Tifón Yagi: la nueva herida de Myanmar ya arrasada por la guerra
Recién en estas horas, con el restablecimiento de las comunicaciones, se está empezando a evaluar la magnitud del desastre que se ha producido en el país. Las diócesis de Taunggyi y Kengtung, en Shan, han quedado completamente aisladas. Varias fuentes locales han confirmado que la junta golpista no tiene recursos para hacer frente a la situación y la población ha quedado abandonada a su suerte. La Fundación PIME reactiva el fondo de ayuda "Emergencia Myanmar".
Rangún (AsiaNews)- A medida que pasan las horas, resulta cada vez más evidente la magnitud de la devastación provocada por el tifón Yagi en Myanmar. Los daños son aún más graves por el contexto del país, que lleva más de tres años sumido en la guerra civil.
La junta golpista de Myanmar ha pedido ayuda a la comunidad internacional para hacer frente a las consecuencias de la calamidad que ha azotado el sudeste asiático dejando un saldo de varios centenares de víctimas. Los generales birmanos que tomaron el control del país tras el golpe de febrero de 2021 informaron sobre poco más de 200 muertos y más de 300.000 desplazados, pero las cifras reales son muy superiores, advierten fuentes locales. Las regiones orientales, en particular los Estados de Kachin, Shan y Kayah - donde ya viven cientos de miles de personas desplazadas por el conflicto civil - han sido las más afectadas, junto con las regiones de Bago y Magwe.
Recién hoy algunos operadores de telefonía han conseguido restablecer las comunicaciones, prosiguen fuentes in situ, pero en muchos lugares todavía no hay electricidad. En la última semana, durante el paso del tifón, todas las zonas inundadas, como las diócesis de Taunggyi y Kengtung, en Shan, quedaron completamente aisladas.
En estas horas se está empezando a comprender la verdadera magnitud de los daños. En Taunggyi, que se encuentra a cierta altura, se han producido deslizamientos de tierra y avalanchas. Las zonas donde se han registrado los mayores daños se encuentran en la llanura cerca del lago Inle: "Las familias han perdido todo, solo quedan cadáveres de animales muertos, y los niños empiezan a enfermarse, especialmente de diarrea" debido al agua estancada, explicaron las fuentes. Se estima que al menos 260.000 hectáreas de cultivos han quedado destruidas, la fuente de sustento de la población local en la complicada situación de la guerra civil que azota Myanmar desde hace tres años.
Según Radio Free Asia, desde el 11 de septiembre, al menos 20.000 personas de 170 aldeas debieron abandonar sus hogares en los alrededores del lago Inle, y algunos residentes afirmaron que nunca antes habían visto "inundaciones tan graves". Cientos de personas acudieron a las parroquias para pedir comida y ayuda.
La situación es diferente en Rangún, donde el nivel del agua de los ríos ha aumentado, pero para la población local es una situación normal: "En las zonas periféricas las casas están inundadas porque están construidas con bambú y no tienen ningún tipo de infraestructura”, explicaron algunos operadores locales. "Ahora debemos esperar que el agua fluya hacia el sur". Pero de todos modos decenas de jóvenes llegaron a la ciudad, sobre todo hijos de familias desplazadas que habían abandonado sus aldeas debido a los combates.
“La junta militar no tiene recursos, ni financieros ni humanos, para hacer frente al desastre, y eso ha expuesto la fragilidad del sistema y ha puesto en evidencia que el pueblo de Myanmar está, una vez más, básicamente abandonado a su suerte”, comentaron otros. A pesar de que la emergencia había sido anunciada, los militares "no saben a quién enviar para ayudar a la población porque ya están todos comprometidos en los enfrentamientos". Probablemente por esa razón el presidente de la junta militar, el general Min Aung Hlaing, se ha visto obligado a hacer un llamamiento a la comunidad internacional: "No es sólo una cuestión de falta de voluntad, los recursos financieros están agotados", prosiguen las fuentes. Se teme que, como ocurrió con el paso del ciclón Mocha por el Estado de Rakáin en mayo del año pasado, los militares bloqueen el acceso a las zonas inundadas, impidiendo el envío de ayuda. "Sin embargo, es poco probable que se pueda repetir la misma situación en Taunggyi, donde también hay milicias cercanas al ejército".
El Special Advisory Council for Myanmar (SAC-M), un grupo de expertos que monitorea la situación en el país desde que estalló el conflicto, exhortó a los países vecinos a abrir sus fronteras para permitir que se envíen ayudas, y pidió a las agencias de cooperación internacional que trabajen en colaboración con las fuerzas de resistencia, que, además de tener el control de diferentes partes del territorio birmano, "tienen experiencia en la gestión de la asistencia humanitaria a la gente en sus zonas". La junta militar, por el contrario, carece de “la capacidad de garantizar que la ayuda llegue a la mayoría de los que la necesitan con urgencia”, declaró la organización.
Ante la devastación causada por esta catástrofe, la Fundación PIME ha reactivado el fondo "Emergencia Myanmar", que desde hace tres años apoya a las víctimas de la guerra a través de canales locales. Se puede hacer una donación para colaborar en las nuevas necesidades creadas por la inundación. En este enlace se explican las formas de pago online o a través de otros métodos.
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