Papa en Cuba: La gran paradoja de Jesús: Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, ¡no que se sirva de los demás!
La Habana (AsiaNews) – “Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, ¡no que se sirva de los demás!: aquí está la gran paradoja de Jesús”: este es el mensaje que el Papa Francisco dio hoy en su primera misa en Cuba, en la Plaza de la Revolución. El papamóvil de Francisco llegó a la plaza una hora antes de la misa, y estuvo paseando durante mucho tiempo entre los cientos de miles de personas allí presentes (algunos hablan de 500.000 personas), para luego ir deteniéndose a fin de saludar, de pie, a los enfermos reunidos alrededor del presbisterio del gran altar de madera.
El tema de “servir a los demás” y no “servirse de los demás” fue tomado por el Papa del Evangelio del domingo (25to del año, ciclo B, Marcos 9,30-37), en el cual Jesús responde a la pregunta que los discípulos se hacían entre ellos: ¿Quién es el más importante?”. Su respuesta es “simple”: “«Si uno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
El pontífice explica, ante todo, el significado de “servir”: “Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar”.
Dicho “servir” vale sobre todo para los cristianos: “ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles”.
También los cristianos deben estar atentos a no usar el hecho de “servir” como un instrumento para el propio poder: “Hay un «servicio» que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión.”.
Pero “servir” y no “servirse de los demás” es una invitación a todos, incluso a los no cristianos: “Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor”.
Este subrayado tiene un peso importante aquí, en Cuba, donde el “servir al pueblo” es puesto como un elemento fundamental en el “Código ético de los cuadros del Estado Cubano”, que tantas veces cita el poeta José Martí: “La patria es un altar, no un pedestal” . Pero también aquí – como en muchas revoluciones marxistas – el “servir al pueblo” termina deslizándose tarde o temprano hacia un “servirse del pueblo”.
La invitación del Papa, a cristianos y revolucionarios es clara: “Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro de la cuestión al hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas.”.
El pontífice concluyó la homilía recordando los dones recibidos por la comunidad de Cuba: “es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza. Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos.” Y entre estos hermanos frágiles es probable que haya tantos cubanos desilusionados por la “revolución”, por la imposibilidad de mantener este alto valor moral del “servicio”.
“No nos olvidemos – concluyó Francisco - de la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad.”.