Yakarta está lista para enviar 600.000 trabajadoras a Arabia Saudita, pero persisten las dudas sobre sus derechos
Después de diez años, Indonesia está a punto de revocar la prohibición de migración al Golfo, prometiendo una protección reforzada para los migrantes. Pero las ONG denuncian que "se priorizan los intereses económicos, no la seguridad de las trabajadoras". A pesar de contar con una enorme fuerza laboral, muchos jóvenes indonesios siguen desempleados y sin acceso a la educación.
Yakarta (AsiaNews) – Indonesia se dispone a revocar, a finales de marzo, una prohibición vigente durante los últimos diez años, para enviar trabajadores migrantes, varones y mujeres, a Arabia Saudita, después de firmar un nuevo memorando de entendimiento entre los dos países que debería garantizar una mayor protección. Así lo anunció hace pocos días el ministro de Protección de los Trabajadores Migrantes, Abdul Kadir Karding, quien declaró que el acuerdo se firmará en Yeda en las próximas semanas tras obtener el visto bueno del presidente indonesio Prabowo Subianto.
"Estamos convencidos de que el sistema de protección laboral en Arabia Saudita ha mejorado", afirmó Karding en una conferencia de prensa. "Reabriremos el programa de colocación legal de trabajadores". Indonesia quiere enviar a partir de junio hasta 600.000 trabajadores, de los cuales 400.000 serán trabajadoras domésticas y 200.000 obreros especializados, aunque no se ha especificado en qué sectores serán empleados.
Según las estimaciones del gobierno, la operación podría generar alrededor de 31 mil millones de rupias (1.890 millones de dólares) al año en divisas extranjeras. Karding explicó que los trabajadores tendrán derecho a coberturas de seguro médico, de seguridad social y de vida, además de un salario mínimo mensual de alrededor de 1.500 riyales saudíes (casi 400 dólares o unos 6,5 millones de rupias), superior al salario mínimo en Indonesia.
La prohibición anterior se impuso en 2015 debido a los graves abusos que sufrían los trabajadores indonesios en los países del Golfo, sobre todo abusos físicos y sexuales y retención del salario. Se trata de prácticas conocidas, relacionadas con el sistema que se denomina "kafala", que subordina la permanencia del trabajador al empleador, limitando fuertemente sus derechos o la posibilidad de recurrir a acciones legales.
La primera prohibición data en realidad de 2011. Revocada en 2014, la posibilidad de emplearse en el exterior permaneció en vigor solo un año, cuando Yakarta impidió que sus trabajadoras fueran a varios países de Oriente Medio que utilizan el sistema "kafala", como los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Baréin y Egipto. Hoy la mayoría de las mujeres indonesias están empleadas en otros países asiáticos como Singapur, Hong Kong y Malasia.
Sin embargo, en el último año la Agencia Indonesia para los Trabajadores Migrantes ha recibido 186 denuncias de sus ciudadanos en Arabia Saudita, lo que convierte al reino del Golfo en uno de los destinos con el mayor número de denuncias. A pesar de la moratoria, en efecto, cada año llegan a Arabia Saudita alrededor de 25.000 trabajadores indonesios a través de canales irregulares.
Las organizaciones de derechos de los trabajadores han expresado fuertes reservas sobre el memorando de entendimiento. Nuharsono (en Indonesia a menudo se usa solo un nombre), coordinador de Migrant Care, señaló al South China Morning Post que "la moratoria se basaba en casos desenfrenados de abusos, especialmente contra las mujeres", y recordó que el sistema jurídico saudita no protege adecuadamente a las trabajadoras migrantes. Según el activista, además, el levantamiento de la prohibición responde en realidad a intereses económicos de Indonesia: "Tememos que la prioridad sea el ingreso económico en lugar de la seguridad de los migrantes".
A pesar de que dispone de una inmensa fuerza laboral, la cuarta del mundo, Indonesia tiene una elevada tasa de desempleo juvenil, sobre todo debido a la escasa cualificación profesional. La productividad también es bajísima, inferior incluso a la de Tailandia y Malasia e igual a la de Venezuela. Son datos macroeconómicos que amenazan las ambiciones del presidente indonesio Prabowo Subianto, que a principios de año revisó al alza las previsiones de crecimiento económico. Sin embargo, el ex general propuso recientemente una serie de recortes en el sector de la educación, generando cierto descontento en la población. Según los expertos, Indonesia, que hasta ahora ha invertido mucho en infraestructuras y nuevas tecnologías, ha descuidado las inversiones en capital humano.
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