“Cristo en el rostro de los discapacitados”: la misión de Joseph, de Bangladesh a Camerún
Roma (AsiaNews) – Así “comenzó mi misión. Iba con el Padre Mariano, misionero del PIME en Bangladesh, a visitar enfermos en los hospitales. Les regalaba jabón y bizcochos. Todos estaban convencidos de que yo era seminarista, y en cambio, yo sólo era un simple estudiante. Pero luego empecé a preguntarme qué quería el Señor de mí, porque las personas con quienes me econtraba me decían que o era un buen cristiano. Y entonces me dije: ‘Si quiero creer en Dios, debo ayudar a quienes sufren’. Comprendí que no se puede amar a Dios sino se ama a los demás. Del encuentro con los enfermos nació mi vocación”. El hermano Joseph Mongol Aind, primer misionero laico bengalesí del PIME (Instituto Pontificio de Misiones en el Exterior), relata así a AsiaNews el origen de su vocación ye l trabajo misionero que desarrolla desde hace 10 años en Camerún, cuidando y asistiendo a los enfermos discapacitados y a sus familias.
Joseph Aind es un misionero laico de Bangladesh y proviene de una familia tribal Orao de religión hindú. Es el más pequeño de cinco hermanos y dos hermanas, que ayudaban a sus padres en el trabajo del campo. “También yo trabajaba la tierra y ordeñaba las vacas -refiere-, pero luego mi padre se dio cuenta de que era muy bueno en los estudios y decidió que continuara la escuela. Fui afotunado, mi familia era pobre y no podía permitirse enviarnos a todos a la escuela. Mi padre me eligió, porque con mis estudios podría contribuir en el futuro al bienestar de la familia y mejorar nuestras condiciones de vida”.
El hermano Joseph estudia en la escuela católica de Rajshahi (en la parte occidental del país) donde el Padre Zanchi, misionero del PIME, y las Misioneras de la Inmaculada (congregación femenina asociada al PIME) desarrollan su trabajo misionero. Aquí lee la Biblia, asiste a las clases de religión y estudia el Catecismo. Él cuenta: “Comencé a leer la Biblia, pero profesaba la fe hindú, y por lo tanto era muy religioso. Cantaba en el templo y siempre me preguntaba qué podía hacer para encontrar a Dios”.
P. Zanchi intuye que el joven está en una búsqueda y lo involucra en las actividades del colegio [escuela secundaria], alentándolo a cantar durante la Misa y preparando las celebraciones junto a los monaguillos. “Yo le decía que no era capaz. Era muy tímido, y me avergonzaba si tenía que cantar o rezar delante de todos. Por otra parte, formaba parte de una clase numerosa, pero él siempre me elegía a mí. No era más inteligente que los demás”. “Pero yo – me decía – desde el momento que había leído los textos religiosos hindúes, entendía mejor que los otros la diferencia con la Biblia , y era expresivo cuando pronunciaba las lecturas de la liturgia”.
Cuando regresa a casa, el sábado y el domingo, Jospeh lee la Biblia a su familia: “Les explicaba que Dios envío a Su Hijo al mundo para salvar a su pueblo, y estaba contento, porque así explicaba cómo salvar a nuestros hermanos”. Durante el fin de semana, el Padre Mariano lo lleva a visitar a los enfermos al hospital local de Borni, donde reside su familia. Fue el encuentro con lso enfermos del lugar lo que hizo madurar en él la conciencia de su vocación misionera. “Los enfermos – dice a AsiaNews – me miraban contentos, estaban felices por mi visita. Creían que yo era católico, no un hindú. Me decían: ‘Tú sin duda eres un seminarista o un hermano [misionero], no es posible que tú seas sólo un estudiante. Tú hablas con nosotros, pierdes el tiempo en venir aquí”.
En el año 1994 Joseph comienza el liceo y conoce a la comunidad Taizè, que está en Rajshahi para un encuentro anual. “Quedé fascinado por la vida que llevaban adelante los hermanos, y el Padre Mariano comprendió que estaba listo para entrar en una orden religiosa. No a través del sacerdocio, sino por medio de una misión laica, porque quería estar más cerca de los enfermos, de los necesitados. Entonces me propuso entrar en la comunidad misionera del PIME en Bangladesh”.
En los tres años subsiguientes estudia enfermería en su país, para poder ser enviado a Camerún como experto en asistencia médica. Durante los años de formación profesional, él confirma su fe católica y su primera intuición misionera de su edad juvenil: “En el rostro sufriente de los enfermos veía al rostro sufrinte de Cristo en la cruz”.
En 1999 llega a Italia para formarse en la casa del PIME de Busto Arsizio. En 2004 regresa a Bangladesh, donde trabaja durante un año más en el hospital y durante tres meses en un leprosario. Por último, asiste a un curso para discapacitados mentales y físicos. “Toda esta formación – explica – me ha sido útil cuando comencé mi misión en Camerún en el 2006, poniéndome en contacto con los discapacitados en el centro para discapacitados ‘Fondation Bethléem’ en Mouda [a casi 30 km de Maroua, baluarte de la provincia del extremo norte del país – ndr]”. El centro nace de la obra del padre Danilo Fenaroli, mis, y de la asociación Silenziosi Operai della Croce (SODC, Obreros Silenciosos de la Cruz - ndt) y acoge a mujeres viudas, niños huérfanos y personas discapacitadas. “Yo – explica – me dedico a las actividades de fisioterapia para la rehabilitación motora de los enfermos, y a numerosas iniciativas para los discapacitados mentales”.
El misionero cuenta que los discapacitados “pueden llegar a tener un comportamiento muy agresivo y violenta si no se los involucra en una actividad que los tenga ocupados. Por esto, les enseño a cultivar verduras, a dar de comer a los animales. Les he mostrado cómo se germinan y plantan los árboles”. Camerún es un país bellísimo, continúa, “pero la población no conoce las técnicas agrícolas y de crianza de ganado. Por lo tanto, de Bangladesh traje las berenjenas -que ellos jamás habían visto- las zanahorias, los tomates, la papaya. Llevé allí mi experiencia de tribal bengalesí, proveniente de una familia humilde y dedicada al cultivo del campo”. Entre otras cosas, cuando visita a las familias de los discapacitados, se percata de que su alimentación es muy pobre, y carece del consumo de frutas y verduras. Por esta razón, enseña a cultivar el jardín de casa a fin de cubrir la necesidades básicas diarias de la familia.
El hermano Joseph, quien pronunció su promesa en el 2009 en las cercanías de la nueva iglesia “Ave María” en Gulta, la diócesis de Rajshahi, quiere subrayar que el centro donde trabaja acoge a las personas sin distinción de credo o religión, y que la vida en comunidad transcurre en armonía. Refiere: “En la zona, el 50% de la población es católica, el 25% es musulmana y el resto profesa el culto animista. Jamás tuvimos problemas con la comunidad islámica del lugar, todo lo contrario, ¡tenemos muchos amigos musulmanes! “Lo fundamental – afirma– es que todos reconocen el valor de nuestro trabajo misionero entre los más necesitados y por lo tanto nos reciben con alegría, nos invitan a sus casas, para que veamos los avances de la huerta doméstica”.
La coexistencia pacífica entre las diferentes religiones del lugar [no obstante los recientes ataques de los militantes islamistas de Boko Haram que intentan desestabilizar la zona – ndr] es confirmada por el hecho de que en el centro trabajan en manera eficaz muchos voluntarios musulmanes y católicos, junto al Padre Danilo. “Yo – concluye – estoy muy contento de la obra que desarrollo desde hace casi diez años en Africa, no obstante hay mucho más para hacer ”.
