A pesar de que más de la mitad de los recursos hídricos de Asia Central provienen de las montañas de Tayikistán, la mayoría de los residentes del país aún no tienen acceso al agua potable. Ahora, el Gobierno de Dusambé ha puesto en marcha un programa para abastecer al 72 % de la población en 2029. Pero sigue sin resolverse la cuestión de los donantes internacionales capaces de financiar realmente este plan.
El presidente Emomali Rakhmon ha concedido estos días a su hija Ozoda el título honorífico de «Trabajadora ejemplar de Tayikistán». Un ejemplo más de la costumbre de los sátrapas de Asia Central de repartir con gran generosidad entre los miembros de su familia altas distinciones, medallas y premios de todo tipo.
Este año, China se ha convertido por primera vez en el principal socio comercial de Tayikistán, con un balance que supera los 3000 millones de dólares. En la reciente cumbre de la OCS celebrada en Tianjin también se habló de la creación de un centro para la lucha contra el narcotráfico en Dusambé y se firmaron acuerdos bilaterales sobre economía digital, energías renovables y transportes.
Las celebraciones del 34.º aniversario de la recuperación de la autonomía del país tras el fin de la Unión Soviética fueron, en Dusambé, una ocasión para redescubrir el significado que se esconde tras la bandera, el escudo del país y su himno nacional, cuya melodía se remonta a una larga tradición musical local.
El caso de un joven de quince años fallecido en Tayikistán como consecuencia de un «castigo corporal ejemplar» infligido por su padre ha vuelto a poner de relieve el problema de la violencia doméstica. Según algunos datos, el 60 % de los menores de 14 años del país la sufren. Y a pesar de las prohibiciones introducidas por ley, lo que acentúa el problema hoy en día son los «videos demostrativos» enviados a los familiares o subidos a las redes sociales en busca de aprobación social.
De los cinco países, solo Turkmenistán no es miembro de la OCS, en consonancia con su tradicional neutralidad internacional, pero el presidente Serdar Berdymukhamedov estuvo presente en el desfile de Pekín. El comercio entre la región y China creció un 5 % el año pasado y pronto superará los 100.000 millones de dólares. Rusia se ve ahora obligada a desempeñar un papel secundario.