Chapnin: La carta de los sacerdotes ortodoxos, en defensa de los jóvenes manifestantes arrestados
Es la primera vez que el clero ortodoxo muestra su solidaridad con los activistas civiles detenidos y su disponibilidad para cuestionar públicamente la defensa de los inocentes condenados, como un deber cristiano. Ningún obispo ha salido a respaldar al clero, pues se espera la posición oficial del Patriarcado. La Iglesia ortodoxa rusa “afligida por una atmósfera sofocante, por la falta de libertad”.
Moscú (AsiaNews) – En septiembre, el clero de la Iglesia ortodoxa rusa salió en defensa de los jóvenes encarcelados por Moscú, a raíz de algunas manifestaciones no autorizadas. Con una carta dirigida a los tribunales, los sacerdotes advierten a las fuerzas del orden sobre el hecho de dar falso testimonio y recuerdan que “el juzgamiento del Salvador estuvo fundado en falsos testimonios”. La jugada de los sacerdotes, según subraya Sergei Chapnin, ex director de la “Revista del Patriarcado de Moscú”, despedido en 2015 por orden del Patriarca Kirill, fue “del todo inesperada y tuvo una resonancia de una profundidad impredecible en la sociedad rusa”. Además, el clero insta a los obispos a tomar posición: una posición que “está lejos de ser unitaria y oficial”. A continuación ofrecemos el análisis de Chapnin (traducción de AsiaNews).
La reforma del sistema judicial, que casi nunca absuelve y está totalmente subordinado a los organismos encargados de aplicar la ley, es un tema que ha sido largamente debatido en Rusia. Sin embargo, los debates han contado con la sola participación de los activistas de la sociedad civil. El gobierno continúa eludiendo cualquier implicación en el debate, mientras las cortes, arbitrariamente, continúan emitiendo veredictos estrictos y faltos de racionalidad contra activistas y empresarios de la sociedad civil. A mediados de septiembre, una cantidad de asociaciones de profesionales solicitaron una revisión de las decisiones concernientes a los casos de quienes han participado en las manifestaciones -no autorizadas - realizadas en Moscú, en julio del 2019. En este llamamiento, el clero Ortodoxo figuraba entre los primeros firmantes, seguido por las peticiones públicas de docentes, médicos, editores y filósofos. Lo cierto es que la carta del clero fue de lo más inesperado y tuvo una resonancia de una profundidad impredecible para la sociedad rusa.
¿De qué se trata la carta?
El 17 de septiembre, un grupo de sacerdotes ortodoxos salió a defender a los jóvenes detenidos tras las protestas -no-autorizadas - realizadas en Moscú.. El formato elegido para la carta -intercesión clerical - fue del todo inesperado y jamás había sido usado en la Rusia Post-soviética.
Desde un principio, los sacerdotes establecen de forma inequívoca: es su deber pastoral exhortar a la “necesidad de revisar las decisiones de la corte en lo que respecta al encarcelamiento de varias personas involucradas en lo que se ha dado en llamar “el asunto de Moscú”.
Por otra parte, los sacerdotes advierten que “el perjurio coloca a una persona en un rol de cómplice del enjuiciamiento del Salvador, el cual también estuvo basado en falsos testimonios.” Esta es una reprimenda directa dirigida a los miembros de las fuerzas del orden, encargadas de aplicar la ley, que han proveído pruebas falsas durante el proceso judicial.
La carta contiene una clara crítica al sistema judicial tal y como se ha establecido en Rusia: “La corte debe ser capaz de proteger a un ciudadano de las arbitrariedades del Poder Ejecutivo y de las fuerzas del orden. De lo contrario, su misma existencia no pasa de ser un detalle y una formalidad”.
Luego hay un mensaje dirigido a los jueces y a las fuerzas del orden: “Hacemos un llamamiento a las personas que detentan un rol de autoridad en la justicia y prestan servicio en la fuerzas del orden de nuestro país. Muchos de ustedes están bautizados en la Iglesia Ortodoxa y se consideran creyentes. El procedimiento judicial no debe ser de índole represiva, las cortes no deberían ser usadas para reprimir las voces de disenso, y no se debería emplear el uso de la fuerza con una crueldad que resulta injustificable”.
La carta concluye expresando la preocupación de los clérigos respecto a “las sentencias de las cortes, que parecen más una intimidación dirigida a los ciudadanos rusos, que una decisión justa para los imputados.”
En las últimas líneas, los sacerdotes exhortan a la gente a orar “por los prisioneros y por las personas en cuyas manos yace el destino de los prisioneros.”
¿Quién escribió la carta y quién la firmó?
Los autores de la carta decidieron permanecer ocultos tras el anonimato, En un principio, la carta llevaba 36 firmas, pero cuatro días después de su publicación online, el número de firmas se cuadruplicó hasta llegar a 182 firmas (al día 25 de septiembre).
Por supuesto que en términos absolutos, el grupo sigue siendo bastante pequeño, considerando que, según estadísticas oficiales, hay cerca de 40,000 sacerdotes en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Cabe destacar, sin embargo, que el clero que ha firmado la carta no pertenece a un solo grupo: su diversidad es abrumadora -hay sacerdotes casados, monjes, sacerdotes de ciudades grandes y de pequeños pueblos, hombres mayores y experimentados y pastores relativamente jóvenes, famosos disidentes y otros que tienen un estatus oficial en la estructura eclesiástica.
Esta es la primera vez que el clero Ortodoxo muestra su solidaridad con activistas de la sociedad civil detenidos, y su disponibilidad para entablar un debate público acerca del deber cristiano de defender al inocente que es condenado. Francamente, no se puede decir que en los últimos años la justicia social haya sido el foco de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Los representantes de la Iglesia han tendido a evitar hablar de la justicia social en Rusia porque, llegado el caso, tarde o temprano, hubieran tenido que criticar las política sociales del gobierno directamente.
En el panorama actual de Rusia, fue importante constatar en la práctica que en un contexto donde los medios controlados por el Estado presentan una visión distorsionada de las protestas en Moscú, hay un clero distinto y amplio, que no solo tiene otras fuentes alternativas de información (como las redes sociales), sino que además confía en ellas.
Otro detalle que merece ser destacado es que ningún obispo ha firmado la carta. Para ellos, la “solidaridad colectiva” con el Patriarcado es de suma importancia. Esto da cuenta de la gran división que rige entre el clero y el episcopado en la Iglesia Ortodoxa Rusa. Algunos sacerdotes están dispuestos a brindar su apoyo al laicado y a mostrar su solidaridad para con ellos, pero los obispos todavía se consideran a sí mismos separados. No están preparados, ni moral ni colectivamente, para hablar públicamente sobre su solidaridad con el clero que firmó la carta. Y aún cuando algunos obispos jóvenes están dispuestos a firmarla, los obispos más viejos hasta ahora han logrado convencerlos de que no lo hagan. Incluso más, algunos obispos se disponían a castigar preventivamente a los sacerdotes que firmaron la carta sin aguardar las directivas del Patriarcado.
¿A quién va dirigida la carta?
En primer lugar, la carta del clero va dirigida a la corte. Sin embargo, sería ingenuo pensar que los jueces habrán de escuchar la voz de los sacerdotes Ortodoxos, aún cuando éstos se identifiquen como ortodoxos y vayan a la iglesia. El principal blanco de la carta es la sociedad rusa en su conjunto.
La carta también va dirigida a la autoridades de la Iglesia. Llama a reflexionar sobre el hecho de que el derecho a pedir clemencia por los inocentes condenados ha vuelto a ser relevante y no debe ser denegado —ni siquiera en el caso de los prisioneros políticos.
Por último, otro destinatario de la carta es el mismo clero. la exhortación dirigida a ellos puede ser expresada de un manera simple: ¡basta de miedo! La Iglesia Ortodoxa Rusa ya ha sufrido por bastante tiempo un clima opresivo debido a la falta de libertad.
¿Cuál fue la reacción de la Iglesia oficial?
La reacción oficial de la Iglesia ha sido dramáticamente distinta a la de la mayoría de la gente. Los comentarios iniciales podrían rotularse como críticos y bastante sospechosos. Sin embargo, a medida que la situación fue desplegándose, las opiniones de los distintos departamentos Sinodales no solo fueron distintas, sino muchas veces, incluso, contradictorias. Esto muestra que la Iglesia ortodoxa rusa aún no ha formulado una posición oficial unitaria al respecto.
El primer comentario publicado en los flashes informativos de la agencia estatal pocas horas después de la publicación de la carta online fue: “Esto es política… firmar una declaración en la cual la retórica se mezcla de manera extraña con el lenguaje de las Sagradas Escrituras - un enfoque fácil, pero inútil”.
Teniendo en cuenta que la Iglesia Ortodoxa Rusa castiga severamente la participación en protestas políticas, mucha gente interpretó estas palabras como una intimidación dirigida a los sacerdotes que firmaron la carta.
Sin embargo, al día siguiente, apareció un comunicado más cordial y conciliador, emitido por el Departamento Sinodal de Relaciones Públicas y Prensa; en éste se reconoció (si bien indirectamente) la noción de que los sacerdotes tienen derecho a difundir tales declaraciones. Sin embargo, en la respuesta no faltaron los reproches: “Los sacerdotes difícilmente… tengan suficiente información sobre el caso como para extraer conclusiones de culpabilidad o inocencia”. El último párrafo del comunicado dice que se ha solicitado al Centro de Derechos Humanos del Consejo Mundial del Pueblo Ruso que estudie los casos de los activistas detenidos y condenados, y que “les provean de asistencia letrada, de ser necesario”. Sin embargo, no hay información que permita confirmar si la labor de los defensores ortodoxos de derechos humanos ha comenzado o no.
Pronto se supo que los obispos de algunas diócesis estaban considerando aplicar medidas disciplinarias contra los sacerdotes que firmaron la carta. En vista de ello, se emitió un nuevo comunicado, en el cual el Patriarcado indicaba a los obispos que debían abandonar la idea de tomar medidas enérgicas contra los clérigos que hubieran firmado la petición.
Supuestamente esto habría puesto punto final a la cuestión, pero lo cierto es que luego fue publicado otro artículo. En este artículo, un vocero del Patriarcado que se desempeña en el Departamento de Relaciones con la Sociedad y los Medios acusa directamente a los sacerdotes de estar a la busca de “recursos políticos” y hace una predicción inesperada: “Debido a una convergencia de intereses, es posible la alianza entre el grupo de protesta de la Iglesia y los políticos correspondientes. De cualquier manera, esta carta abierta constituye una seria afirmación de la participación en la lucha política”.
Lo que salta a la vista es que el Patriarcado de Moscú ha quebrado, por primera vez, una regla no escrita —en cualquier declaración oficial, solo los sacerdotes pueden criticar a los sacerdotes. En la declaración mencionada anteriormente, las críticas provienen de burócratas de iglesia, no ordenados, “de traje”.
El último en comentar la situación fue el Metropolitano Hilarion (Alfeev). En términos generales, su breve comentario en un programa televisivo llamado “La Iglesia y el Mundo” fue favorable a los firmantes de la carta, pero sonó a una opinión personal y por tanto, de acuerdo con el protocolo, los comentarios de un directivo de una oficina diplomática del Patriarcado de Moscú vinculados a las relaciones entre la Iglesia y la sociedad no constituyen una declaración oficial.
La carta de los sacerdotes provocó una fuerte reacción en la opinión pública. Primero dio lugar a un sinfín de peticiones con reclamos similares. Estas cartas vinieron de médicos, expertos en Tecnología Informática, editores, arquitectos, filósofos, etc. (en total, diez asociaciones de profesionales). Y la débil sociedad civil se vio súbitamente fortalecida gracias a las asociaciones de profesionales y sindicatos. Por lo tanto, el clero ortodoxo ha comenzado a formar una fuerza social independiente. En este momento, la confianza de la opinión pública en los sacerdotes que han firmado la carta es bastante elevada.
En segundo lugar, la carta tuvo una enorme resonancia dentro de la Iglesia misma. El laicado salió en defensa de los sacerdotes. Por otro lado, muchos sacerdotes que no habían firmado la carta (en un primer momento, por temor a las represalias de los obispos) se mostraron a favor de los firmantes. La experiencia de poder expresar libremente los propios puntos de vista había pasado casi al olvido en la Iglesia Ortodoxa Rusa de la última década. Y la experiencia de poder lograr concilios entre la gente común y corriente (sobornost’)—sobre todo, a nivel del clero parroquial y laicos—ha revelado su importancia, fundamentalmente para aquellos que habían perdido toda esperanza de cualquier posibilidad de concilios en los tiempos que corren.
*Ex director de la “Revista del Patriarcado de Moscú”
29/07/2019 11:49