Tokio desafía a Beijing en África: ofrece inversiones, pero ‘de calidad’
El continente negro es un mercado de 1,2 millardos de potenciales consumidores. No pudiendo competir con la disponibilidad de China, Japón apuesta al sector privado: pone a disposición 20 millardos de dólares para los próximos tres años. El premier Abe procura el respaldo africano en la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y en la región del Indo-Pacífico.
Yokohama (AsiaNews/Agencias) – El primer ministro Shinzo Abe asegura que Japón está resuelto a incrementar su compromiso económico en África y pone en guardia a los líderes del continente respecto al riesgo de acumular excesivas deudas. Los analistas entienden que las palabras de Abe se refieren a los proyectos de infraestructura chinos, acusados de perjudicar las finanzas de las naciones en vías de desarrollo, a través de lo que se ha dado en denominar la “trampa de la deuda”.
Ayer se inauguró en Yokohama la séptima edición de la Tokyo International Conference on African Development (TICAD7), que se concluirá mañana. Desde 1993, el gobierno de Japón organiza este evento cada cinco años, junto a las Naciones Unidas (ONU), el Programa de las Naciones Unidas a favor del desarrollo (UNDP), el Banco Mundial y la Comisión de la Unión Africana (AUC).
Al dirigirse a los líderes presentes, Abe reiteró que Tokio está promoviendo exportaciones, e inversiones “de calidad” en infraestructura, facilitadas por las instituciones respaldadas por el gobierno japonés. El premier describió frente a la platea cómo son los regímenes de financiación y seguros, adoptados por estas últimas a fin de reducir los riesgos para las empresas y para las arcas del Estado. "El fuerte endeudamiento de los países que son colaboradores estratégicos -afirmó- interfiere con los esfuerzos de todos para ingresar en el mercado”.
Abe también anunció que en los próximos tres años, Tokio planea formar a expertos de 30 países africanos en la gestión de riesgos y de la deuda pública. Ayer, Abe había declarado al dirigirse a los líderes africanos: “Les prometo que el gobierno japonés hará todos los esfuerzos posibles para que el poder de las inversiones privadas japonesas -20 millardos de dólares estadounidenses en un plazo de tres años- sea superado nuevamente, de un día para otro”. “Haremos todo lo que sea necesario para ayudar al progreso de las empresas japonesas en África”, agregó en esa ocasión.
Japón busca irrumpir en la economía del continente negro, un mercado con 1,2 millardos de potenciales consumidores. Sin embargo, en el continente hay otro país asiático que ya domina la escena: China. Los datos oficiales muestran que el comercio entre Japón y África -que en el 2018 rondó los 17 millardos- en este momento llega a la mitad de las cifras del 2008 y constituyen apenas una fracción de los más de 200 millardos de China.
Con su ambiciosa Belt and Road Initiative (BRI), actualmente, Beijing goza de una presencia masiva en el continente, habiendo anunciado el año pasado 60 millardos en financiamiento para el desarrollo de África. Los expertos subrayan hasta qué punto Tokio trata de diferenciarse de China, resaltando la calidad de las infraestructuras que es capaz de construir, en vez de competir de manera directa.
Los préstamos chinos, prodigados “de Estado a Estado”, despiertan preocupaciones porque en última instancia los países involucrados quedan arrinconados por las deudas. Japón, en cambio, hace hincapié en la sostenibilidad financiera y en la colaboración estratégica del sector privado: éstas no incrementan los préstamos al sector público y no impactan en las arcas de Tokio. Allí donde China lleva a sus trabajadores a través de la construcción de infraestructuras, Japón emplea gente del lugar y transfiere la tecnología al África. Sin embargo, los países pobres con enormes déficits de infraestructura a menudo no pueden pagar el costo de la calidad. Para sortear el problema, Abe ha prometido brindar un “apoyo limitado” a las inversiones, a la innovación, y a los emprendimientos empresariales, colaborando con las instituciones financieras locales.
Para los observadores, a cambio de ello, Abe busca el respaldo africano sobre dos cuestiones. La primera es la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, para consentir un número mayor de miembros permanentes: “Para África y Japón, esta es una causa común, sobre la cual se aguarda una resolución”, afirmó Abe. La segunda, es obtener el apoyo a la idea japonesa de una región del Indo-Pacífico libre y abierta, regida por los principios del libre comercio, la libertad de navegación, el estado de derecho y la economía de mercado; en parte, se busca contrarrestar la BRI de Beijing.
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