Tokio abre sus puertas a 820.000 trabajadores extranjeros para combatir el descenso demográfico

de Angeline Tan

El 29 de marzo, el Gabinete estableció un aumento récord de cuotas en el país hasta 2028. La iniciativa va acompañada por un irrefrenable aumento de residentes procedentes del exterior, que aumentaron a más de 3 millones. En Japón también hay refugiados de Afganistán, Myanmar y Sri Lanka. Los desafíos del multiculturalismo en un contexto fuertemente tradicional.

Tokio (AsiaNews)- El 29 de marzo el Ejecutivo japonés ha puesto en marcha nuevas medidas para contrarrestar la crisis demográfica que vive el país desde hace décadas. En una reunión de Gabinete se decidió ampliar el estatus de "trabajador cualificado específico" a otras cuatro zonas del mundo, permitiendo así que 820.000 trabajadores extranjeros participen en el programa de colocación hasta el año fiscal 2028. Como consecuencia de la disminución de la natalidad, en efecto, se registra en Japón una escasez de mano de obra que está poniendo a prueba varios sectores.

El año 2023 registró el mínimo histórico de recién nacidos, 758.631, con un descenso del 5,1 por ciento. Esta tendencia va acompañada del aumento récord del número de trabajadores extranjeros: el año pasado el aumento fue del 12,4% respecto a 2022, alcanzando los 2,04 millones de empleados, según datos que publicó hoy el Ministerio de Trabajo. La cifra está destinada a seguir aumentando, porque Japón necesita urgentemente operarios para las cadenas de montaje, las obras de construcción, en el cuidado de las personas mayores y la agricultura (cosecha de hortalizas).

Junji Ikeda, presidente de Saikaikyo, una agencia con sede en Hiroshima que busca y supervisa trabajadores extranjeros, dijo que “Japón está entrando en una era de inmigración extranjera masiva”. Afirmó que algunas medidas adoptadas hasta ahora, como las acciones de "adaptación incremental", no son suficientes. Esta última decisión del gobierno sigue a otros intentos de contrarrestar el descenso demográfico, como la concesión del estatus de refugiado a 303 personas en 2032; con un aumento de aproximadamente el 50 por ciento en comparación con el año anterior, que fueron 101 personas.

La mayor parte de este grupo está formado por 237 refugiados provenientes de Afganistán, vinculados a la Japan International Cooperation Agency, la agencia del gobierno que se ocupa de coordinar la ayuda pública en el ámbito del desarrollo. Pero también se recibieron 27 ciudadanos de Myanmar, un país que está viviendo una estabilidad precaria debido al régimen militar. A ellos se suman 6 personas de origen etíope. Mientras tanto, las solicitudes de estatus de refugiado han aumentado a 13.823, la segunda cifra más alta jamás registrada, después del año pico de 2017, cuando las solicitudes de asilo fueron 19.629. Sri Lanka fue el grupo más numeroso de solicitantes, con 3.778 personas, pero también hubo un número significativo de personas procedentes de Turquía y Pakistán.

El estatus de refugiado que se concederá a los ciudadanos birmanos de la etnia rohingya es un tema muy discutido. En enero, por ejemplo, el Tribunal Superior de Nagoya ordenó al gobierno japonés que lo concediera a un solicitante de asilo. Antes de esto, un tribunal de grado inferior había dictaminado que Khin Maung Soe, de 44 años, era rohingya, pero que su origen étnico no era una base adecuada para considerarlo un refugiado. La Corte Suprema reconoció que el ejército de Myanmar "ha cometido una limpieza étnica contra los rohingya" desde el golpe de Estado de 2021, y que por tanto "existe un hecho objetivo para sentir miedo de la persecución", reconociendo así el derecho al estatus de refugiado.

Debido a estos fenómenos de inmigración apoyados también por las recientes políticas del gobierno, el número de residentes extranjeros en Japón ha aumentado a 3.410.992 (el país tiene una población de aproximadamente 125 millones), lo que supone un aumento del 10,9% respecto a 2023. Se trata de una cifra récord por segundo año consecutivo, según informó la Agencia de Servicios de Inmigración. Este panorama sugiere la composición de una sociedad más multicultural; pero eso choca con obstáculos sociales, como las iniciativas de integración poco desarrolladas. De hecho, el aumento de la población extranjera en Japón puede dar lugar a fricciones sociales más que a armonía y coexistencia pacífica, debido, por ejemplo, a diferencias religiosas y lingüísticas. En efecto, el país insular tiene un fuerte sistema de tradiciones, valores y normas sociales compartidos que ha caracterizado la identidad misma de la nación a lo largo de los siglos. Por eso nuevos desafíos aguardan a Japón en el futuro. Por ejemplo, una redefinición del sistema educativo, de los servicios públicos y de los programas comunitarios, que han sido diseñados para una población homogénea.