Sobre la propuesta de desmantelar la estatua de Cristo Rey y de Nuestra Señora de Harissa
Beirut (AsiaNews) - La decisión del
gobierno de eliminar todos los
símbolos políticos de los
espacios públicos llevó a reaccionar
el legislador suní del Líbano-Norte, Khaled Daher. Hace dos días
pidió que, en paralelo con
el desmantelamiento de los símbolos
políticos y religiosos del Islam en la
plaza Abdel Hamid Karami en Trípoli,
rebautizada como plaza al-Nour
(Luz), también se elimine la estatua de Cristo Rey que domina la desembocadura del Nahr el-Kelb, salida
norte de Beirut, y la estatua
de la
Santísima Virgen en Harissa,
con vistas a la bahía de Jounieh.
La declaración ha hecho mucho ruido
y produjo hoy
la suspensión de la participación de
la diputada en la Corriente del Futuro, la corriente principal sunnita en el Líbano.
Más allá de la explotación que se puede hacer de
esa declaración, llama la atención que nadie ha respondido de
forma racional a las propuestas
del diputado, ni siquiera sus
colegas en la Corriente
del Futuro. De hecho, las dos estatuas de Cristo Rey y
Nuestra Señora del Líbano (v.
Foto) están instaladas en espacios privados, en los conventos y de ninguna manera constituyen
una base de comparación con lo
que los grupos islamistas han
hecho de la plaza Abdel Hamid Karami en
Trípoli. La estatua de este
último, que ocupaba el centro de este
espacio público, fue desmontada y en su lugar se levantó en
letras gigantes la palabra "Alá",
fijando una pancarta que decía "Trípoli
es la fortaleza de
los musulmanes", y cubierta la
plaza con banderas negras en
el que, en letras blancas, hay escritos versos del Corán. Banderas que recuerdan el
grupo del "Estado
islámico".
Hace unos días el diputado se ha arrepentido de su
declaración y se disculpó ante la
opinión pública, pero ya era demasiado tarde. Su participación en el bloque de la Corriente
del Futuro ha sido suspendida. Sin embargo, en el anuncio de la suspensión, la
Corriente del Futuro ni
siquiera ha pensado en hacer la
distinción entre el espacio público y privado. En su nombre,
el diputado Ahmad Fatfat se ha contentado con repetir que su corriente es hostil a cualquier sectarismo, a todo lo
que es contrario a vivir juntos y
la vocación pluralista de Líbano.
El p. Fadi
Daud, de la Fundación interreligiosa
Adyan, específica con tono sombrío: "La
distinción entre el espacio público y el
espacio privado es fundamental,
pero no es absoluta La fachada de una casa, un espacio
privado, tiene una cara pública, refleja la identidad de un lugar, su timbre. Y eso es lo que constituye la diversidad de Líbano y su encanto. Aunque es privada, por una parte muy real tal espacio es de todos. Y por ello debe reflejar la cultura común de los libaneses, y no ser
ni provocativa ni sectaria".
Desde este punto de vista, a los ojos de la gran mayoría de los libaneses, ni la estatua de Cristo Rey, o la Señora de Harissa podría
considerarse como sectaria y
provocadora, por el contrario. Son símbolos unificadores básicamente, debido a su función religiosa y los servicios que
presten. Algunos días, los
peregrinos iraníes que visitan Harissa están presentes en números iguales a los cristianos.
Pero no todos los símbolos religiosos
cristianos en el Líbano son tan inocentes. Por
ejemplo, sobre muchos cerros del
"país cristiano", después
de la Guerra Civil,
se han erigido cruces metálicas más o
menos grandes, que se asemejan a una
especie de demarcación del territorio, a una declaración de identidad confesional.
En la mayoría de los casos, han
sido molestas para algunos partidos.
Frente a la "islamización
de suelo" temido por algunos líderes cristianos, estas cruces
son declaraciones de hostilidad encubierta. Es un
fenómeno patológico que muestra la
existencia de una fractura colectiva todavía abierta. En general, en lugar de reprimir, estos fenómenos deben ser cuidados, para evitar lo que los psicoanalistas llaman "el
retorno de lo reprimido".
Para volver al espacio público que
refleja - también
eso - cualquier cosa de la diversidad de un país plural como el
Líbano, es necesario recordar que eso [el espacio] está bajo la autoridad del Estado y no de grupos
particulares. Es evidente que el
decoro de la plaza al-Nour ha sido impuesta por los hechos y que no todos los tripolitanos se reconocerán en la consigna "Trípoli, fortaleza de los musulmanes", que no es inclusivo, pero si sectaria.
Hacer hincapié en la identidad musulmana
de Trípoli como parte del timbre religioso y pluralista de la ciudad,
conduciría a los cristianos a defender
en modo feroz la preciosa herencia
islámica, si llegara a ser
amenazada.
Es evidente que en este ámbito el Estado debe jugar un
papel regulador sin exacerbar
necesariamente la frustración de los grupos islamistas fundamentalistas,
aun admitiendo que imponen sus símbolos o sus trajes en
el espacio público.
Es una cuestión de percepción y sin ser brutal,
como es a veces el ministro del Interior Nouhad Machnouk, en este ámbito el Estado debe demostrar vigilancia extrema. Una vigilancia justificada por algunas tentativas del pasado
de prohibir la apertura de los restaurantes en el día, durante el mes de Ramadán, o prohibir los carteles publicitarios de cerveza.
Es cierto, sin embargo, que en el Trípoli de la
diversidad religiosa, o la diversidad de por sí, se ha fortalecido y multiplicado este invierno con guirnaldas y árboles de Navidad durante la temporada de vacaciones, y el suministro de libros de una biblioteca
quemada el año pasado.
17/12/2016 13:14
29/08/2020 11:22