Washington aprueba la venta de armas a Arabia Saudita por 1,5 millardos
El contrato prevé la entrega de 200 tanques de guerra, armas y asesoramiento militar. Riad promete combatir el Estado islámico, pero usa las armas para atacar a sus rivales en la región. Son solamente 10 los cazas sauditas que participan de la coalición anti-Daesh, en tanto cientos de ellos son utilizados en Yemen contra los rebeldes Houthis. Diplomático francés: con el tráfico de dinero y armas, Occidente se está construyendo un enemigo en su propia casa.
Riad (AsiaNews) - A pesar de las reiteradas denuncias de violaciones a los derechos humanos en el conflicto de Yemen y a sus conexiones con las galaxia extremista islámica, el Departamento de Estado de los EEUU está a punto de aprobar una venta de armas a Arabia Saudita por un valor de 1,5 millardos de dólares. El contrato estipulado por las partes prevé asimismo la entrega de 130 tanques de guerra Abrams, una potente máquina de guerra terrestre, además de armas y asesoramiento de variado tipo.
La alianza de Riad y Washington en el plano militar y bélico es de larga data. Tomando en consideración solamente el año pasado, los Estados Unidos vendieron equipamiento militar y armas a su contraparte saudita por un valor global equivalente a 20 millardos de dólares.
Fuentes de Defensa estadounidenses subrayan que la venta de tanques permitirá reforzar el potencial de las tropas terrestres en el reino, así como mejorar la coordinación y la operatividad entre las fuerzas americanas y sauditas. La misma también testimonia el “compromiso” de Washington “por la seguridad de Arabia Saudita” –más allá de las recientes tensiones surgidas- y la “modernización” del armamento.
La Cámara de los Estados Unidos tiene un plazo de 30 días para bloquear la venta, pero la hipótesis de una oposición por parte de los diputados parece ser bastante improbable, más allá de algún que otro descontento o protesta. En efecto, una parte de la Asamblea recuerda las víctimas civiles provocadas por los ataques aéreos de Riad en Yemen.
En muchos casos, de hecho, en lugar de combatir al Estado islámico (EI) y a la galaxia yihadista, los sauditas atacan a los grupos rebeldes chiíes cercanos a Irán, enemigo histórico suyo en la región de Oriente Medio.
Desde el inicio de la intervención militar de Arabia Saudita en Yemen, en marzo del año pasado, se han registrado cientos de víctimas civiles. En el marco de la intervención, Riad habría utilizado las que se conocen como bombas de racimo, de fabricación estadounidense, un arma de guerra terrible y de efectos imprevisibles, que ha sido prohibida por 119 naciones del mundo. Además, Arabia Saudita ha proporcionado sólo diez cazas a la coalición abocada a la lucha contra Daesh [acrónimo árabe para el Estado islámico] en Siria e Irak, mientras que ha desplegado al menos un centenar de ellos en Yemen para luchar contra los rebeldes Houthis.
Sin embargo, no sólo Estados Unidos figura entre las grandes naciones de Occidente que venden armas a Estados que, de diversa manera, alimentan vínculos con extremistas o toleran su gesta. Países como Francia y Gran Bretaña han traficado y continúan alimentando la venta de armas en Arabia Saudita y Qatar, agudizando así la inestabilidad en la región.
En un largo análisis publicado en Le Monde, el ex diplomático y experto en política internacional Laurent Bigot subraya cuán entrelazadas se encuentran las guerras de Oriente Medio con la escalada de eventos terroristas en el corazón de Europa. El estudioso muestra que hace por lo menos dos décadas que es Occidente mismo quien está “edificando a sus propios enemigos”, desde Osama bin Laden a los milicianos del Estado islámico (EI), lo cual constituye al mismo tiempo una “respuesta” a las persecuciones de los sunitas promovidas por el gobierno del chií Nouri al Maliki en Irak, apoyado por Washington.
El “cuco” de la guerra declarada al EI no es más que un pretexto tras el cual se celan “comercios” –que incluyen también armas y vehículos- con Riad y Doha, considerados “entre los principales patrocinadores del oscurantismo religioso y del terrorismo”. La de los yihadistas es una guerra que no se resuelve ni siquiera “cortando las vías” utilizadas por los milicianos “para el contrabando de petróleo”, que conforma uno de los principales recursos usados para financiar la guerra y adquirir armas.
Y hay aún más, la decisión de limitar el uso de dinero en efectivo a miles de euros, cuando hay un flujo de millones -cuando no de millardos de dólares- en billetes que transitan por los paraísos fiscales y el sistema bancario, y alimentan los negocios de los señores de la guerra. O también, tal como denuncia Bigot, “el apoyo francés a al Nusra, cuya ideología no tiene nada que envidiar a Daesh” y la “entrega de armas a los [llamados] rebeldes en un área del mundo que ya está saturada de armamento”.
El experto invita a la comunidad internacional, y a Occidente en particular, “a abrir los ojos frente a sus incoherencias”, porque éstas “terminarán costándonos muy caro”.
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