Yo escapé de la masacre de Hamás y lucho por la paz
En esta entrevista con AsiaNews, Avi Dabush, director ejecutivo de Rabbis for Human Rights, recuerda las dramáticas horas del ataque terrorista al kibutz de Nirim. A pesar del miedo y la violencia, considera que lo primordial es la liberación de los rehenes, al tiempo que ha puesto en marcha nuevos programas de ayuda en Cisjordania. "Ha llegado el momento de trabajar por los derechos y la justicia". En Gaza, la parroquia de la Sagrada Familia también resultó afectada: destruyeron un tanque de agua y los paneles solares.
Milán (AsiaNews)- El “miedo” por la familia, por los niños, que pasaron “más de ocho horas” escondidos “en una habitación refugio”, mientras a su alrededor los terroristas de Hamas atacaban el kibutz de Nirim, y él mismo “aferrado al picaporte de la puerta” como última y extrema forma de defensa. Avi Dabush, director ejecutivo de Rabbis for Human Rights, organización que trabaja por la paz y la convivencia ayudando personalmente a las poblaciones palestinas víctimas del hostigamiento y la violencia en Cisjordania, recuerda vívidamente el atentado del 7 de octubre. En esta entrevista con AsiaNews renueva su llamamiento - y su compromiso - para la liberación de los rehenes que siguen retenidos en la Franja, que considera una prioridad, al tiempo que define como "preocupante" la extensión de la guerra "hasta Jan Yunis, donde sabemos que siguen retenidos" otros rehenes. Mientras el gobierno israelí presiona a favor de la guerra con un balance de más de 18.000 muertos en Gaza - la gran mayoría de los cuales son civiles, y entre ellos mujeres y niños - afirma que este es un "momento clave" para trabajar por los derechos humanos y por "espacio y oportunidades" para todos en Tierra Santa. Es un conflicto sangriento que no perdona ni siquiera a la parroquia latina de la Sagrada Familia, que el pasado fin de semana fue alcanzada por la metralla de los ataques del ejército israelí que destruyó depósitos de agua y paneles solares en los techos, así como de algunos vehículos y partes del complejo.
A continuación ofrecemos la entrevista con Avi Dabush:
Más de dos meses después del ataque terrorista de Hamás al corazón de Israel, ¿qué recuerda de aquellos momentos dramáticos?
Lo que más recuerdo es el horror de lo sucedido, el miedo por los niños, por lo que podía ocurrirle a mi familia. Estuvimos escondidos durante más de ocho horas en una habitación [habilitada como] refugio completamente solos, no teníamos la defensa y la ayuda del ejército, y nuestro kibutz en Nirim fue atacado e invadido por terroristas. Como alguien que ha trabajado por los derechos humanos durante mucho tiempo, miro hacia atrás y pienso en lo ocurrido como una terrible violación de los derechos humanos, algo que nunca debería volver a pasarle a nadie, en ningún lugar del mundo.
¿Cuál es la imagen más vívida que le ha quedado grabada en la memoria?
El haber sostenido con fuerza la manija de la puerta de nuestro refugio durante horas, escuchando a los terroristas que estaban afuera. Nunca podré olvidarlo, siempre será parte de mí.
Los días de tregua, con el intercambio de prisioneros, habían encendido una llama de esperanza. ¿Podemos pensar todavía en una negociación que conduzca a una desescalada del conflicto?
En este momento estoy trabajando en el apoyo y la respuesta del kibutz a los rehenes [en manos de Hamás] en Gaza. Estoy a favor de un alto el fuego para que los devuelvan. Este es un objetivo importante y primordial para mí. Estamos ante un suceso extremadamente complejo, o una serie de sucesos, con sufrimientos y violaciones de derechos humanos en muchos contextos diferentes y en diferentes comunidades. Para mí el regreso de los rehenes, de mis vecinos y amigos, es lo que tiene primordial importancia.
¿Qué sentimientos experimentó cuando liberaron a algunos de ellos? ¿Todavía hay esperanzas para los demás?
Sentí una alegría enorme, a nivel personal, por sus familias y por toda la comunidad cuando ví el regreso de los rehenes. De los cinco que secuestraron del kibutz de Nirim, tres fueron liberados y fue un momento crucial para todos nosotros. Pero esta alegría va acompañada por un temor creciente por el destino de aquellos que siguen prisioneros. Hemos empezado a recopilar información sobre las condiciones en que se encuentran y estamos profundamente preocupados por aquellos que siguen en manos de sus captores. El hecho de que la guerra se haya extendido hasta Jan Yunis, donde sabemos que se encuentran los rehenes, es verdaderamente preocupante.
Por un lado, el horror del 7 de octubre, el ataque de Hamás; por otro, los bombardeos y la guerra en Gaza, que se está cobrando víctimas civiles inocentes. ¿Son dos caras de la misma moneda?
Desde una perspectiva de derechos humanos, cualquier daño o perjuicio infligido a la población civil se debe denunciar enérgicamente. Este valor no difiere de una población a otra, aquí estamos hablando de derechos humanos. Todos somos muy conscientes de las consecuencias de la guerra, por eso debemos aferrarnos a un mismo valor común, que es la vida humana. Un valor que, en este momento, se encuentra gravemente amenazado.
Rabino, ¿cómo se puede superar la lógica del conflicto, de la venganza, del muro contra muro entre las partes? Se teme una nueva escalada también en Cisjordania...
En última instancia, la única solución posible es la diplomática. Debe haber un acuerdo formal entre Israel, las entidades palestinas, los líderes regionales, Estados Unidos y la comunidad internacional. Es evidente que hemos llegado a un punto muerto en la política de gestión de conflictos y que el pensamiento político debe cambiar. Con la implicación de la comunidad internacional tenemos más posibilidades de crear el clima adecuado para encontrar una solución.
En este contexto de guerra y violencia, ¿cómo se hace para continuar la lucha por los derechos humanos?
Nuestra organización, Rabbis for Human Rights, se fundó hace más de 30 años, durante la primera Intifada. Fue una época en que la sociedad israelí estaba tomando conciencia de la ocupación y de la historia palestina. Yo mismo he pasado mucho tiempo en las ciudades palestinas, Gaza era nuestro principal punto de referencia cuando crecí en Ashkelon, pero ni siquiera entonces éramos plenamente conscientes de la situación. Nuestra organización se fundó durante el conflicto y desde entonces hemos vivido muchas formas recurrentes de conflicto. Y este es un momento clave para llevar adelante un trabajo sobre los derechos humanos, precisamente en momentos de conflicto es importante continuar y profundizar lo que se ha hecho. Esperamos, rezamos y trabajamos para que este terrible ciclo de conflictos sea el último y lleguemos a comprender que el único futuro aquí [en Tierra Santa] es uno en el que haya espacio, derechos y oportunidades para todos.
En cambio, hoy asistimos a lo que muchos comentaristas denominan "la guerra más sangrienta" de los últimos 50 años y se imponen los extremismos opuestos. Entre Hamás y el gobierno de ultraderecha de Israel, ¿cómo podemos encontrar un espacio para el diálogo?
Sabemos por la historia que los extremistas, aunque estén en frentes opuestos y tengan orientaciones diferentes, se refuerzan recíprocamente. Forman las dos caras de la moneda. No es coincidencia que este conflicto llegue en un momento en que el gobierno de Israel es el más extremo que yo jamás haya conocido. Y precisamente por eso debemos rechazar con más fuerza el extremismo. Antes de que empezara la guerra, yo mismo organicé y dirigí las manifestaciones semanales contra el gobierno en Beersheba [como parte de las protestas masivas contra la controvertida reforma de la Justicia que quería imponer el primer ministro Benjamín Netanyahu, nde]. Debemos crear un nuevo paradigma que premie el diálogo y la colaboración, y por medio de estos valores podemos rechazar el extremismo.
Usted mencionó a Netanyahu: ¿cuál es la responsabilidad política del primer ministro en este escenario?
Respondo diciendo que no soy un comentarista político, nuestra función es ayudar a diseñar soluciones, no profetizar. Sin embargo, mi sensación es que Netanyahu ha perdido el derecho a sentarse en la mesa de conducción del país. El liderazgo que debemos desarrollar debe ser serio y responsable, debe tener valores diferentes y una nueva agenda para comprender cómo resolver el conflicto.
Los ataques en Cisjordania, las tensiones entre palestinos y colonos y el intento de apoderarse de nuevas tierras han dejado en segundo plano durante mucho tiempo la cuestión de Gaza. ¿Esto también ha favorecido la escalada de los acontecimientos que comenzó con el ataque de Hamás el 7 de octubre?
Desde que empezó la guerra hemos asistido a una grave escalada de la violencia de los colonos en Cisjordania. La Oficina de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) informa de que se han triplicado los ataques, y lo estamos viendo con certeza sobre el terreno. Empezando por la violencia contra los agricultores: hace pocos días vi una filmación de uno de nuestros coordinadores palestinos, en la que se ve a colonos [judíos] recogiendo aceitunas de árboles de propiedad de los palestinos; y también los espantosos ataques armados que causaron la muerte de personas inocentes.
Hemos recurrido a todos los organismos posibles, desde el Ejército hasta el gobierno israelí, pasando por la asamblea internacional, para que se reprima la violencia y de ponga fin a este terrorismo. Rabbis for Human Rights se basa en el pensamiento y los valores judíos, por eso llamamos “terrorismo judío” a la violencia de los colonos, basado en una ideología de odio muy alejada del judaísmo de paz y justicia al que nosotros adherimos.
También estamos asistiendo a una crisis económica en Cisjordania, con cientos de miles de personas que no pueden seguir ejerciendo sus profesiones en Israel y no tienen ingresos desde hace más de dos meses. La cosecha de aceitunas, para la que habitualmente proporcionamos una presencia protectora, se ha visto muy reducida por el Ejército y el terrorismo [de los colonos judíos], y todos los agricultores palestinos con los que estamos en contacto no han podido llegar a muchas zonas donde se encuentran sus árboles. Los precios están aumentando debido a la falta de libertad de movimiento, de la cadena de suministro y demás. En este momento estamos comenzando un nuevo proyecto humanitario y entregamos paquetes de alimentos y artículos de primera necesidad a las comunidades más vulnerables.
Rabino Avi Dabush, una última pregunta personal: ¿cómo vive estos momentos alguien como usted, que ha hecho tanto en los últimos años por el diálogo, la paz y la reconciliación?
¡Estoy absolutamente preocupado! Son tiempos muy difíciles para cualquiera que crea en los derechos humanos, la dignidad y la paz. Está claro que debemos estar activos en este momento, debemos “orar con los pies” y ejecutar acciones que hablen más que las palabras. Por eso estamos trabajando más intensamente en Cisjordania. Cuando vamos a proteger a los agricultores palestinos durante la cosecha de aceitunas, promovemos la paz. Ahora debemos crear más oportunidades de asociación y reunir a todos aquellos que comparten estos valores de paz, derechos humanos y justicia. El fortalecimiento de estas coaliciones, entre judíos y palestinos, creará una alternativa y llevará a las sociedades a adoptar los valores que hacen falta [en una perspectiva de paz y convivencia].
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