El P. Bruno Saint-Girons, misionero francés del MEP, fue párroco durante 15 años en la metrópoli del sudeste asiático que actualmente visita el Papa. Habla con AsiaNews sobre la vida cotidiana de sus comunidades. Y expresa un deseo: "Me gustaría que esta gran ciudad aprendiera de Francisco a no juzgar, sino a escuchar a todos".

 

Milán (AsiaNews)- «Lo primero que llama la atención al llegar a Singapur es la imagen de una ciudad moderna y avanzada. Pero poco a poco comprendí que hay tradiciones más profundas (china, malaya, india) que siguen actuando en la mente y el corazón de las personas".

El p. Bruno Saint-Girons, misionero francés de las Misiones Extranjeras de París, ha vivido durante muchos años su ministerio en la gran metrópoli del Sudeste Asiático donde hoy comenzó su visita el Papa Francisco, para la última etapa de su viaje apostólico por Asia y Oceanía. En 2019 regresó a su diócesis de origen, Evreux, donde ahora es párroco, capellán de la cárcel y encargado del diálogo interreligioso, pero ha conservado muchos amigos en Singapur, a los que visitó precisamente este verano. Cuenta a AsiaNews cómo es la vida cotidiana en la gran ciudad, crisol de razas entre comunidades históricas, migrantes y expatriados que residen a veces unos pocos años para trabajar en las sucursales asiáticas de las grandes empresas globales.

Diferentes rostros que se reflejan también en la comunidad católica local: alrededor de 395 mil fieles, cerca del 7% de la población, con los que el Papa Francisco celebrará la misa mañana por la tarde en el Estadio Nacional. «En Singapur atendía cuatro parroquias - dice el p. Saint-Girons -. Es una realidad bastante grande, unas 10 mil personas que asisten a misa cada fin de semana. Son comunidades mixtas, formadas por personas que participan con diferentes motivaciones. También son comunidades interreligiosas, donde he encontrado personas que por lo general estaban buscaban un sentido para sus vidas. Y la apertura entre los diferentes grupos que viven en Singapur depende un poco de la gente: en algunos encontré este deseo, en otros menos".

Es una realidad que - bajo la imagen de la eficiencia - también está atravesada por dinámicas más complejas. «Se advierte una especie de tensión entre tradición y modernidad – afirma el misionero del MEP -. En este momento muchos jóvenes cuestionan muchas cosas, llevan dentro de sí el deseo de 'deconstruir' un modelo".

Aparentemente Singapur es una de las metrópolis de Asia que más oportunidades ofrece a las personas. ¿Pero qué es lo que más necesita la gente? “Predomina una tendencia generalizada a buscar el éxito - observa el P. Saint-Girons - y eso puede llevar a muchas personas al estrés y la exasperación de ese deseo. Un amigo me confesó que para él Singapur era como una cárcel. Es bueno para el trabajo, para los negocios; pero existe un peligro que también puede reflejarse en la propia Iglesia, porque se corre el riesgo de mirar incluso la 'salvación' como una forma de éxito, donde lo único que importa es que al final yo vaya al cielo...".

¿Qué legado le gustaría que dejara a la comunidad católica local esta visita del Papa Francisco? «Su mensaje de apertura, también hacia aquellos que no son como nosotros - concluye el misionero -. La invitación a no juzgarlos sino a escucharlos, a caminar con ellos. Creo que en un contexto como el de Singapur, recordar estas actitudes puede ser muy útil".

 

• singapur
• papa francisco
• mep
• bruno saint-girons