Yangon: un nuevo obispo auxiliar para sostener la fe incluso en la oscuridad

En la fiesta de San José tuvo lugar la ordenación episcopal de Mons. Raymond Wai Lin Htun presidida por el Card. Charles Maung Bo. Advertencia del arzobispo de Yangon contra las divisiones étnicas: «¿Podemos ceder a la tentación de tratar a los demás en función de identidades creadas por el hombre, cuando en realidad todos somos Hijos de Dios creados a su imagen?».

Yangon (AsiaNews) - En la solemnidad del día de San José, la Iglesia de Myanmar vivió la alegría de la ordenación episcopal del nuevo obispo auxiliar de Yangon, monseñor Raymond Wai Lin Htun, sacerdote de 48 años nombrado por el Papa Francisco el pasado 27 de diciembre. Fue el Card. Charles Maung Bo, el arzobispo al que se unirá en su ministerio, quien presidió el solemne rito que se convirtió también en una ocasión para reflexionar sobre el ministerio de la Iglesia en el país sumido desde hace cuatro años en el drama de la guerra civil.

En su homilía, el Card. Bo encomendó a la intercesión de San José a los miles de personas que, como él hizo con la Sagrada Familia, son hoy desplazados internos en Myanmar «y cuentan con la angustia de sus hijos e hijas que se han visto obligados a huir de sus hogares, padecen hambre y se ven afligidos por la desesperación». Citando el lema del nuevo obispo -que reza «En esa esperanza estamos salvados» (Rom. 8, 24)- y los tiempos de «crisis e incertidumbre» que vive el país, el arzobispo de Yangon, monseñor Wai Lin Htun, invitó a ser «firmes en la fe, como Abraham, que confió en las promesas de Dios incluso cuando todo parecía imposible». A tener fe «no en las soluciones terrenales, sino en la inquebrantable providencia de Dios, que sigue siendo soberano incluso en las horas más oscuras». «Recordar a la gente -añadió el Card. Bo- que la justicia y la paz de Dios prevalecerán, aunque aún no podamos verlo».

Por último, el arzobispo de Yangon aprovechó la ocasión de la ordenación del nuevo obispo auxiliar para hacer un nuevo llamamiento a la unidad del país. La única guerra que tenemos que librar -dijo- es la del odio y la división». Y también advirtió a los cristianos de Myanmar contra este demonio. «¿Podemos identificarnos también con una identidad cultural de casta o con todas las demás identidades? ¿Podemos ceder a la tentación de tratar a los demás sobre la base de identidades construidas por manos humanas, cuando en realidad todos somos Hijos de Dios creados a Su imagen?».

«En este tiempo de Cuaresma -concluyó el Card. Bo- arrepintámonos de nuestros corazones divididos. Dejemos que la discriminación basada en identidades culturales, como castas y tribus, muera al pie de la Cruz y dejemos que Cristo reine en nuestros corazones. Que resucite la esperanza. Que se curen todas nuestras heridas y que comience también la curación de nuestra nación y del mundo entero».