Tensiones entre Moscú y Bishkek por el idioma kirguís
El presidente Zhaparov firmó una ley constitucional que obliga a los funcionarios públicos a utilizar el idioma kirguís, eliminando una ambigüedad de la Constitución post soviética que lo equiparaba con el ruso. Para ocupar puestos públicos será obligatorio aprobar un examen de idioma e incluso los mensajes publicitarios serán sólo en kirguís. Protestas en Moscú en apoyo de los rusoparlantes.
Bishkek (AsiaNews) - La semana pasada el presidente de Kirguistán Sadyr Zhaparov firmó la ley constitucional que obliga a los funcionarios públicos a utilizar el idioma kirguís. El parlamento de Bishkek lo calificó como una "decisión histórica". Apenas entró en vigor la ley, comenzaron las reacciones por parte del Kremlin para reclamar la igual dignidad del idioma ruso, al que también se denomina como "idioma oficial" aunque ahora ocupa el segundo lugar después del kirguís.
La primera ley sobre el idioma oficial de Kirguistán fue aprobada en 1989, cuando terminó la era soviética, y equiparaba ambas lenguas, que se distinguían como "estatal" y "oficial". En los años posteriores se hicieron diversas modificaciones aclaratorias hasta llegar ahora a incluirla en la Constitución. El presidente de la Comisión Nacional de la Lengua Estatal, Kanybek Osmonaliev, afirmó en una entrevista con Azattyk que "la ley está pensada para aplicar el artículo 13 de la Constitución, que permaneció indefinido durante 34 años".
El artículo se refiere precisamente a los dos idiomas, y se ha eliminado la conjunción "o" en relación con la posibilidad de utilizarlos en los documentos oficiales (lengua oficial o estatal). Es una ambigüedad que se registra en todos los antiguos países soviéticos de Asia Central e implica enormes complicaciones en la redacción de acuerdos internacionales, documentos, etc. La alternancia de los dos idiomas provoca continuas discrepancias y contradicciones sobre términos, que a menudo se formulan de manera diferente en las dos raíces lingüísticas, eslava y túrquica, que tienen muy poco en común.
Por lo tanto, no sólo los empleados públicos deben conocer el idioma, sino que a partir de ahora toda la producción lingüística se hará en kirguís, y sólo "en caso de necesidad se podrán hacer traducciones a otros idiomas". Aquellos que no superen el nivel B-2 del Kyrgyztest ya no podrán acceder a puestos públicos, lo que dará lugar a una dura competencia en base al conocimiento del idioma. Osmonaliev añade también que no se han dispuesto gastos adicionales y que la responsabilidad de aplicar la ley recae en cada administración y sus dirigentes, que deberán "crear las condiciones para alcanzar los objetivos establecidos".
Las empresas privadas también están obligadas a producir la documentación oficial en el idioma kirguís, pero los especialistas observan que la difusión de este idioma avanza con bastante lentitud y no será fácil deshacerse del ruso -considerando también las prácticas generalizadas de corrupción, en este caso la “condescendencia lingüística”-. Sin embargo, la directora del departamento de idiomas del municipio de Bishkek, Elvira Nijazbekova, considera que la ley "se esperaba desde hace tiempo, y ahora podemos empezar a trabajar en ella seriamente... es un motivo de gran alegría y orgullo para nuestro pueblo".
Una aplicación muy significativa, observa Nijazbekova, es el ámbito de la publicidad. De ahora en adelante, según la ley, las agencias de publicidad y los propietarios de las correspondientes licencias deberán acordar la verificación y corrección de los textos con la Comisión Nacional de Política Lingüística, de lo contrario no se les permitirá difundir los mensajes. Junto con los documentos, todas las manifestaciones públicas de cualquier organismo estatal también se harán en kirguís, como las elecciones y referéndums con sus correspondientes campañas, los nombres geográficos y los símbolos comerciales.
Desde Moscú, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Maria Zakharova advirtió que "el documento podría generar una serie de dificultades" para los ciudadanos que no tengan un conocimiento suficiente del idioma kirguís, y confió en que las autoridades del país "sean capaces de llevar adelante una política lingüística equilibrada". El mismo ministro Sergej Lavrov pidió "apoyo para la lengua y la cultura rusas y para la educación patriótica de los rusos que viven en países extranjeros", observando que "están en marcha procesos delicados en los países de la CEI, sobre todo en Asia Central... Cuando se promulgó la nueva ley kirguisa, advertimos a nuestros amigos que no era una expresión plenamente democrática”. Por lo menos en el sentido que los rusos le dan a la democracia, en la que el "hermano mayor" siempre debe prevalecer sobre el "menor". Zhaparov aseguró que "no habrá discriminación", pero la separación lingüística en curso causará sin duda muchas tensiones y problemas.
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