Una canción sobre los tártaros de Crimea es la ganadora de Eurovision 2016. Rusia, ofendida.
La cantante ucraniana Jamala conquista el festival de canto relatando, a través de la música, las deportaciones en masa llevadas a cabo por Stalin, con una condena implícita a la anexión de la península por parte de Moscú, y a las presiones que los tártaros están viviendo en este momento. El participante ruso, que era el gran favorito, llega tan sólo al tercer puesto. Para Moscú, se trata de una “victoria política”.
Moscú (AsiaNews/Agencias) – Jamala, cantante ucraniana de 32 años, resultó ganadora del concurso musical Eurovision 2016, con una canción sobre las deportaciones en masa de la minoría de los tártaros en Crimea, que fueron ordenadas por Stalin durante la Segunda Guerra Mundial. El texto representa, a la vez, una condena implícita a Moscú, por su anexión de la península en el año 2014.
Los tártaros, grupo étnico de fe musulmana, desde un inicio de opusieron fuertemente a la independencia de Crimea de Kiev, y luego al ingreso en la Federación Rusa – ratificada a través de un referéndum popular llevado a cabo en 2014, pero que jamás fue reconocido por la comunidad internacional-. Actualmente, este grupo está viviendo fuertes presiones por parte de las nuevas autoridades crimeas. Es por esto que el texto reviste mayor actualidad aún.
A pesar de las protestas de Moscú, el organismo que supervisa el festival, la Unión Europea de Radiodifusión, ha decidido, de manera excepcional, admitir una canción de contenido político. El tema “1944” se ha vuelto, por ende, una de las más controvertidas canciones ganadoras en toda la historia del concurso de canto –que es muy seguido en los países de la ex URSS- y ha logrado derrotar al gran favorito: el concursante ruso Serghei Lazarev, lo cual ha encendido fuertes polémicas entre Moscú y Kiev.
Jamala conquistó la final en Estocolmo con 534 puntos, seguida por la concursante australiana Dami Im con 511 puntos, y por Lazarev con 491. La aguja de la balanza fue el jurado de los expertos de las naciones, mientras que la votación popular habría dado la victoria al ruso. Por esto, Moscú inmediatamente se pronunció a los gritos contra una victoria “política”.
“No fue la cantante ucraniana Jamala y su canción “1944” quienes ganaron Eurovision 2016. Sino que fue la política, que derrotó al arte” dijo el senador Frants Klintsevich, que fue citado por las agencias rusas, pidiendo a Moscú que boicotee la próxima edición del concurso, que será hospedada, justamente, por Ucrania. Le respondió el diputado de la Verkhovna Rada de Kiev, Anton Gerashchenko, quien advirtió que en la próxima edición podrán participar sólo aquellos artistas que “consideren la toma de Crimea y la ocupación del Donbass (región de Ucrania oriental) como un crimen, y que no ofendan la dignidad nacional de Ucrania”.
El presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado Ruso, Konstantin Kochachev, dijo que la victoria de Eurovision alentará a la plana de líderes filo-occidentales de Kiev, y que el difícil proceso de paz será ulteriormente puesto en riesgo. La vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Moscú, Maria Zakahrova, comentó la cuestión con sarcasmo en Facebook, sugiriendo que, en la próxima edición de Eurovision, para ganar deberá llevar una canción acerca del “sanguinario” Bashar al-Assad, el presidente sirio apoyado por el Kremlin en el conflicto.
Sin embargo, hay quien ha preferido suavizar el tono, como fue el caso de Lazarev mismo, que elogió a Jamala y se negó a dejarse arrastrar por las polémicas.
Muy distinta fue la reacción de Ucrania, donde Jamala recibió las congratulaciones del presidente Petro Poroshenko. "Si cantas con la verdad, puedes conmover verdaderamente el corazón de la gente” comentó la cantante, cuyo texto fue inspirado por la situación vivida por su bisabuela, una tártara oriunda de Crimea. “Estoy triste por lo que está sucediendo en Crimea, espero que todo marche bien”, agregó luego, refiriéndose a la última serie de ataques, arrestos y prohibiciones contra los tártaros, llevados a cabo por las autoridades crimeas.
Jamala, cuyo nombre verdadero es Susana Jamaladinova, nació en Kirguistán, país donde su familia se exilió durante la Segunda Guerra mundial. La artista nunca volvió a la ex península ucraniana –donde aún viven sus padres y parientes- luego de que ésta fuera anexada a Moscú. Desde el palco, durante la premiación, gritó: “¡Paz y amor a todos! ¡Gloria a Ucrania!”.
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