Sínodo: recrear el mensaje cristiano sobre la familia en un mundo que sólo quiere "sentirse bien"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) -
Proponer nuevamente al mundo
"el encanto del mensaje cristiano"
sobre el matrimonio y la familia, dando
"respuestas reales y llenos de caridad"
y la perspectiva de la misericordia en
un mundo en el que "muchos
perciben su vida no como un proyecto, sino como una serie de momentos en los que el valor más alto es sentirse
bien, de estar bien. En esta
visión cada compromiso firme
parece temible, el
futuro aparece como una amenaza,
ya que puede ocurrir que en el futuro nos sintamos peor".
Es el objetivo que propone la Asamblea General Extraordinaria
del Sínodo de los Obispos sobre el tema:
Los desafíos pastorales
sobre la familia en el contexto
de la evangelización ilustrado esta mañana por el ponente general Cardenal Peter Erdo,
en la Relatio ante disceptationem, el primer informe antes de la
discusión.
Antes del Cardenal, abriendo los trabajos el Papa Francisco en un
breve discurso, hizo hincapié en que los Padres sinodales traen "la voz
de las Iglesias particulares". "Es - añadió - Es una gran responsabilidad: traer las realidades y
problemáticas de las Iglesias, para ayudarlas a caminar por esa senda que es el
Evangelio de la familia. Una condición general de base es ésta: hablar claro.
Que nadie diga: 'Esto no se puede decir; pensarán de mí así o así...' Hay que
decir todo lo que se siente con parresia )libertad de decir todo)... Y, al
mismo tiempo, se debe escuchar con humildad y acoger con corazón abierto lo que
dicen los hermanos. Con estas dos actitudes se ejercita la sinodalidad.
Por su parte, el cardenal. Erdo dijo que en un mundo marcado por el individualismo y por "una cultura de lo audio-visual, de los sentimientos, experiencias emocionales, símbolos",
la Iglesia no debe ceder ante "el catastrofismo o en la abdicación", ya que hay "una herencia amplia y compartida de la
fe". Por ejemplo, las formas ideológicas tales como la teoría del
gender o la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio entre
hombre y mujer no gozan de consenso entre la gran mayoría de los católicos,
mientras que el matrimonio y la familia siguen considerándose ampliamente
vistos como un "patrimonio" de la humanidad, que se debe proteger, promover y
defender. Ciertamente, entre los creyentes, la doctrina es a menudo poco conocido
o practicada, pero "esto no significa que se ponga en tela de juicio". Esto
vale, en particular, por lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio
y su sacramentalidad entre los bautizados. No se cuestiona la doctrina de la
indisolubilidad del matrimonio en cuanto tal, es más, queda incontestada y en
gran parte es observada en la praxis pastoral de la Iglesia con las personas
que han fracasado en su matrimonio y que buscan un nuevo inicio. Por tanto, en
este Sínodo no se discute sobre las cuestiones doctrinales, sino sobre las
cuestiones prácticas -inseparables, por otro lado, de las verdades de la fe-,
de naturaleza exquisitamente pastoral".
Sólo por la aceptación de los principios doctrinales y LA disociación que ve
en la práctica ponen de relieve De
ahí, la necesidad de una mayor formación, especialmente para los novios, para
que sean plenamente conscientes tanto de la dignidad sacramental del
matrimonio, basado en la "unicidad, fidelidad y fecundidad", tanto de su ser
"una institución de la sociedad." Aunque amenazado por "factores
disgregadores", tales como el divorcio, el aborto, la violencia, la pobreza, el
abuso, "la pesadilla" de la precariedad, el desequilibrio causado por las
migraciones- explica el cardenal Erdö- la familia es siempre una "escuela de
humanidad": "La familia es casi la última realidad humana acogedora en un mundo
determinado casi exclusivamente por las finanzas y la tecnología. Una nueva
cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada
civilización humana".
Y "debe subrayarse que el evangelio de la familia es ante todo una buena noticia de la gracia donada por el Espíritu Santo en el sacramento del
matrimonio: es la nueva posibilidad
que ofrece a la fragilidad del
hombre, de dar la bienvenida y
celebrar con alegría y gratitud, tanto a nivel personal como comunitaria. Las obligaciones
derivadas del matrimonio no son
ciertamente olvidados, pero
vistas como las necesidades del regalo, que el mismo
don hace posible".
En cuanto a las situaciones
matrimoniales difíciles, la Iglesia es una "casa del
padre" también en su confrontación. Es necesaria una
"acción renovada y adaptada de la pastoral familiar",
sobre todo para que se sientan amados
por Dios y por la comunidad eclesial,
en una perspectiva misericordiosa que no
anula, sin embargo, "la
verdad y la justicia". "Dios
no se cansa de perdonar al pecador que se arrepiente y no se cansa de darle una nueva oportunidad.
Esta misericordia no significa la justificación del pecado, sino la justificación del
pecador, pero en la medida en que
se convierte y tiene como objetivo no pecar más".
La misericordia, por tanto, tampoco anula los compromisos que nacen de las
exigencias del vínculo matrimonial. Éstos siguen subsistiendo incluso cuando el
amor humano se ha debilitado o ha cesado. Esto significa que, en el caso de un
matrimonio sacramental (consumado), después de un divorcio, mientras el primer
cónyuge siga con vida, no es posible un segundo matrimonio reconocido por la
Iglesia".
Por otra parte, dada la diversidad de situaciones - divorcio, matrimonio civil,
convivencia - el cardenal Erdö destaca la necesidad de "directrices claras"
para que los pastores de las comunidades locales puedan ayudar concretamente a
las parejas en problemas, evitando las improvisaciones de una "pastoral
casera". En cuanto a la divorciados vueltos a casar civilmente, el cardenal
subraya que crearía confusión "concentrarse sólo en la cuestión de la recepción
de los sacramentos": es necesario, en cambio mirar a un contexto más amplio, de
preparación al matrimonio y de ayuda- no burocrática, sino pastoral- a los
cónyuges para ayudarles a entender las razones del fracaso del primer
matrimonio, y identificar elementos útiles para la invalidez: "Hay que tener en
cuenta la diferencia entre quien culpablemente ha roto un matrimonio y quien ha
sido abandonado. La pastoral de la Iglesia debería hacerse cargo de estas
personas de modo particular. Los divorciados vueltos a casar
civilmente se apartan de la Iglesia. Necesitan
y tienen derecho a ser acompañados
por sus pastores".
teniendo en cuenta la escasa conciencia que existe hoy del sacramento del
matrimonio y la difusión de la mentalidad partidaria del divorcio, "no parece
imprudente", considerar que no pocos matrimonios celebrados en la Iglesia
pueden resultar no válidos. De ahí, la sugerencia, contenida en la Relación, -
de reconsiderar, en primer lugar, la obligatoriedad de la doble sentencia
conforme a la declaración de nulidad del vínculo matrimonial siempre y cuando
se eviten "el mecanicismo y la impresión de la concesión de un divorcio" o
"soluciones injustas y escandalosas". En este ámbito, dice el purpurado, es
necesario examinar más en profundidad la praxis de algunas de las Iglesias
ortodoxas, que prevé la posibilidad de segundas nupcias y terceras connotadas
por un carácter penitencial.
La última parte de la Relatio está
dedicada al Evangelio de la vida. La apertura a la vida desde la concepción
hasta la muerte natural, es "una parte esencial, una exigencia
intrínseca" del amor conyugal, mientras que hoy en día, sobre todo en Occidente, los que optan por no tener
hijos o que los quiere a cualquier precio, se ven aplastados a sí
mismo en la autodeterminación.
"La aceptación de la vida, asumiendo la responsabilidad de la generación
de la vida y el cuidado que se requiere, es posible
sólo si la familia no se concibe
como un fragmento aislado, sino que se percibe
insertada en una trama de relaciones".
Es importante, por lo tanto, "recuperar el sentido de una solidaridad difusa y
concreta" superar la "privatización de los afectos" que vacía de sentido a la
familia y la confía a la decisión del individuo; es necesario crear en el plano
institucional, las condiciones que facilitan la acogida de un niño y la
asistencia a un anciano, como "un bien social que hay tutelar y
favorecer". Por su parte, la Iglesia debe cuidara de modo particular la
educación de la afectividad y de la sexualidad, explicando su valor y evitando
la "banalización y la superficialidad". (FP)