Vicario de Anatolia: la condena del padre Aho ‘es sorprendente: no hubo delito’

Mons. Bizzeti recuerda que "es una tradición milenaria dar pan y agua a quien llama a la puerta" de un convento. El religioso estaba convencido de su inocencia, y por eso se negó a ser asistido por un abogado. Se espera que se den a conocer los "motivos de la sentencia". Todavía es "prematuro" afirmar que hay cuestiones políticas o religiosas detrás del caso.

Roma (AsiaNews) - “Es sorprendente” la condena de 25 meses contra el monje asirio Sefer Bileçen, quien fue declarado culpable de brindar ayuda a una organización terrorista. Desde el mes de noviembre, se pensaba que él sería absuelto, ya que, claramente, “el hecho no existe". Son las palabras de Mons. Paolo Bizzeti, vicario apostólico de Anatolia y presidente de Cáritas nacional, al comentar a AsiaNews la sentencia del 7 de abril contra el religioso, más conocido por el apodo de "Padre Aho". "No había ninguna hipótesis concreta de delito -continúa el prelado- fundamentalmente porque es una tradición milenaria de los monasterios dar pan y agua a quien llama a la puerta".

En los últimos días, la condena del religioso generó profunda consternación y asombro. Su culpa, si es que puede definirse así, es haber dado comida a algunas personas que se presentaron a la puerta del monasterio. Según el fiscal del Tribunal Penal Superior de Mardin, estas personas eran exponentes del movimiento pro-kurdo PKK. Custodio de la antigua institución sirio-ortodoxa de Mor Yakup, Abba Aho siempre se ha declarado inocente desde el día de su arresto, el 9 de enero de 2020 (fue liberado cuatro días después). La acusación lo culpa de "pertenecer a una organización terrorista", el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), proscripto por Ankara.

Para los monasterios cristianos", dice Mons. Bizzeti, "es una tradición milenaria garantizar comida y bebida a quien llama a la puerta, sin hacer distinciones entre las personas en base a su credo o etnia. Abuna Aho actuó totalmente de buena fe, siguiendo la tradición cristiana. Tanto es así, que ni siquiera consideró necesario contratar a un abogado para que lo defendiera durante el juicio. Repitió varias veces a los magistrados que había "dado a cualquiera, como hago siempre" porque es un gesto de caridad que no se le niega a nadie".

El caso genera preocupación por la manera en que se ha ido perfilando y desarrollando; sin embargo, el vicario de Anatolia invita a mantener la calma. Primero “hay que leer los motivos en los que se basa la sentencia - cuando esta se publique-, con la mayor transparencia”. Recientemente, grupos y movimientos de activistas organizaron campañas para recoger firmas y pedir la liberación del monje, que serán difundidas en estas horas, tras la sentencia. En este sentido, el prelado subraya que "es justo llamar la atención sobre el asunto, pero también hay que tener cuidado de no explotarlo y hay que conocer primero las razones que determinaron el veredicto de los jueces".

La noticia, continúa Mons. Bizzeti, fue difundida por los medios de comunicación turcos y, en el contexto de una "nación multicultural, cada uno dio su propia lectura y comentario". Decir que hay cuestiones políticas o de fe detrás del veredicto es "prematuro", pero no se pueden negar señales preocupantes: entre ellas, la transformación en mezquita de las antiguas basílicas de Santa Sofía y San Salvador en Chora, la desaparición de una pareja de ancianos cristianos, la retirada del Convenio de Estambul [sobre la protección de las mujeres] o el asunto de la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen. Ayer también hubo un ataque muy duro del primer ministro italiano, Mario Draghi, contra el presidente Recep Tayyip Erdogan: "Con estos dictadores - llamémosles por lo que son-", dijo Draghi, "aunque se los necesite, hay que ser franco a la hora de expresar las diferentes opiniones y visiones de la sociedad". Ankara respondió inmediatamente (y con furia), convocando al embajador italiano.

En el llamado "Sofá-gate" y en estos últimos acontecimientos, subrayó el obispo, "el problema no es tanto Turquía, sino Europa, que es incapaz de exigir un protocolo adecuado". Además", concluye, "en lo que respecta al tema de la violencia contra la mujer, no se salvan ni siquiera las naciones occidentales, donde hay muchas declaraciones de principios pero en la práctica el problema es más amplio".