Xi Jinping usa la “cultura tradicional” para lanzar una nueva Revolución cultural
En el 50mo aniversario del inicio de la desastrosa campaña ideológica lanzada por Mao Zedong, su sucesor acumula poder, construye un culto de la personalidad que no tiene precedentes en la época moderna, pone en la mira a toda “influencia extranjera” que pueda “desestabilizar” a China. La feroz persecución contra los cristianos es una prueba evidente. La obsecuencia de sus subordinados no hace esperar nada bueno para el futuro. Un análisis del gran experto en China, por gentil concesión de la Jamestown Foundation. Traducción a cargo de AsiaNews.
Hong Kong (AsiaNews)- Este año se cumple el 50mo aniversario del inicio de la Gran Revolución cultural proletaria (GRCP, 1966-1976), que marca una división de aguas política y cultural para China. De èsta Jian, estrella del rock e ícono del pop chino, habló durante muchos años, cuando dijo que la Revolución cultural no terminarà en tanto y en cuanto el retrato de Mao continúe dominando la plaza de Tiananmen (Hong Kong Economics Journal, 12 de febrero 2015; VOA Chinese, 9 de febrero de 2014) Si bien China ha atravesado una masiva transformación económica y social desde los tiempos de la Revolución cultural, algunos recientes acontecimientos están haciendo reflexionar a intelectuales e incluso a algunos funcionarios gubernamentales liberales, acerca de la posibilidad de que la Revolución cultural esté regresando, aunque de otra forma.
Incluso hasta algunos ancianos del Partido comunista chino (PCC) reflexionan sobre dicho tema. En el pasado mes de diciembre, Yu Youjun -ex gobernador de la provincia de Shanxi y Secretario del Partido en el ministerio de la Cultura- sostuvo que “el suelo para la revolución cultural sigue todavìa fértil, y particularmente, siendo que la población no tiene una conciencia profunda y razonada de dicho movimiento”. Y agregó: “Podría en parte volver, si se verifican algunas condiciones históricas” (South China Morning Post,15 de diciembre de 2015; Ming Pao, 14 de diciembre de 2015). Sus comentarios nacen, en parte, del hecho de que los líderes chinos están ejercitando una influencia cada vez mayor sobre la vida espiritual y cultural del pueblo. Este esfuerzo de cerrar las mentes de los chinos está vinculado también a un ferviente culto de la personalidad que se está erigiendo en torno a la figura del presidente Xi Jinping.
Revivir y re-imaginar la cultura
Las modernas figuras autoritarias chinas- desde Mao Zedong a Xi Jinping- siempre han considerado la “cultura” como un medio para imponer el proverbial yiyatang, la “habitación a una voz”, en modo particular sobre la èlite intelectual y sobre la sociedad civil nacional. Acallar a cualquier otra voz significa asegurarse de que reina es una “mono-cultura”. No es casual que, durante la Revolución cultural, un número desconocido de libros raros y extranjeros- así como objetos de arte- hayan sido quemados o destruidos. Quienes se suicidaron no fueron solamente los dirigentes comunistas caídos en desgracia, sino también hombres de letras famosos a nivel mundial, como el gran escritor Lao Shi.
Desde que tomó el poder, hace tres años, el presidente y Secretario general del Partido comunista chino, Xi, inició una campaña para “hacer revivir la cultura china”. Envuelto en el màs conocido mantra de Xi- “el sueño chino”- está el concepto del “gran renacimiento del pueblo chino”. Este revival cultural juega un rol primario en este objetivo súper-nacionalista de un espectacular renacer de los valores y de la visión del mundo chino (People´s Daily, 25 de septiembre de 2014). Visitando el santuario de Confucio en Qufu, en la provincia de Shangdong, Xi relacionó de manera explícita la cultura y el poder nacional, destacando que “la fuerza de una nación y de un pueblo es sostenida por una cultura vigorosa” y que “el prerrequisito de una gran renacimiento del pueblo chino es el desarrollo y la prosperidad de la cultura china” (Xinhua, 26 de noviembre de 2013)
Para Xi y sus colegas que trabajan en el ministerio de la Cultura y en el departamento de la propaganda del PCC, la cultura debe servir a la finalidad utilitarista y política de aumentar la fe del pueblo en “el socialismo con características chinas”- y en el dominio del partido. Como repitió Xi “el núcleo crítico de la fuerza global de una nación es el soft power (poder blando) cultural”. “Debemos reforzar nuestra confianza en la teoría, en el sendero y en las instituciones (del socialismo al estilo chino)”. “Fundamentalmente, necesitamos de una confianza cultural en nosotros mismos” (Xinhua, 25 de junio de 2015; People´s Daily, 15 de noviembre de 2014). Subrayar la “confianza cultural en nosotros mismos”, obviamente, presupone que la cultura malsana y vulgar- y en particular la occidental, que el Presidente Mao definió como “semillas envenenadas”- no puedan encontrar lugar en la China socialista.
En parte para fomentar las llamas del nacionalismo, y en parte para justificar el rechazo de los valores occidentales o universales por parte de Beijing, Xi decidió dibujarse como un férvido campeón de la cultura nacional china. Durante un encuentro del Politburó de 2014, declaró que “mantener y desarrollar los valores socialistas fundamentales es un trabajo que debe estar anclado en la superior cultural china”. “Abandonar las tradiciones y perder nuestros fundamentos- agregó el líder supremo- significa cortar nuestras venas espirituales” (Xinhua, 26 de febrero de 2014). El énfasis puesto por Xi en purificar la cultura tiene un impacto directo sobre el esfuerzo dirigido a prohibir los así llamados “pensamientos e ideologías” occidentales de las universidades, por parte del aparato partidario y el Estado.
Ortodoxia roja
Mientras que sería una exageración afirmar que la dirigencia quiere hacer resucitar a los Guardias Rojas, Xi - respecto a los ex presidentes Jiang Zemin y Hu Jintao - puso más atención en saturar el “campo de batalla” (o sea la instrucción superior) de ideales ortodoxos. Antes de celebrar un año de su toma del poder, Xi aprobó el famoso Documento n° 9, que prohíbe a los docentes de los colegios discutir sobre siete argumentos tabú en las clases de estudio: entre éstos están las ideas democráticas de occidente, la libertad de prensa, la sociedad civil y la independencia del sistema judicial (Apple Daily, 9 de mayo de 2014; BBC Chinese, 19 de agosto de 2013)-
El ministro ultra- conservador de la Cultura, Yuan Guiren agregó el año pasado que el partido y las autoridades educativas debería “no permitir en ningún modo que aparezcan en las clases de estudio visiones y opiniones que ataquen o juzguen a los líderes del Partido o poner en duda al socialismo” (Xinhua, 29 de enero de 2015; Ming Pao, 31 de enero de 2015). Mientras que la práctica de “rusticar” (enviar al campo, ndr) los estudiantes de liceo y de la universidad fue abolida a fines de los años setenta, algunos simples liceos de nivel nacional iniciaron en los últimos años a alentar a los estudiantes a pasar las vacaciones veraniegas o invernales en el campo, para estar más cerca de los campesinos y aprender los valores socialistas (Hainan Daily, 5 de noviembre de 2015; Beijing Youth Daily,27 de marzo de 2015)
El año pasado causo mucha discusión el anuncio por parte de la Oficina general del Grupo central para la gestión de los negocios del ciberespacio (Clgca) y de la Liga comunista juvenil de un plan para reclutar unos diez millones y medio de “jóvenes voluntarios para la civilización de internet”. A cada universidad mayor le fue asignada una cuota de diversos miles de voluntarios a reclutar: el trabajo de ellos es asegurarse que cada material políticamente incorrecto u “occidentalizado” sea prohibido en internet y en las redes sociales (South China Morning y BBC Chinese, 7 de abril de 2015). El Secretario general de la CLGCA, Lu Wei, también vice director del Departamento de propaganda, pidió a los voluntarios que construyan “la confianza en la teoría, en el sendero y en las instituciones del socialismo”. Lu, considerado uno de los protegidos de Xi, luego instruyó a los jóvenes censores y controladores estimulándolos a “combatir sin pausa co0ntra los rumores cacofónicos y los ritmos y los espíritus malvados de internet” (Xinhua, 4 de marzo de 2015); China Youth Daily, 3 de marzo de 2015). Como Xi ama repetir, construir una civilización espiritual “se debe iniciar con los niños y en las escuelas. Debemos asegurarnos que las semillas de nuestros valores de base se apeguen y crezcan en los corazones de los jóvenes” (Xinhua, 28 de febrero de 2015).
Crear una civilización espiritual china
En la mira del Partido existen en este momento otras influencias “extranjeras”. La administración Xi está tratando de hacer de las religiones no tradicionales, como el cristianismo, más compatibles con los valores chinos. Parece que exista esta voluntad detrás de una de las tácticas más duras usadas por Beijing, que ya desde el año 2014 atacó con violencia tanto a las iglesias oficiales como a aquellas domésticas, del Zhejiang y de otras provincias. La dirigencia del Pcch - que ve en el cristianismo un ejemplo de la “colusión” entre elementos internos desestabilizadores y fuerzas externas contrarias a China - quiere promover una especie de “contra-infiltración” inyectando la cultura china en las actividades de las comunidades cristianas en rápido crecimiento (China Christian Net (Beijing),23 de noviembre de 2015).
Como dijo un activista de Guangdong, miembro de una iglesia doméstica, el presidente Xi “es un ferviente promotor de la cultura china”. “Quiere cambiar la naturaleza de la Iglesia cristiana introduciendo elementos de la civilización china y características del modo chino de cómo hacer las cosas”. Es verdad que el Pcch tiene, ya desde los años cincuenta, puso bajo presión a la Iglesias cristianas para alentarlas a someterse a la dirigencia y al control del Movimiento patriótico de las Tres autonomías y del Consejo cristiano de China (para los protestantes) y de la Asociación patriótica de los católicos chinos (para la Iglesia católica). Pero en realidad la finalidad principal del así llamado lianghui (o “las dos organizaciones protestantes oficiales”) es asegurarse que las autoridades cristianas no minen la autoridad del Partido-Estado.
Hecha excepción por la Revolución cultural, las iglesias “oficiales”, para distinguirlas de las iglesias domésticas, que rechazan ser controladas por el lianghui - no han sufrido en manera directa la intervención ideológica y doctrinal del Partido. La agresiva “sinización del cristianismo”, lanzada en el año 2013 y puesta en evidencia por la nueva política de la llamada wujin (literalmente “cinco penetraciones” o las “cinco introducciones”) y wuhua (“cinco transformaciones”), iniciada en la provincia de Zhejiang. Xi, que fue Secretario del Partido de Zhejiang desde el año 2002 al 2007, parece haber querido hacer partir este experimento de una región que por siglos ha llevado adelante una interacción con las organizaciones cristianas del Occidente (Initium.com, 1 de septiembre de 2015; Christiantoday.com; 14 de agosto de 2014).
Wujin consiste en esto: “Políticas, leyes y reglamentos (del Partido-Estado) deben ser introducidos en las iglesias; tratamiento médicos y sanitarios deberían ser introducidos en las iglesias; la cultura de la ciencia popular deberían entrar en las iglesias; el concepto del sostener a las personas en dificultad debería ser introducido en las iglesias; la idea del construir la armonía debe entrara en la iglesias”. Wuhua incluye: “Localización de las iglesias; regularización de la gestión de las iglesias; la bendihua (“indigenización”) de la teología, hacer transparentes las financiaciones de las iglesias; hacer que las doctrinas de las iglesias como shiying (“compatibles”)“ (VOA Chinese, 27 de noviembre de 2015; Radio Free Asia; 31 de julio de 2015).
La formulación de los nuevos reglamentos parece bastante cargada. Por ejemplo, promover la “ciencia popular” presupone (asumir) que las iglesias difundan creencias no científicas o incluso los cultos. El concepto de “armonía”, desde los días del presidente Hu, fue interpretado como valores que están en sintonía y en sincronismo con las doctrinas del Pcch y los ideales del partido sobre la estabilidad social. El wuhua tiene consecuencias aún de más largo tiempo para el desarrollo del cristianismo en China: “localizar y volverlas indígenas” a las doctrinas y a las actividades significa hacerlas compatibles con los valores - ya sea como las normas tradicionales chinas que el socialismo con características chinas- que la dirigencia de Xi está ferozmente difundiendo en la sociedad china.
Durante la Revolución cultural templos, iglesias, monasterios y monumentos religiosos de toda China han sufrido daños de diversos niveles. Desde cuando Xi subió al poder hace tres años se reforzaron las restricciones a las actividades religiosas de los musulmanes de Xinjiang y de los budistas del Tíbet. Hasta las más pobladas provincias orientales han sufrido represiones. Sólo en Zhejiang 1.200 cruces han sido arrasadas y quitadas de las iglesias oficiales y no oficiales, mientras miles de manifestantes cristianos fueron golpeados por la policía o han sufrido un día de arresto (Radio Free Asia, 7 de enero; Hongkongfp.com, 27 julio de 2015).
La drástica disminución del espacio público concedido a intelectuales, organizaciones no gubernamentales y organizaciones religiosas en China evalúa las opiniones del hace poco difunto, Du Runsheng sobre la Revolución cultural. Aclamado reformista que entre sus discípulos una vez contaba a un miembro de la Comisión permanente del Politburó, Wang Qishan, Du dijo sobre la Gpcr y sobre otras campañas ideológicas similares lanzadas por Mao: “Sin un pensamiento independiente, mil millones de cerebros son iguales a un cerebro individual. Los errores realizados por uno son replicados por todos. Debemos aprender de estas horribles lecciones de la historia” (Financial Times Chinese, 5 de noviembre de 2015; Finance.sina, 4 de noviembre de 2015).
El culto de la personalidad de Xi
Mientras el ultra-ambicioso líder acumula sobre sí siempre más poder, alrededor de él es construido en manera febril el culto de la personalidad (China Brief, 5 de mayo de 2015). Desde fines del 2015, los medios del Estado han dado a Xi el título de “centro de la dirigencia del Pcch”. En un ritual que reporta a la mente la era maoísta, los funcionarios más importantes han declarado en varias ocasiones la propia fidelidad al principito de sesenta y dos años. En el sólo diciembre de 2015, los jefes del Partido de Tianjin, Sichuan, Anhui, Hubei, Guangxi y Mongolia del interior han expresado “lealtad incondicionada” al “Secretario general Xi Jinping, centro de la dirigencia del Pcch” (Aplle Daily,1 de febrero; Phonix TV, 31 de enero).
Conclusión
Al lado del consolidamiento del poder de Xi, creció mucho también su influencia sobre las vidas culturales, espirituales y personales de sus connacionales. A diferencia de sus predecesores, Jiang Zemin y Hu Jintao, que eran productos de compromisos - tecnócratas con poderes limitados - Xi tiene el capital político para ponerse en el centro del palco como ningún otro líder moderno ha tenido antes que él. Dados estos desarrollos, no se puede excluir la posibilidad que Xi - tras las huellas de Mao - pueda desencadenar un movimiento ideológico en alguna forma similar a la Revolución cultural para imponer uniformidad de pensamiento y consolidar aún más su poder.
08/10/2020 16:49
17/05/2016 11:02