08/09/2023, 10.19
RUSIA
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Académico ruso denuncia los falsos mitos propagandísticos

de Vladimir Rozanskij

El historiador Valerij Garbuzov, director del Instituto Ruso de Estudios sobre Estados Unidos y Canadá, fue despedido por publicar un artículo en el que calificaba el programa geopolítico de Putin de "frágil, incierto y ecléctico", fruto de un "síndrome postimperial" que alimenta la "burbuja de los delirios". Atacado por los medios de comunicación rusos que instan a su "como mínimo expulsión".

Moscú (AsiaNews) - Una figura de alto nivel se ha distinguido en los últimos días en su intento de desenmascarar las falsedades de la ideología de Estado, creando un gran revuelo en el mundo de la información rusa. Valerij Garbuzov, director del Instituto Ruso de Estudios Estadounidenses y Canadienses (institución de la Academia de Ciencias que ya existía en la época soviética), fue despedido por publicar un artículo sobre los mitos de la propaganda rusa acerca de los países occidentales, y consiguió publicar una continuación de esta primera pieza incluso después de haber sido defenestrado. El colectivo del Instituto salió en defensa del ahora ex director, y sus dos textos se publicaron en la página web de Nezavisimaja Gazeta, y aunque pronto fueron borrados, muchos tuvieron tiempo de descargarlos.

En lugar de Garbuzov fue nombrado el director del Centro de Análisis Estratégico de la Academia de Ciencias, Sergei Kislitsyn, de 33 años y leal al Kremlin. El artículo por el que fue eliminado el director se titula "Sobre las ilusiones perdidas de una era que desaparece", en el que se enumeran estereotipos ideológicos, empezando por los de herencia soviética, el contraste entre el "comunismo mundial" y el "imperialismo americano". Rusia es descrita como un antiguo imperio que sufre el síndrome de la grandeza súbitamente perdida.

Según Garbuzov, "lo que hoy vemos expresado muy claramente en este síndrome postimperial es su lógica trágica, más que una anomalía histórica... La peculiaridad es que no se manifestó inmediatamente después del colapso de la URSS en 1991, sino sólo más tarde, con la llegada de Putin al poder". La enfermedad aplazada en el tiempo, a la que no se había dado la debida importancia, ha estallado en dimensiones extremadamente amenazadoras para la seguridad del mundo entero. El programa geopolítico de Rusia es "frágil, incierto y ecléctico", no es más que un "collage de declaraciones entre el eurasismo, el mundo ruso, sobre la base del antiamericanismo agresivo y la oposición al mundo unipolar". Más bien confusas son las concepciones de "democracia soberana" del "pueblo profundo", impregnadas de nostalgia por valores tradicionales fantasmagóricos y de una interpretación cuando menos cuestionable de la fe ortodoxa.

El historiador observa que Rusia ha fracasado en su designio de convertirse en la "locomotora autónoma del movimiento antioccidental", tratando de constituir una alternativa creíble a los dos "imperios informales" pero reales de Estados Unidos y China. Su mitología no hace sino engrosar la burbuja de ilusiones, en la desbordante retórica patriótica de una superpotencia imaginaria, y en la intención de "preservar eternamente el poder a cualquier precio" que caracteriza al régimen actual, con toda la élite oligárquica que lo apoya, concluye Garbuzov.

El texto provocó airadas reacciones de todos los propagandistas de los medios de comunicación rusos, empezando por el presentador de televisión Vladimir Solov'ev, que exigió una auditoría de toda la financiación del Instituto estadounidense-canadiense e instó a la rápida intervención de la policía contra el antiguo director, "como mínimo su expulsión, que siga trabajando con contrato en una de las universidades estadounidenses". La segunda parte de las reflexiones de Garbuzov apareció bajo el título "Una tormenta repentina en el aire", en la que responde a sus acusadores de forma "popular y divulgativa".

Reitera la tesis de que "los mitos se crean en distintas épocas y se inculcan de manera diferente en la conciencia social de las masas, para permitir la consolidación temporal en torno al poder imperante con el fin de alcanzar determinados fines". Esto explica la constante propagación de sentimientos antioccidentales en la sociedad rusa, pero no impide que los procesos históricos lleguen a sus propias e inevitables conclusiones. Nadie puede empañar libremente la cultura y el estilo de vida de Occidente, ni la cultura rusa puede borrarse del espacio occidental, al menos en sus segmentos más significativos", opina el académico. Por lo tanto, "tarde o temprano, las relaciones entre Rusia, Estados Unidos y otros países occidentales volverán a desarrollarse", no como resultado de revoluciones o golpes de Estado, sino debido al desmoronamiento de todos los falsos mitos.

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