Papa en Tailandia: Iglesias de Asia, ‘pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor’
En el encuentro con sacerdotes, religiosos y obispo, Francisco subrayó el significado de la misión que “antes que actividad que hay que realizar o proyectos para poner en acto, exige una mirada y un ‘olfato’ que hay que educar”.
Bangkok (AsiaNews) – “No ceder a la tentación de pensar que son pocos, pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor. Él escribirá con vuestra vida las más bellas páginas de la historia de la salvación en esta tierra”. Es una exhortación dirigida por el Papa Francisco a los sacerdotes y religiosos tailandeses, pero ciertamente extensible a todos los cristianos asiáticos, fieles de una Iglesia que en el continente es casi en todas partes minoría. Iglesia a la cual el Papa dedicó la mañana de su tercer día en Bangkok, visto que encontró también en a los obispos de la Federación las Conferencias episcopales asiáticas (FABC).
A los sacerdotes, religiosos y obispos Francisco entonces habló de misión, de las “raíces misioneras que han marcado estas tierras”. Y los primeros misioneros “no buscaron un terreno con garantías de suceso; al contrario, su ‘garantía’ consistía en la certeza que ninguna persona y cultura fuese a priori incapaz de recibir la semilla de la vida, de felicidad y especialmente de la amistad que el Señor quiera donarle. No esperaron que una cultura fuese afín o se sintonizase fácilmente con el Evangelio; al contrario, se lanzaron en aquellas realidades nuevas, convencidos de la belleza de la cual eran portadores. Cada vida vale a los ojos del Maestro”. “Me gusta evidenciar-dijo después- que la misión, antes que actividad que hay que realizar o proyectos que hay que poner en acto, exige una mirada y un ‘olfato’ que hay que educar; requiere una preocupación paterna y materna, porque la oveja se pierde cuando el pastor la da por perdida, jamás antes”
Uno de los “puntos más bellos de la evangelización-subrayó más adelante- es darse cuenta que la misión confiada a la Iglesia no consiste sólo en la proclamación del Evangelio, sino también aprender a creer en el Evangelio y a dejarse transformar por él”. “Una Iglesia en camino, sin miedo de bajar a la calle y confrontarse con la vida de las personas de las personas que les fueron confiadas es capaz de abrirse humildemente al Señor y con el Señor vivir el estupor de la aventura misionera, sin la necesidad consciente i inconscientemente de querer aparecer ante todo ella misma, ocupando o pretendiendo quizás cuál puesto de preeminencia”.
La misión, agregó aún el Papa, no es negocio que toca no sólo a los consagrados: “No perdamos de vista el hecho que muchas de vuestras tierras fueron evangelizadas por laicos. Ellos tuvieron la posibilidad de hablar el dialecto de la gente, ejercicio simple y directo de inculturación no teórica ni ideológica, sino fruto del compartir a Cristo”.
Hubo también una testigo directa de la misión. En el encuentro con los sacerdotes y religiosos la trajo sor Benedetta Jongrak Donoran, postulante saveriana de 44 años, de origen budista, bautizada en 2012. Una narración publicada adjunta, marcada también por la presencia de un misionero del PIME.
En un país en el cual conviven pacíficamente religiones diversas, el Papa Francisco se encontró también con exponentes de otros credos (en la Foto). De hecho, durante la tarde fue a la Chulalongkorn University di Bangkok donde, a las 15.20 locales (8.20 GMT) se encontró con los líderes cristianos y de otras religiones.
“La necesidad de reconocimiento y de aprecio recíproco, así como la cooperación entre las religiones, es aún más urgente para la humanidad contemporánea” que se encuentra afrontando problemáticas complejas, “como la globalización económico-financieras y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales” y “la trágica persistencia de conflictos civiles: conflictos sobre los migrantes, sobre los refugiados, por las carestías y los conflictos bélicos”, además del “degrado y la destrucción de nuestra casa común”.
“Hoy es tiempo de atreverse a imaginar con valentía la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio; y, de este modo, ofrecer un nuevo paradigma para las soluciones de los conflictos, contribuir al entendimiento de las personas y la salvaguardia de los creado”. Es un campo en el cual las religiones, así como las universidades. “tienen mucho para aportar y ofrecer”.
“Estos tiempos, nos exigen construir bases sólidas, ancladas en el respeto y reconocimiento de la dignidad de las personas, en la promoción de un humanismo integral capaz de reconocer y reclamar la defensa de nuestra casa común; en una administración responsable, que conserve la belleza y la exuberancia de la naturaleza como un derecho fundamental para la existencia. “Las grandes tradiciones religiosas de nuestro mundo dan testimonio de un patrimonio espiritual, trascendente y ampliamente compartido, que puede ofrecer sólidos aportes en este sentido, si somos capaces de aventurarnos a no tener miedo de encontrarnos sin miedo”.
“ Todos estamos llamados, no sólo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente. “A su vez, se nos pide abrazar el imperativo de defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa, y crear espacios donde ofrecer un poco de aire fresco en la certeza de que «no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan (Enc. “Laudato si”, 205)”.