Yangon: Este pueblo merece respeto y apoyo
El golpe militar está haciendo cada vez más fuerte la solidaridad entre todos los estratos de la población, incluso policías y militares. Aung San Suu Kyi también merece respeto. Europa no comprende Myanmar y sus esperanzas. El testimonio de una persona que desde hace treinta años realiza trabajo humanitario en el sudeste asiático.
Yangon (AsiaNews) - "Este pueblo merece respeto y apoyo", afirma al concluir la reflexión que envió a sus amigos un italiano que desde hace más de treinta años realiza trabajo humanitario en el sudeste asiático. U Zaw Zaw - su nombre local - explica que el golpe de Estado de la junta militar está generando una solidaridad cada vez mayor entre todos los estratos de la población, incluso en la policía y los militares. También expresa su apoyo a las decisiones de Aung San Suu Kyi (“la Señora”), frente a las vacías presunciones de muchos europeos que no comprenden la complejidad del país y sus dificultades. Y por eso tampoco comprenden las esperanzas del pueblo de Myanmar para su futuro y el de sus hijos.
Queridísimos amigos,
Son muchos los sentimientos que he experimentado junto con mis compañeros en las dos últimas semanas. De eso quiero hablarles esta noche. Creo que lo que estamos viviendo merece un momento de reflexión. Permítanme compartir estos pensamientos, totalmente personales. Creo que no es algo que ocurra a menudo.
No es la primera vez que soy testigo de un golpe de estado. Ya ocurrió en el lejano 1992 en Bangkok, durante mi primer año de trabajo, y también en 2005, en la misma Tailandia. Pero observaba que era una lucha entre fuerzas que ya estaban en el poder. Nunca me preocuparon, así como tampoco fueron motivo de gran preocupación para el pueblo; excepto el último, cuando la institución del rey comenzó a declinar.
Pero esto es otra cosa. Es un pueblo que hasta 2008-2010 vivía con miedo, bajo un régimen terrible.
Recién en los últimos años, y sobre todo desde 2015, con las grandes elecciones libres, el pueblo empezó a respirar y a comprender que podía ser artífice de su propio progreso y de su propio futuro.
Pero no quiero hacer filosofías. Les cuento las cosas que he visto y oído. Y las que han visto y oído mis compañeros, que salen y están con la gente más que yo.
Puedo decirles que esta situación ha sumido a todo el país en una gran confusión. De un día para el otro la gente se encontró retrocediendo 15 años. Nuestra Daw Mary, que nos hace la comida y nos ayuda con la limpieza de la casa, ya empezó a hablar en voz baja, como hacía antes: de estas cosas no se puede hablar abiertamente, porque nunca se sabe quién puede estar escuchando.
Mientras escribo, acaba de terminar el concierto de las ocho de la noche: 20 minutos de golpes de cacerolas con una participación coral excepcional desde todas las casas y apartamentos: asomados a las ventanas golpean cacerolas, tapas, planchas de metal ... para mostrar que hay un sentimiento común. En toda la ciudad y en todas las ciudades.
Y ese sentimiento común se ha podido ver por todas partes, en estos días de manifestaciones. En un crescendo excepcional. El lunes pasado se sucedieron las manifestaciones en todo el país, sin colores partidarios, para dejar en claro que todos están unidos en este reclamo de libertad.
Son eventos muy ordenados: de 10 a 4 de la tarde y después cada uno a su casa. A las 8 de la noche hay toque de queda. Un triste retorno a tiempos pasados.
Debo decir que la dignidad y la manera como se comporta la gente es algo impresionante. Hay un gran sentido de solidaridad: personas que ofrecen agua a los manifestantes, lugares donde se distribuye comida; jóvenes que recogen la basura después que pasan las marchas; camiones cargados de plátanos que reparten a los participantes y a todos los que pasan cerca.
Hace dos días fui a la embajada, donde algunos compatriotas habían sido convocados para coordinación . Acudí en bicicleta porque en auto nunca hubiera podido llegar; y por todo el camino encontré jóvenes, muchísimos jóvenes, y gente que los apoyaba ofreciéndonos, a ellos y a mí, agua, un envase con arroz para comer o algún postre típico ...
Había salido con un poco de miedo y volví lleno del entusiasmo de estos jóvenes, sin temor.
Los chinos que viven al frente de casa, un poco fríos y siempre ocupados con el trabajo, el otro día empezaron a ofrecer envases de arroz ya preparado, pero en grandes cantidades, a decenas y decenas de jóvenes que pasaban por aquí para ir a la manifestación.
Hay taxis que llevan a la gente a casa gratis y policías que coordinan el tráfico con gran empatía con la gente que participa en las marchas ...
Incluso el personal que trabaja conmigo, aquí en Yangon y en Taunggyi, participó en las manifestaciones. No podemos volver atrás, me decía mi jefa de proyecto, yo sé lo que eso quiere decir. Ella es hija de un catequista de una ciudad del delta y sabe bien lo que significó la dictadura del pasado.
"No queremos esto para nuestros hijos", me dijo la directora del proyecto de Taunggyi.
El otro día la fisioterapeuta que trabaja con nosotros, que es madre de una niña de dos años, me repitió lo mismo: estamos dispuestos a morir, pero no podemos volver atrás. Morimos por nuestros hijos.
La escuché fascinado por tanta fuerza, pero también sentí mucha vergüenza por dentro.
Muchas veces pienso en nuestros jóvenes, que no saben “adonde ir”, que viven sin un sentido…; pienso en nuestra pequeña Europa que se está haciendo cada vez más pequeña y cada vez más vieja, incapaz de comprender y de abrir horizontes por los que valga la pena vivir y morir, ocupada con otras cosas muy distintas …
Creo que todo esto ocurrió en un momento de gran debilidad para este país y para su presidenta. Debilidad por los diez meses de Covid-19 que realmente consumieron todas las fuerzas que el país había recuperado un poco en los últimos años. Pero debilidad también debido a una conspiración internacional que en los últimos meses ha boicoteado la imagen de la "Señora", quitándole incluso reconocimientos y cosas por el estilo. No soy politólogo y lo que escribo es solo mi opinión, como una forma de aporte, pero me parece que la superficialidad que demostraron en sus juicios algunos países europeos ha sido muy grande. Nadie ha pensado que si en Italia vivimos los "veinte años", aquí fueron tres "veinte años" sucesivos; en una población con 135 etnias reconocidas, con idiomas y culturas completamente diferentes. Superficialidad y quizás también soberbia, me parece que son dos aspectos que están presentes en nuestra Europa, formada más por "burócratas" que por pueblos. Una Europa que se avergüenza de su historia.
He visto jóvenes sin miedo, que desean vivir en libertad. El estilo de sus demostraciones está a mil años de distancia de nuestros “black-block”: hijos nuestros a quienes cultivamos y adiestramos, y que en el momento en que hace falta los hacemos salir para ... demostrar que hay rabia en el corazón de la gente ...
Aquí también hay mucha rabia, una rabia que en cambio hace surgir la solidaridad, la cercanía, la aceptación, que hace sufrir con una gran dignidad y que está dispuesta incluso a arriesgar su propio trabajo ...
Una persona que conozco me dijo hoy: me llamó por teléfono un amigo policía; no sabe qué hacer; no puede seguir así; quiere dejar su trabajo, ¿pero después qué hará? ¿Y su familia? ¿Pero cómo puede uno estar en contra de la gente?
Este pueblo merece respeto y apoyo.
Por eso, repito y vuelvo a repetir nuestra voluntad de seguir adelante, a pesar de todas las dificultades que se presentan en el horizonte.
A ustedes les pido que no se olviden de nosotros.
U Zaw Zaw
12 de febrero de 2021
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