Phnom Penh: 25 años del PIME en Camboya
Phnom Phen (AsiaNews) – El Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) festejó ayer, junto a las hermanas Misioneras de la Caridad, sus 25 años de presencia en Camboya. Los misioneros y las misioneras, junto a los fieles y a las autoridades de la Iglesia, celebraron una misa de acción de gracias en la capital. En 1990 Camboya estaba saliendo de la dictadura de los Khme rojos. La Iglesia había sido eliminada, sus edificios habían sido destruidos y su personal asesinado o expulasado del país. El nuevo gobierno permitió a las hermanas de la Madre Teresa que abrieran un centro destinado a ayudar a los enfermos. Las hermanas solicitaron al PIME que un capellán pudiera acompañarlas, para celebrar la misa diaria.Así comenzó la misión en Camboya. El Padre Gianluca Tavola, Superior regional, cuenta: “Ayer por la tarde hubo un momento de celebración para dar gracias al Señor. Las hermanas y nosotros vinimos juntos a Camboya. Estuvieron presentes el Superior general, el Consejero general, Padre Gabriel, y tres obispos ordinarios de las tres prefecturas apostólicas de Camboya. Celebramos la misa juntos, y luego hubo un momento para compartir juntos, con la intervención del Superior, del obispo y de la Superiora regional de las Misioneras de la Caridad. Invitamos a representantes de los institutos religiosos, de los misioneros y también a algunos fieles: habrán sido aproximadamente 250 personas”.
Transcribimos las palabras con las cuales intervino el Padre Ferruccio Brambillasca, Superior general del PIME, que fueron pronunciadas al finalizar la misa.
Sus Excelencias Mons. Olivier Schmitthaeusler, Mons. Enrique Figaredo Avalgonzales, Mons. Sudairaj Antomysamy, sacerdotes, miembros de las Ordenes religiosas y vosotros, hijos del Padre Celestial, a todos vosotros lleguen mis más queridos saludos, de parte de todos los miembros del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, conocido como PIME.
Estoy muy contento de estar aquí, para festejar hoy el 25to año de trabajo de los miembro del PIME en este país.
Nuestro instituto, nacido hace 160 años, es un instituto misionero de casi 500 miembros (sacerdotes y laicos) que trabajan por el Reino de Dios en 18 países.
Si hablamos de Asia, nuestros misioneros han sido enviados a Papúa Nueva Guinea, a China, a la India, a Myanmar; y en estos países ellos han creado comunidades locales, diócesis, seminarios y otras estructuras necesarias para la gestión de las Iglesias locales.
En el transcurso de 160 años, Dios nos ha donado 19 mártires que dieron la vida por el Evangelio y que son una fuente de inspiración cotidiana para nuestros misioneros del PIME. El martirio, incluso en vuestro bellísimo país, es la prueba del amor incondicional a Cristo y la peculiaridad de una Iglesia, pueblo y nación particulares ...
Nuestro instituto, como bien podéis ver por la conformación de sus miembros, que trabajan entre vosotros, es internacional. Sus misioneros provienen de diferentes naciones, han tenido como único propósito dejar su país de origen para partir y predicar el Evangelio a todos los pueblos. Este deseo de anunciar el Evangelio fuera de los países de origen nos vuelve a todos nosotros, incluso aquí, en Camboya, hermanos que sirven a sus hermanos.
Al igual que otros institutos misioneros, también el PIME se brinda, sin reservas, al servicio de la Iglesia local. Por este motivo, a través de esta celebración, hemos querido empeñarnos en continuar brindando el servicio a quienes están a cargo de la Iglesia; el obispo Olivier Schmitthausler, Mons. Enrique Figaredo Alvargonzalez y Mons. Sudairaj Antomysamy. Sumado a la promesa de continuar trabajando al servicio de la Iglesia local, nosotros nos comprometemos a manifestar la naturaleza misionera del Instituto trabajando en medio de los no-cristianos, a través del diálogo religioso, la asistencia humanitaria y la evangelización directa, poque estas actividades son para nosotros tanto el punto de partida como el objetivo de nuestra obra.
Por otro lado, en un país como Camboya, que es conocido por los horrores de la guerra y de la violencia, cada misionero del PIME desea ser un hombre de comunión y paz, capaz de construir puentes que atraviesen las divisiones culturales y religiosas.
Uno podría preguntarse: “¿Cómo ha sido posible que 25 años atrás, a través de la iniciativa del Padre Cagnasso, que en aquella época era el Superior general del PIME, se haya fundado una nueva misión en Camboya? La misión del PIME en Camboya, ¿cómo se ha insertado en el contexto de las demás misiones en el mundo? ¿Hay alguna lección que nuestra presencia aquí pueda enseñar al pueblo camboyano y al Instituto en su totalidad? ¿Cuáles son los cambios necesarios que han debido hacerse? ¿Cuáles son las iniciativas y las actividades que deben continuarse? ¿Qué debemos corregir en nuestro modo de misionar en Camboya?”.
Como podéis ver, las preguntas no tienen una respuesta simple, especialmente para mí, que visito esta misión y este espléndido país, por primera vez. Recién ahora comienzo a comprender un poco cómo opera esta misión. Como sea, debo decir que, aún no teniendo familiaridad con ella, siempre he tenido un interés por esta misión. Y no puede deberse sólo al hecho de que, en mis 15 años de misión en Japón, haya conocido a voluntarios que han venido a trabajar aquí, sino porque al mismo tiempo, Camboya no refleja la clásica forma de misión, que tiene muchas estructuras, muchas iglesias y capillas, muchos sacerdotes, hermanas y fieles. Ella es una "misión pura" en sus comienzos, en la cual tanto el Espíritu Santo como vosotros son libres de trabajar para el bien del país y de su gente.
Como sabéis, ingresamos a Camboya "en puntas de pie", enviando a profesores para enseñar en el nivel universitario, asistiendo a las hermanas de la Madre Teresa (a quienes les doy un agradecimiento especial) y con los proyectos humanitarios de New Humanity (Nueva Humanidad-ndt), cuyo trabajo es realmente precioso para las personas que tienen necesidad de ser asistidos a diversos niveles.
Entre los pioneros, deseo señalar al Padre Antonio Vendramin, que hablará con nostros más tarde. Él paso los primeros años de misión estando solo. Luego, quiero mencionar al Padre Franco Legnani, que vive en nuestra sede general en Roma. Él me contó acerca de los primeros pasos dados por los misioneros del PIME en estas tierras, que en los primeros años vivieron en medio de la incertidumbre, porque aún no estaba claro si el PIME podría invertir más personal en esta misión. Como bien podéis comprender, vivir cada día en la inseguridad no es de ayuda ni colabora para trabajar con la mente serena. No obstante, la incertidumbre puede generar sabiduría y paciencia en un misionero, que lo acompañarán por el resto de su vida misionera.
Por lo cual, gracias al sacrificio cotidiano de nuestros primeros misioneros del PIME, actualmente nuestra misión goza del trabajo de jóvenes sacerdotes y, desde el punto de vista legal, es una Delegación del PIME que depende directamente del Superior general y de su Consejo.
Naturalmente, entre los misioneros que se fatigaron en Camboya, pero que ya han ido a recibir su recompensa eterna, no puedo dejar de mencionar al Padre Mariano Ponzinibbi. No obstante trabajó aquí durante pocos años, gracias a su presencia significativa dejó una impresión positiva y duradera en todos aquellos que llegaron a conocerlo.
Debo también citar la presencia de los misioneros laicos del PIME (CML) y los de la ALP (Asociación de laicos del PIME). Son todas personas que han contribuido a introducir nuestro Instituto en la corriente del trabajo msionero aquí, en Camboya, de una manera profesional, como misioneros laicos.
Para nosotros, miembros del PIME, esta misión en Camboya es una de las más jóvenes y, por lo tanto, es considerada como punto de referencia de aquello que debemos hacer como instituto misionero para hallar modos más relevantes y eficaces para cumplir con nuestro trabajo misionero en el próximo milenio. Ante todo, es una misión "magra", con pocos misioneros, y todos son relativamente jóvenes. Estos jóvenes misioneros están unidos de tal manera a la Iglesia local, que uno de ellos es vicario general de la diócesis. Ellos están al mismo tiempo unidos a las comunidades que existen entre ellos. Y, aún más importante, ellos trabajan en medio de no-cristianos con un estilo de vida simple que lleva el testimonio del Evangelio de Jesús de una manera muy eficaz.
Si nosotros comparamos estos 25 años de actividad misionera en Camboya con los muchos decenios pasados en China o en la India, donde estamos trabajando desde los comienzos, desde el nacimiento de nuestro Instituto Misionero, 25 años no son tantos. Sin embargo, ellos nos dan la oportunidad de reflexionar seriamente sobre nuestro trabajo llevado a cabo hasta aquí, y sobre los que podemos hacer en un futuro.
Espero que este trabajo pueda continuar con esa simplicidad y entusiasmo que han estado presentes desde que, por primera vez, pusiéramos nuestros pies en este país. Espero esto, a fin de que nuestra comunidad en Camboya pueda ser siempre una comunidad misionera al servicio del Evangelio y de los pobres. .
Pido a todos vosotros, que estáis aquí presentes, asisitirnos en nuestro compromiso y reclamarnos a este desafío, si llegamos a fallar en nuestro esfuerzo.
Expreso una vez más mi gratitud hacia todos los presentes aquí esta tarde, por el apoyo que nos habéis dado a lo largo de estos 25 años. Pueda el Señor continuar bendiciéndolos en vuestro ministerio llevado a cabo entre el pueblo camboyano.
¡A todos vosotros os auguro una velada agradable!
Padre Ferrucio Brambillasca, Superior General del PIME
02/01/2019 14:05
28/08/2019 15:21
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