Sri Lanka, la vida en los campos de refugiados y la desesperación tamil (video)
Colombo (AsiaNews)- Si no nos “restituyen nuestras tierras antes de fin de año, iremos a un lugar famoso y nos prenderemos fuego”. “Lo hará una persona de cada uno de los 38 campos de prófugos de Sri Lanka en los cuales viven los refugiados tamil. Aquellos que mueran carbonizados no tendrán la posibilidad de volver a sus aldeas de origen, pero al menos sus familias ¡reconquistarán el derecho de volver a vivir en sus propiedades!”. Lo dice a AsiaNews, Vijaya Raajaa, un joven prófugo de etnia tamil que vive en el campo Neethavan, cerca de Jaffna (en el norte del país), donde residen muchos evacuados internos que fueron obligados a abandonar sus tierras durante la guerra civil. El muchacho continúa: “Ahora basta. No podemos soportar más todos estos problemas. Algunos de los que están entre nosotros han perdido a sus padres, otros a sus esposas, maridos o hijos; otros aún siguen desaparecidos. Como si esto no bastara, nuestras tierras están bajo el control del ejército de Colombo. ¿Es justo todo esto?
La protesta del prófugo tamil es la continuación de una protesta de otro grupo de prófugos, que se llevó a cabo pocas semanas atrás, en la cual ellos habían amenazado con llevar a cabo acciones masivas si el gobierno de Colombo seguía sin escuchar sus reclamos. Recientemente el National Fisheries Solidarity Movement (HARSO) publicó los datos de un estudio sobre las condiciones actuales de la población tamil, donde se informa la presencia de 38 campos de prófugos que hospedan a 1536 familias, sumando un total de 5836 personas. El estudio reporta que en total, unos treinta mil civiles residen en la península de Jaffna como Internally Displaced People (IDPs, evacuados internos)
A estos números, Vijaya agrega que, en su campo, en cada refugio temporario, viven entre 2 y 3 núcleos familiares juntos, sumando un total de 10 a 15 personas. El joven cuenta que el 55% del campo de Neethanvan no tiene electricidad, los baños son usados en común y faltan adecuados servicios sanitarios. La escasez de energía eléctrica provoca problemas de seguridad y no permite desplazarse de noche. El campo está situado a cerca de unos seis kilómetros de distancia de Jaffna y existe desde 1990. Al día de hoy viven 58 familias; hay 111 hombres y 116 mujeres, de los cuales 15 son jefes de familia y 65 menores. La mayoría de las familias profesa la religión hindú; siete son cristianos. El video que publicamos fue filmado en otro campo- el de Konatpulam- que testimonia cómo son las difíciles condiciones de vida de los tamil.
Vijaya refiere que el padre desapareció en 1995, cuando él tenía 11 años y la madre se quedó sola a cargo de él y sus dos hermanos. Ahora es él quien se ocupa de su madre, de sus dos hijos y de su esposa. Él agrega con amargura: “Es la 151° vez que cuento mi historia de sufrimiento y tristeza. No queremos la ayuda de nadie, ni siquiera del gobierno. Muchos vinieron a escucharnos, pero luego nadie hizo nada. No queremos ni siquiera las ayudas asistenciales, sólo queremos dejar estos campos y volver a nuestras aldeas”. El refugiado explica que los tamil no creen en “las promesas del gobierno ni de las organizaciones”. “Todos vienen aquí, nos dan comida y después se van. Espero que alguien ponga veneno en el arroz que nos regala, al menos así moriremos sin darnos cuenta. No podemos sufrir más”.
Para fin de mes se esperan las lluvias monzónicas, que cada año causan enormes daños. “Hemos recibido tiendas de una organización, pero varias están rotas y tenemos que arreglarlas. Nos han dado seis clavos para siete tiendas. Los demás clavos debemos comprarlos nosotros, pero no tenemos dinero”. Y concluye: “Todas las personas que viven en los campos deben ser colocadas en algún lugar, de otro modo realizaremos lo que hemos declarado”.