilibrado y sostenible".

Pero es un rol - añadió el Papa Francisco - que Singapur también está llamado a desempeñar en el orden internacional, hoy amenazado por conflictos y guerras sangrientas. “Me hace feliz que con gran mérito haya promovido el multilateralismo y un sistema basado en normas comunes para todos. Los animo a continuar trabajando por la unidad y la fraternidad del género humano, en beneficio del bien común de todos".

El Pontífice señaló entonces dos ámbitos en particular: en primer lugar, el papel de la familia, cuyos cimientos hoy - observó - "se ponen en discusión y corren el riesgo de quedar debilitados", mientras que, por el contrario, "es necesario que se establezcan las condiciones para que las familias puedan transmitir los valores que dan sentido y forma a la vida, y enseñar a los jóvenes a entablar relaciones sólidas y sanas". Y, en segundo lugar, la crisis medioambiental: “Su ubicación única – dijo Francisco a las autoridades de Singapur – les ofrece acceso a capitales, tecnología y talentos, recursos que pueden guiar la innovación para cuidar la salud de nuestra casa común”.

La ciudad-Estado es "un brillante ejemplo de lo que la humanidad puede realizar trabajando junta en armonía, con sentido de responsabilidad y con un espíritu incluyente y fraterno - concluyó el pontífice -. Los animo a continuar por este camino, confiando en la promesa de Dios y en su amor paterno por todos".