Unidad y fraternidad: una JMJ 'paralela' para miles de libaneses y sirios
Al menos 1.400 jóvenes en Bzommar y más de mil en Maarret-Saydnaya se reunieron en coincidencia con los días que el Papa Francisco estuvo en Lisboa. Un "signo de esperanza" y un "modelo exitoso" para el futuro de la Iglesia en un Oriente Medio en proceso de cambio. La falta de respuesta a la necesidad de unidad.
Beirut (AsiaNews) - Al menos 1.400 jóvenes libaneses y más de mil sirios de la misma edad respondieron a la convocatoria de la coordinación central de las respectivas Iglesias católicas y para participar en una serie de encuentros siguiendo el modelo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se llevaba a cabo en Lisboa. El encuentro libanés se realizó en el convento armenio-católico de Bzommar, sede del patriarcado homónimo, en el corazón del país maronita, y los jóvenes participantes fueron alojados en 13 conventos de la región. En Maarret-Saydnaya, Siria, las reuniones tuvieron lugar en la iglesia de Mar Elias (San Elías) y los jóvenes también se alojaron en los conventos de los alrededores.
Los dos encuentros, del 3 y del 6 de agosto, los primeros de este tipo en ambos países, coincidieron con los días que el Papa Francisco estuvo en Portugal, y fueron emocionantes "signos de esperanza" para los jóvenes que participaron. Los encuentros constituyen una primera respuesta de las respectivas Iglesias a los jóvenes frente a la inmensa necesidad de espiritualidad, humanidad y ayuda económica y moral que ellos tienen. Con el apoyo en varios frentes de L'Oeuvre d'Orient y de Ayuda a la Iglesia que sufre (ACS), estos dos eventos fueron concebidos y organizados pensando en aquellos que, por razones económicas, no podían pagar un pasaje a Lisboa.
Monseñor Jules Boutros, coordinador de la JMJ Líbano en la Asamblea de Patriarcas y Obispos Católicos del Líbano (APECL), y director de la pastoral juvenil de la Iglesia católica siríaca, afirma estar "asombrado por la belleza de la Iglesia libanesa y de los jóvenes". "Ellos sentían una inmensa gratitud - añade -, al saber que la Iglesia está siempre cerca y hace todo lo posible" para responder a sus necesidades. "Me voy con el corazón lleno de esperanza", le hace eco el p. Ra'fat Abou Nasr, responsable de la pastoral juvenil de la Iglesia católica greco-melquita, quien coordinó el encuentro en Maarret-Saydnaya (Siria).
Ambos eventos se caracterizaron por un ambiente de genuina alegría y un clima festivo. Para uno de los jóvenes participantes, el hecho de que el encuentro de Bzommar coincidiera con la JMJ de Lisboa marcó la diferencia. "Fue esto - admite - lo que me empujó a venir". En los que asistieron al encuentro era evidente un profundo sentimiento de gratitud hacia los organizadores y hacia todos aquellos que se habían esforzado, económica y materialmente, para hacerlo posible. Incluso los tiempos de los dos encuentros siguieron el programa de Lisboa: catequesis, misas, talleres, vía crucis, recreación, adoración, confesiones, vigilia y misa de clausura. La presencia de los nuncios apostólicos en Líbano y Siria, monseñor Paolo Borgia y cardenal Mario Zenari, y de los patriarcas y obispos, reforzaron la percepción de estar participando en la JMJ.
Sed de unidad y fraternidad
"Hemos visto jóvenes sedientos de unidad y fraternidad en un país fragmentado y dividido por las circunstancias políticas", afirma Mons. Jules Boutros, el obispo libanés más joven, con sólo 40 años. El prelado es perfectamente consciente de las carencias de la sociedad y de las Iglesias locales a la hora de ayudar a los jóvenes a afrontar las dificultades que encuentran. La crisis del empleo es una de ellas. El comienzo del nuevo año académico en un país en bancarrota debido al mal gobierno y la corrupción es otro elemento de preocupación, seguido del colapso de la moneda nacional. “Para algunos - dice el obispo - es un problema existencial: ¿quedarse o irse? ¿Qué futuro nos espera aquí? ¿Cuál es el papel de los cristianos en Oriente? ¿Dónde encontraremos los recursos necesarios para vivir una vida digna, para ingresar a la universidad, para pagar el seguro de salud?”.
Hay que reconocer que en este caso la respuesta de la Iglesia Católica, en sus diversas formas orientales, no ha sido brillante. El P. Ra'fat insiste: "Somos una sola Iglesia, no diferentes Iglesias". Y aquí toca una de las debilidades de las Iglesias orientales: su falta de coordinación, su incapacidad para trabajar juntas. Una incapacidad que los encuentros de Bzommar y Saydnaya desmienten en forma evidente. No obstante, estos eventos siguen siendo una excepción y no la regla.
Mons. Boutros resume la situación con sobriedad: “Nuestras Iglesias deben estar más cerca de los jóvenes -subraya- a nivel material y pastoral. Tienen que unir fuerzas. Nos falta visión. ¡No veo que haya suficiente en los líderes de nuestra comunidad!". Desde este punto de vista, es una opinión ampliamente difundida que las Iglesias católicas orientales todavía no han sido capaces de responder adecuadamente a la urgente necesidad de unidad -que también reclaman los jóvenes- en un Oriente Medio en pleno proceso de cambio.
