‘Esclava” yazidí de 5 años murió de sed: yihadista Isis alemana procesada por crímenes de guerra
Se inició ayer en Munich el proceso contra de Jennifer Wenisch de 27 años, una “policía de la moral”. Junto al marido, un combatiente del Califato, compró una niña y a la madre. Encadenada bajo el sol, la pequeña falleció “bajo un calor tórrido”. La mujer arriesga la cadena perpetua. El problema de los foreing fighters que vuelven a los países de origen.
Munich (AsiaNews/Agencias)- Se inició ayer en Munich, en Alemania, entre imponentes medidas de seguridad el proceso por “crímenes de guerra” a cargo de una mujer alemana que, en el pasado se había unido a las milicias yihadistas del Estado islámico (EI, ex ISIS) en Siria e Irak. Encarcelada- junto al marido- Jennifer Wenisch de 27 años, acusada de haber “hecho morir de sed” a una niña yazidí de solo 5 años, tenida por mucho tiempo en condiciones de esclavitud.
El caso es el primero en su género en el mundo por crímenes cometidos por los yihadistas del ex Califato contra la minoría yazidí, entre las más afectadas por la locura de los radicales sunitas. A la mujer se le reclaman diversas acusaciones: homicidio, homicidio en un contexto de guerra, afiliación a una organización terrorista y violación de la ley alemana sobre las armas.
En caso de condena, la mujer “luchadora extranjera”, de 27 años arriesga hasta la cadena perpetua.
Según la reconstrucción de los fiscales, en 2015 Jennifer Wenisch habría comprado, junto a su marido un combatiente del ISIS a la niña y a su madre, para reducirlas en condiciones de “esclavitud”, mientras vivían en Mosul, en la época considerada el bastión del Califato en Irak. La niña se habría enfermado y habría mojado el colchón. Como castigo el hombre y la mujer, una “policía de la moral” del ISIS, habría encadenado a la pequeña fuera de la habitación “dejándola morir de sed bajo un calor tórrido”.
La imputada, agregan los jueces, “permitió a su marido realizar este gesto y no hizo nada para detenerlo y salvar a la niña”.
Los medios alemanes, que dieron amplio espacio a la cuestión, agregan además que el hombre Taha Sabah Noori Al-J le pegó en diversas ocasiones a la niña, en cuanto a la madre, que hoy estará presente en el proceso se constituyó como parte civil. Un día el hombre llegó a apuntarle con un arma en su sien de la mujer, para atemorizarla.
Jennifer Wenisch, un pasado turbulento caracterizado por un precoz abandono escolar y culminado en su conversión al islam en 2013, había dejado Alemania a mitad de 2014 y a través de Turquía, primero fue a Siria, luego a Irak para unirse al ISIS. Enrolada en la policía de la moral yihadista un año más tarde, la mujer realizó por diverso tiempo servicios de “patrullaje” para el Califato en la ciudad de Mosul y Fallujah.
Armada de una AK-47, una pistola y pertrecho explosivo, la joven alemana vigiló para que se respetara en modo férreo las reglas de los yihadistas en cuestiones de moral: vestidos de acuerdo con el islam radical (comprendido el velo integral para las mujeres), prohibición absoluto de tabaco y alcohol.
En enero de 2016, a meses de distancia de la muerte de la pequeña yazidí, Jennifer Wenisch fue a la embajada alemana en Ankara para pedir nuevos documentos de identidad. Saliendo de la misión diplomática de Berlín, la mujer fue arrestada por la policía de seguridad turca y expatriada en un segundo momento a Alemania. Liberada por falta de pruebas, después de una breve paréntesis en su ciudad de origen volvió nuevamente a los territorios dominados por el ISIS.
La cuestión procesual de la combatiente alemana hace resurgir el tema de los combatientes extranjeros que se enrolaron entre las filas del Estado islámico y que, hoy, son en máxima parte desconocidos por sus países de origen. Estimaciones de la Comisión UE refieren sobre más de 42 mil “foreing fighters” que se unieron a grupos terroristas entre los años 2011 y 2016. De éstos, al menos 5 mil de Europa. En un primer momento muchos gobiernos rechazaron repatriar a los combatientes, pero las presiones ejercitadas por los EEUU han llevado a algunos países a ceder. La primera fue Macedonia que, en 2018, repatrió a 7 milicianos. En enero Francia tomó en consideración el repatrio de 130 entre hombres y mujeres, pero hasta ahora a las palabras no siguieron los hechos. Alemania se toma tiempo y sigue de cerca la política de París.