Tailandia: los Rohingya víctimas de la trata de seres humanos
Bangkok (AsiaNews) - Pescadores explotados, forzados a trabajar en turnos masacrantes en medio de peligros y privados de cualquier tutela legal; menores, a menudo poco más que niños, provenientes de Laos o de zonas interiores del país, obligados a prostituirse y a mendigar dinero en las calles de la capital y centros turísticos más frecuentados, y también miembros de las tribus de las montañas del norte, una minoría también explotada por traficantes o forzada a emigrar para ganar dinero con el cual enriquecer a sus torturadores; por último los Rohingya, minoría musulmana del vecino Myanmar a la cual el gobierno de Naypyidaw no concede estatura de ciudadanos, una de las etnias del mundo más explotadas y víctimas de la trata de seres humanos.
Son muchos los elementos críticos en el tema de los derechos humanos y el respeto de las personas, que han hecho disparar las alarmas en Tailandia; en el año pasado ha crecido el fenómeno de la trata de seres humanos y el país ha retrocedido a los niveles más bajos - que un estudio considera completamente "insatisfactorio" - en la guerra contra el tráfico de individuos solos o grupos.
El trabajo de menores sigue siendo una práctica que se separa, así como su explotación, del mercado de la prostitución; el 17 de enero pasado la policía thai, en colaboración con la Children and Woman Foundation, ha descubierto 70 menores laosianos, inmigrantes en forma ilegal para ser explotados en burdeles de karaoke en la provincia meridional de Suphanburi.
Entre los trabajadores explotados y los menores abusados, el grupo étnico que más que cualquier otro es propenso a la violencia, la vesania y el tráfico ilegal es el Rohingya. Naturales del distrito occidental de Rakhine, en Myanmar, salidos del país de origen - donde se les niega sus derechos - en busca de asilo en naciones de mayoría musulmana como Bangladesh, Malasia o Indonesia. Y Tailandia, en la mayoría de los casos, es una etapa obligada en su recorrido de hambre, miseria y desesperación.
En el tráfico de los Rohingya están implicados funcionarios estatales y miembros de las administraciones locales, que vendidos a los explotadores los dirigen a los campos, a bordo de pesqueros, a las fábricas. Los patrones secuestran los documentos, pasaportes y permisos de trabajo, manteniéndolos en condiciones de semi esclavitud. Otros intentan la fuga al exterior, en mayor parte a Malasia, donde tienen amigos o familiares emigrados antes.
Cada Rohingya debe pagar entre 40 y 50 mil bath - unos 1.300 a 1.600 dólares - antes de poder emprender el viaje de la esperanza; a esto se añade los costos efectivos de transporte, alrededor de 3.000 dólares. En las últimas semanas la policía ha descubierto un grupo de otros 300 miembros de la minoría musulmana que intentaban irse para Malasia, bloqueando a 97; los otros se han escondido en una plantación de caucho, haciendo perder sus rastros.
Hoy no hay datos ciertos sobre el número de Rohingya que, abandonando Myanmar, atraviesan Tailandia antes de llegar a su destino final. Las estimaciones relativas a los arrestos hablan de 1.300/1500 detenidos en 2014, con datos que hablan de 2.000 en 2013. De todas formas los números están a la baja porque responde al flujo de personas pertenecientes a la minoría musulmana que transitan por el golfo de Bengala, línea de demarcación entre la ex Birmania y Bangladesh, alrededor de 53 mil en el 2013 y 40 mil en el 2014. Además Bangkok no tiene normas específicas para contrarrestar el contrabando, si se excluye una ley de 1979 en vigor para los refugiados que vienen de Myanmar y la península indochina que permite sólo una permanencia breve. La falta de normas y la negación de derechos fundamentales a los Rohingya ha originado una trata de valores millonarios; haciendo referencia a los datos relacionados con 2014, 53 mil personas han acabado en el racket del comercio ilegal a un costo de 1.700 dólares para un individuo, determinando una suma total de 84 millones de dólares.
Los activistas empeñados en la defensa de los derechos de la minoría musulmana explican que es esencial restituir la dignidad y valores al pueblo Rohingya, porque no son sólo objeto de explotación y de traficantes sin escrúpulos. De resto en las primeras semanas del 2015 no han faltado los casos divulgados que han visto los protagonistas a los exponentes de la comunidad musulmana de Myanmar. El pasado 11 de enero en la provincia de Nakhonsrithamraj han detenido un grupo de 97 Rohingya que viajaban clandestinamente abarrotando el interior de cinco camiones. La policía ha arrestado los conductores de los camiones dentro de los cuales hallaron el cuerpo sin vida de una mujer, muerta de hambre y de las dificultades. Otras cinco personas han sido llevadas a hospitales en precarias condiciones de salud, uno de los cuales murió en días sucesivos por la gravedad de las heridas reportadas. El destino final del grupo era Malasia, donde querían iniciar una nueva vida con sus familiares y encontrar un trabajo.
06/02/2015
04/02/2015