14/12/2015, 00.00
VATICANO
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​Papa: hay dos caminos: el de la esperanza en la misericordia de Dios y el de la “rigidez clerical” que cierra los corazones

“Qué bella es la libertad, la magnanimidad, la esperanza de un hombre y de una mujer de Iglesia. En cambio, qué fea y cuanto mal hace la rigidez de una mujer o de un hombre de Iglesia, la rigidez clerical, que no tiene esperanza”. “Dios perdona todo, sólo espera que tú te acerques”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En este Año de la Misericordia, hay dos caminos: el de la esperanza en la misericordia de Dios, que perdona siempre todo, y el de quien se cierra en la “rigidez clerical” que cierra los corazones. Fue lo que dijo el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, partiendo de la primera Lectura del día de hoy, tomada del Libro de los Números, que habla de Balaam, un profeta que entabló una lucha contra un rey por maldecir a Israel.

Balaam – evidenció el Papa – “tenía sus defectos, y hasta sus pecados. Porque todos tenemos pecados, todos. Todos somos pecadores. Pero no os espantéis, Dios es más grande que nuestros pecados”. “En su camino, Balaam encuentra al ángel de Señor y cambia su corazón”. “No cambia de partido” sino que “pasa del error a la verdad, y dice lo que ve”: el Pueblo de Dios habita en las tiendas en medio del desierto y él “más allá del desierto ve la fecundidad, la belleza, la victoria”. Ha abierto el corazón, “se convierte” y “ve a lo lejos, ve la verdad, porque “con buena voluntad siempre se ve la verdad”. “Es una verdad que da esperanza”.

“La esperanza – subrayó Francisco – es esta virtud cristiana que nosotros tenemos como un gran don del Señor, que nos hace ver lejos, más allá de los problemas, los dolores, las dificultades, más allá de nuestros pecados”. Nos hace “ver la belleza de Dios”. “Cuando me encuentro con una persona que tiene este virtud de la esperanza y está en un momento feo de su vida – ya se a una enfermedad o una preocupación por un hijo o una hija o alguien de la familia o cualquier otra cosa  – pero que tiene esta virtud, que en medio del dolor tiene la mirada penetrante, tiene la libertad de ver más allá, siempre más allá. Y esta es la esperanza. Y esta es la profecía que hoy la Iglesia nos entrega: quiere que seamos mujeres y hombres de esperanza, incluso en medio de los problemas. La esperanza es libre, no es esclava, siempre encuentra un sitio para arreglar una situación”.

En el Evangelio, están los jefes de los sacerdotes que le exigen a Jesús que diga con qué autoridad actúa: “no tienen horizontes”, son “hombres encerrados en sus cálculos”, “esclavos de su propia rigidez. Y los cálculos humanos “cierran el corazón, cierran la libertad”, mientras que “la esperanza nos hace ligeros”. “Qué bella es la libertad, la magnanimidad, la esperanza de un hombre y una mujer de Iglesia. En cambio, qué fea y cuánto mal hace la rigidez de una mujer o de un hombre de Iglesia, la rigidez clerical, que no tiene esperanza. En este Año de la Misericordia, hay dos caminos: el que tiene esperanza en la misericordia de Dios y sabe que Dios es Padre; Dios perdona siempre, pero todo; más allá del desierto está el abrazo del Padre, el perdón. Y, también están quienes se refugian en su propia esclavitud, en su propia rigidez, y que nada saben de la misericordia de Dios. Éstos eran doctores, habían estudiado, pero su ciencia no los salvó”.

El papa concluyó su homilía contando un hecho que le sucedió en 1992 en Buenos Aires, durante una misa por los enfermos. Hacía muchas horas que estaba confesando, cuando llegó una mujer muy anciana, de ochenta años o más, “con ojos que veían más allá, estos ojos llenos de esperanza”. “Y yo le dije: ‘Abuela, ¿usted viene a confesarse? Porque yo ya estaba yéndome. ‘Sí’. ‘Pero usted no tiene pecados’. Y ella me dijo: ‘Padre, todos los tenemos’. ‘Pero, ¿será que Dios tal vez no los perdona?’. ‘¡Dios perdona todo!’, me dijo. Dios perdona todo. ¿Y cómo lo sabe?’, le pregunté. ‘Porque si Dios no perdonase todo, el mundo no existiría’. Frente a estas dos personas -  quien es libre, la esperanza, aquél que te lleva a la misericordia de Dios, y el cerrado, el legalista, justamente el egoísta, el esclavo de la propia rigidez- recordemos esta lección que esta anciana de ochenta y tantos años –era portuguesa-  me dio a mí: Dios perdona todo, solamente espera que tú te acerques”.

 

 

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