Tirantez entre fieles y el gobierno por la sepultura de monseñor Liu Jinghe, obispo de Tangshan
Beiging (AsiaNews)- Desde hace dos días los fieles de la diócesis de Tangshan (Hebei) custodian en la catedral los despojos de mons. Paolo Liu Jinghe, fallecido el pasado 11 de diciembre. La vigilia no es sólo de oración: ellos quieren evitar que la policía de Tangshan robe el cuerpo y lo entierre a la fuerza en un terreno común y no en el cementerio católico, como era el deseo del obispo difunto.
La tensión en la diócesis es altísima: todos los párrocos fueron obligados ayer a concurrir a un encuentro a la oficina de asuntos religiosos y la seguridad, luego que habían difundido una carta abierta. A causa de esto. El sito de internet de la diócesis fue obscurecido y todos los teléfonos controlados.
Los fieles esperan que de un momento al otro la policía irrumpa hoy en la catedral, obligando a la sepultura común de los despojos del obispo, muerto a los 92 años.
Mons. Liu, muerto el 11 de diciembre pasado, era un obispo "patriótico", ordenado sin el mandato de la Santa Sede, pero luego se reconcilió con el Papa y ha vivido como un testimonio de fe, resistiendo a las presiones del régimen y de la Asociación patriótica y rechazando de participar a ordenaciones ilícitas.
Antes de morir, él expresó su deseo de ser sepultado en el cementerio católico de Lulong, donde descansa también el primer obispo de la diócesis, el lazarista holandés Ernest Geurts, muerto en 1940. En el pasado fueron enterrados muchos sacerdotes y monjas. Es probable que el deseo de mons. Liu de ser inhumado junto a mons. Geurts y a los otros misioneros fuese para subrayar su unidad y pertenencia a la Iglesia universal.
En los años 50, cuando tomó el poder el Partido comunista, el cementerio de Lulong fue violado y destruido y embargado. Después de un período de abandono, el vasto terreno- unas 2,7 Hs.- fue transformado en terreno agrícola. Mons. Liu pidió muchas veces a las autoridades el que le devolvieran el terreno a la diócesis, y sólo en 1983 logró obtenerlo y el permiso para usar una pequeña parte para enterrar los restos de mons. Geurts y de otros sacerdotes y monjas.
Cuando murió mons. Liu, la diócesis pidió a las autoridades poder sepultar a su obispo en Lulong, como había sido su deseo, pero el gobierno se negó en modo claro, proponiendo al máximo una contribución de una suma de 200 mil yuan (unos 33 mil dólares Usa) para comprar otro terreno para usar como cementerio.
Desde el punto de vista legal, con una ley sancionada por Deng Xiaoping, los terrenos secuestrados en el pasado por el Partido, si no tienen un uso público, deberían volver a sus legítimos propietarios. La devolución de los terrenos sucede muy raramente, con los miembros del Partido que se los acaparan como propiedades personales con fines especulativos.
Aún en este caso no se entienden las razones del porqué el gobierno no quiera entregar el antiguo cementerio a sus legítimos propietarios, recompensando a los campesinos que hasta hoy usan el terreno.
23/12/2015