Vicario de Anatolia: Pascua entre las víctimas del terremoto de Antioquía, un 'signo de esperanza’
El obispo Bizzeti celebró la misa dominical con el padre Antuan Ilgıt y unos ochenta fieles en la gruta de la iglesia de San Pedro. Asistieron cristianos locales, voluntarios y dignatarios, entre ellos el embajador de Corea. Fue un momento de "consolación" para la comunidad afectada por el terremoto. Como las mujeres del pasaje evangélico, no hay que perder el "coraje".
Hatay (AsiaNews) - Fue una "hermosa" celebración, que unió "a los cristianos que han permanecido, a los voluntarios que vinieron a colaborar durante la emergencia del terremoto y a algunos extranjeros", incluido "el embajador de Corea en Turquía. Fue un momento muy emotivo". En diálogo con AsiaNews, mons. Paolo Bizzeti, vicario de Anatolia, se refiere a la misa del domingo de Pascua que se celebró en la gruta de la iglesia de San Pedro de Antioquía, epicentro de la devastación provocada por el terremoto del 6 de febrero. Más de dos meses después, la ciudad todavía lleva las marcas de la destrucción en cada calle, en cada esquina, en cada plaza. "Estamos muy agradecidos y agradecidas a las autoridades turcas, que nos han permitido celebrar la misa”,continuó el prelado. “Este momento representa un signo de esperanza, también y sobre todo para la comunidad local".
Los cristianos de la provincia de Hatay esperaban desde hacía tiempo poder celebrar la fiesta, a pesar de las numerosas dificultades, como la obtención de permisos para acceder a una zona marcada por la devastación y los escombros por doquier. La gruta en la que se encuentra el lugar de culto está en el monte Silpio, que domina la ciudad, y precisamente "desde la terraza" de la iglesia, dice monseñor Bizzeti, es posible observar "las ruinas" que dejó el terremoto. "Pudimos celebrar según el pasaje del Evangelio de Mateo (Mt 28,2) del Domingo de Pascua”. En el relato evangélico, “las mujeres tienen la experiencia de un terremoto" y ven "al Ángel del Señor: nosotros también tuvimos esta experiencia" que "engloba y exalta" la metáfora evangélica.
Una emisora local filmó el oficio, al que asistieron unas 80 personas, y esto permitió difundirlo y compartirlo más ampliamente. La policía y los responsables del edificio que "hoy es un museo", explicó el vicario, "colaboraron mucho", permitiendo a la comunidad (1.200 familias antes del terremoto, unas 6.000 personas) "vivir un momento de paz y fraternidad". "Había un clima positivo, para los lugareños fue un momento de gran consolación", subraya el prelado, que llegó junto con algunos fieles en autobús, desde Iskenderun. "Los cristianos nos recibieron cálidamente. Al fin y al cabo, Antioquía ha sufrido otros terremotos a lo largo de su historia, no es la primera vez, y esto también es un signo de continuidad, de un camino que no se detiene y vuelve a empezar”.
También celebró la misa el padre Antuan Ilgıt, jesuita y obispo canciller del vicariato apostólico de Anatolia, que pronunció la homilía, recordando que el desafío es mantener viva la esperanza, mirando a Cristo resucitado en el día de Pascua. Como las mujeres que "no pierden el coraje" y "no se rinden ante la desesperación de la muerte", subrayó el sacerdote recordando el pasaje evangélico, así nosotros "tenemos mucho que aprender" de ellas en términos de "sensibilidad, fe y determinación". Las piedras del prejuicio, la condena, los celos, la calumnia y la hostilidad "destrozan nuestras comunidades", observó el sacerdote. Se nos invita a ver "ese lugar de muerte" que ahora forma parte de la Turquía asolada por el terremoto "para buscar a Jesús". Debemos retomar la búsqueda del Señor", "desde esa tumba, y comenzar con un corazón humilde, no con orgullo y arrogancia", concluyó el P. Antuan,
Mientras tanto, en Antioquía sigue la emergencia con "cientos de camiones cargados de escombros, que crean terribles nubes de polvo", dice Mons. Bizzeti. Esto demuestra que la ciudad sigue siendo "inhabitable: se multiplican los barrios de chabolas y los campamentos de tiendas de campaña". Incluso en las colinas del oeste, que visité personalmente, hay muchas casas dañadas, y una devastación inimaginable". Los daños también son considerables en el campo, donde los derrumbes se han visto favorecidos por la precariedad de las construcciones". En cuanto a la ayuda, prosigue el prelado, "todavía tenemos provisiones y productos de primera necesidad, el verdadero problema es la vivienda: el gobierno ha prohibido construir obras durante al menos un año en Antioquía, donde sólo habrá tiendas de campaña". Esperamos que no se demoren demasiado en la elaboración del plan urbanístico". A medida que pasan los meses, surgen problemas estructurales y se hace fundamental "repensar" la ciudad: "Espero que lo ocurrido sea una oportunidad para realizar una investigación arqueológica entre las casas derrumbadas, donde podrían surgir ruinas antiguas y hallazgos interesantes para relanzar el turismo en la región, a futuro", concluye el vicario de Anatolia.
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