Yakarta se dispone a fusilar a cuarenta y ocho narcotraficantes
A mediados de julio, después de la fiesta de finalización del Ramadán, dieciocho condenados a muerte serán ajusticiados. Otras treinta penas capitales se realizarán en los primeros meses de 2017. Disminuye la edad promedio de los consumidores de estupefacientes. Las víctimas son ciento cuatro mil, cada día se cuentan cincuenta decesos por sobredosis. Se cuenta con el compromiso de la Iglesia indonesia para recuperarlos, pero se necesitan más estructuras.
Yakarta (AsiaNews)- En Indonesia está todo preparado para una tercera ronda de ejecuciones grupales; tras algunas semanas de incertidumbre, ahora la fecha fue incluso dada a concoer oficialmente: hacia mediados de julio, cuando concluyan las celebraciones del Eid Al-Fitr, la fiesta que marca la finalización del Ramadán, el mes sagrado de ayuno y oración islámico. Terminarán delante del pelotón, para ser ejecutadas, dieciocho personas, todas condenadas por delitos relacionados con el narcotráfico. Además, para los primeros meses de 2017, el verdugo entrará en acción por cuarta vez para el fusilamiento de otras treinta personas que se hallan en el corredor de la muerte por venta de estupefacientes.
El ministro de justicia de la República indonesia HM Prasetyo habla de “48 figuras de relieve” del narcotráfico, que serán ajusticiadas antes de finalizar el ano próximo. A ellos, se agregan otros ciento cincuenta y dos condenados a muerte por homicidio, terrorismo y otros delitos graves. Además confirmó que todos los procedimientos ya han sido completados y que está todo listo para la tercera ronda de ejecuciones”, fijada para “julio 2016” y que se realizará en la isla de Nusakambangan.
Indonesia, la nación musulmana más poblada en el mundo, tiene una de las leyes anti-droga más severas del mundo entero, para combatir aquella que el presidente Joko Widodo definió como una “emergencia nacional”. Y en los últimos años reforzó la campaña contra los estupefacientes “en todos los campos” . Desde 1979 a 2015, se llevaron a término sesenta y seis ejecuciones capitales.
En enero de 2015 el verdugo ajustició a cinco extranjeros y a una mujer indonesia. Algunos meses más tarde, en abril, se efectuó la segunda ronda de ejecuciones (no sin críticas internacionales), con el asesinato de ocho personas, entre las cuales hubo dos australianos. En aquella ocasión, Yakarta salvó la vida de Mari Jane Fiesta Veloso, de treinta años, empleada doméstica filipina condenada a la pena capital por tráfico de drogas.
Según un reciente informe de la Agencia nacional anti-droga (BNN), cada vez son más las personas involucradas en el consumo de estupefacientes, en particular las anfetaminas, un verdadero y auténtico flagelo para muchos países del Sudeste asiático.
La edad promedio de los consumidores, que disminuye cada vez más, agrava la situación y los jóvenes son el blanco privilegiado de los grandes narcotraficantes, además de ser un mercado en continuo aumento. Cada vez más a menudi sucede que, en las escuelas y en los institutos, incluso para jovencísimos, personas carentes de escrúpulos ofrecen caramelos y dulces “rellenos” con droga, causando gravísimos daños .
Según estimaciones de la BNN, en Indonesia hay al menos 5,1 millones de consumidores de sustancias prohibidas, cuya edad va de los 15 a los 64 años. Las víctimas por droga son ciento cuarenta mil, con un progresivo aumento de los jóvenes. Cada día se cuentan al menos cincuenta decesos por sobredosis en el país, por aquella que, según muchos, se está convirtiendo en una verdadera emergencia nacional.
Una última estadística confirma la alarma: en los últimos cinco años, al menos el 50,2% de los treintañeros experimentó con drogas en al menos una oportunidad. La mayor parte de los consumidores son varones (80%) con un porcentaje inferior de mujeres (20%).
Para responder a la emergencia, desde hace algunos años, la Iglesia indonesia inició programas dirigidos a la asistencia y recuperación de los tóxico-dependientes. En junio de 2014 la Conferencia episcopal inició un plan pastoral contra la dependencia, dirigido sobre todo a recuperar a los consumidores, en particular a los más jóvenes. Quedan aún muchos problemas por resolver, el primero de los cuales es el número insuficiente de centros de recuperación: “Hasta hoy-explica a AsiaNews, Anastasia Cakunani, responsable del centro de Yayasan Sekar Mawar, en la diócesis de Bandung- tenemos sólo ciento cuarenta lugares, que no son suficientes para responder a las necesidades de un número inmenso de víctimas”.