26/11/2024, 15.55
CHINA
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Dramas sociales que se convierten en masacres en China: 'Un país encerrado en sí mismo, en crisis de futuro'

de Yan Chungou

Ante las docenas de personas masacradas por "venganza" en Zhuhai y la multiplicación de episodios similares, el gobierno de Beijing pide "investigaciones en profundidad" sobre las disputas entre familias, vecinos y salarios no pagados. El escritor, ex Guardia Roja, Yan Chunguo explica que "el desorden social es el resultado de un Estado que ha perdido la idea de justicia, haciendo que el pueblo pierda su alma".

 

Hace dos semanas provocó una fuerte conmoción en Zhuhai el caso de un hombre que, debido a desacuerdos sobre su juicio de divorcio, atropelló y mató a decenas de personas con una furgoneta. Pero no se trata de un drama aislado; muchas voces en la República Popular China refieren la multiplicación de este tipo de explosiones de violencia e incluso el mismo Partido Comunista Chino ha expresado públicamente su preocupación. Por indicación del presidente Xi Jinping, el Ministerio de Justicia pidió hace pocos días a los mediadores locales que lleven a cabo "investigaciones exhaustivas" sobre las disputas relacionadas con la familia, los vecinos, la tierra y los salarios. Pero, ¿qué hay realmente detrás de estas tensiones que están estallando?, se pregunta el intelectual chino Yan Chungou (también conocido como Ngan Shun-kau), originario de Fujian, un ex miembro de la Guardia Rojo que huyó a Hong Kong a finales de los años 70 y ahora vive en Canadá. Ngan Shun-kau acaba de publicar en su perfil de Facebook  esta reflexión, que reproducimos en una traducción propia.    

Un internauta calculó que del 20 de mayo al 16 de noviembre de este año, hubo 20 casos de homicidios indiscriminados en China, entre ellos 35 muertos y 43 heridos en Zhuhai, 11 muertos y 13 heridos en Taian y 8 muertos y 5 heridos en Changsha. Los dos últimos casos se suman a un incidente ocurrido el 21 de noviembre en Foshan, provincia de Guangdong, donde un conductor de autobús atropelló indiscriminadamente a la gente, y los testigos estiman que hubo al menos 50 muertos y heridos. En la provincia de Hunan un camión también atropelló a muchas personas aunque todavía no se han comunicado las cifras exactas, pero los videos muestran un panorama apocalíptico con gran cantidad de cadáveres y gente gravemente herida.

Los accidentes provocados por vehículos particulares tienen un impacto limitado, pero cuando se trata de autobuses o camiones pesados, la situación se convierte en un infierno. En cuanto a los ataques en las aldeas contra funcionarios y policías, como no tienen cobertura mediática es imposible calcular el número exacto de víctimas.

Por otra parte, en los últimos años en China los suicidios han aumentado constantemente: personas que saltan desde puentes o edificios, jóvenes que se reúnen en montañas remotas para suicidarse juntos. Estos fenómenos de desesperación se han vuelto cada vez más comunes. Desde el año pasado, los incidentes de homicidio indiscriminado provocados por automóviles se han convertido en una nueva moda, con culpables que parecen no tener ya límites morales, y cuantas más víctimas hay, más daño social causan, mayor es el efecto perturbador y más valor parece tener el acto de matar.

Muchos se están preguntando sobre las causas de estas tragedias sociales: la vida de las personas llega a un punto sin esperanzas, familias y carreras arruinadas por la injusticia, sufrimiento sin ninguna posibilidad de redención, todas estas cosas pueden explicar los incidentes. Sin embargo, creo que también hay una causa profunda vinculada a factores sistémicos y estructurales. La ira popular en China está creciendo rápidamente, y la sociedad es como pólvora que solo espera una chispa.

Una razón profunda es que el Estado ha perdido su justicia. ¿Qué es la justicia de un Estado? Un Estado existe para buscar la felicidad de sus ciudadanos, para guiar a la nación hacia un camino de prosperidad común, de igualdad y de libertad. Sin este objetivo, el Estado no tiene sentido. Pero la China de hoy es un instrumento en manos de un pequeño grupo de corruptos del Partido Comunista que explotan y oprimen al pueblo, que se ve obligado a resolver los problemas del Partido, mientras que el Partido no resuelve los problemas del pueblo.

El Estado ha perdido el significado que justificaba su existencia: la República Popular China siempre ha sido propiedad privada del Partido Comunista. La riqueza de China no pertenece a los chinos y el pueblo no tiene ningún derecho a intervenir en la gobernanza. La relación de subordinación que debería existir entre el Estado y el pueblo se ha invertido: el Estado ya no es un Estado y el pueblo ya no es un pueblo libre.

La segunda razón profunda es que el gobierno ha perdido su capacidad. El gobierno tiene la tarea de administrar eficazmente el país, dirigir el desarrollo económico, mejorar la calidad de vida y abrir horizontes más amplios. Pero cuando el gobierno crea problemas y no es capaz de resolverlos, la política y la economía empeoran cada vez más, los problemas internos y externos se acumulan y, al final, todas las dificultades recaen sobre el pueblo, que vive en condiciones cada vez más insostenibles.

Las recientes medidas para salvar el sector inmobiliario y el mercado de valores han fracasado, el estímulo del consumo es débil, las inversiones están fuera de control, el comercio exterior está en dificultades y la diplomacia y la situación militar están plagadas de obstáculos. Al mismo tiempo, las políticas de "COVID cero" son cada vez más ineficaces, la lucha contra la corrupción parece haber alimentado aún más la corrupción y las políticas de estabilidad social son cada vez menos estables. La difícil situación del Partido Comunista es generalizada, a largo plazo y profundamente arraigada, y Xi Jinping es impotente frente a las dificultades internas y externas. La ira popular no tiene desahogo, el conflicto entre el gobierno y el pueblo va en aumento, y mientras se sigue hablando de estabilidad y bienestar, el gobierno corre hacia un callejón sin salida.

La tercera razón profunda es el desorden social, que es la consecuencia inevitable de la pérdida de justicia por parte del Estado y de la pérdida de capacidad del gobierno. El funcionamiento normal de una sociedad se funda en una lógica tradicional, las leyes y la conciencia social como base moral, la autorregulación del gobierno, la confianza entre los ciudadanos, las jerarquías bien definidas y el consenso entre el gobierno y el pueblo. Pero este orden tradicional se derrumbó rápidamente como consecuencia de los daños provocados por el Partido Comunista. El desorden social no es algo que ocurre en un día, sino que es un proceso que erosiona lentamente la sociedad. Los dirigentes no tienen escrúpulos y los de abajo los imitan. El pueblo es considerado sólo una herramienta para ser explotada. La capacidad de soportar del pueblo ha llegado a un punto de quiebre, y cuando las cosas ya resultan insoportables, se busca una salida. La salida para el pueblo es dejar de estar sometido, dejar de ser esclavo y luchar contra el orden social para salvar su vida, porque la ira y el resentimiento no se pueden aplacar. La ruptura del orden social no es sólo una cuestión de interés, sino también un acto de "ruina recíproca".

La cuarta razón profunda es que el pueblo ha perdido su alma. Una nación con una tradición cultural milenaria también debería tener un sistema positivo de ideas. Pero la esencia espiritual de China es una fusión de las ideas marxista-leninistas con el pensamiento imperialista chino creada por Mao Zedong, un "monstruo de cuatro patas" que no tiene sentido en el contexto del siglo XXI. La ideología marxista-leninista ya no es aplicable, el capitalismo no es viable, los valores universales no se pueden expresar, el feudalismo no puede ser restaurado y el alma de los chinos ha quedado destruida y fragmentada.

La razón por la que el pueblo ha perdido su alma es que China está aislada del resto del mundo, separada de las corrientes de ideas contemporáneas, y el Partido Comunista mantiene el control del pensamiento para preservar su poder absoluto. Cuando comenzaron las reformas, la ideología capitalista estaba muy difundida, pero cuando empezó a mejorar la economía, el Partido reforzó el control ideológico, impidiendo cualquier liberación del pensamiento. Desde el momento en que Xi Jinping llegó al poder, el control ha aumentado al máximo, la estabilización social ha debilitado día a día la espiritualidad del pueblo chino.

La pérdida del alma del pueblo ha llevado a la desaparición de cualquier búsqueda espiritual y de valores compartidos. Entre las personas, lo único que queda es la búsqueda del placer y de las ventajas materiales, y la humanidad natural, frente a un sistema cruel, se consume y queda suprimida, y hace que la brutalidad prevalezca sobre la civilización humana.

El Estado ha perdido la justicia, el gobierno ha perdido su capacidad, la sociedad ha perdido el orden y el pueblo ha perdido su alma. China se encuentra actualmente en un estado de desintegración sin precedentes. Desde los cimientos de la sociedad, está en marcha un visible proceso de desintegración. La historia no se puede revertir y la humanidad no puede revertir el curso de las cosas. Los homicidios indiscriminados son sólo la expresión de la frustración individual, pero de aquí a una crisis social global, la distancia no es larga.

Cualquiera que tenga una mínima comprensión de la realidad ya ve el final, y el Partido Comunista lo ve. Pero en definitiva no importa si lo vemos o no, el resultado está destinado a manifestarse.

 

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