Siria, ocho años de guerra: medio millón de muertos y ninguna ‘luz en el fondo del túnel’
Hoy los principales focos de tensiones giran alrededor de Guta Oriental y de Afrin. En el enclave rebelde en la periferia de Damasco, inicia la evacuación de los enfermos. En el Norte los turcos dicen que están cerca de la victoria, pero lo kurdos lo niegan. La población civil está siempre más pobre y desesperada: el 80% vive por debajo del límite de la pobreza.
Damasco (AsiaNews)- Se inició el 15 de marzo de 2011 con la represión de las protestas de plaza por parte de los militares fieles al presidente Bashar al-Assad, el conflicto sirio entra hoy en su octavo año. Una guerra sangrienta que causó más de 350 mil muertos (según algunas fuentes las víctimas serían más de 500 mil), millones de refugiados y la peor crisis humanitaria en el mundo después de la Segunda guerra mundial. En este arco de tiempo el cuadro se complicó aún más y de una revuelta interna se transformó en una guerra por procura que ve implicadas a las potencias regionales (Irá, Turquía, Arabia Saudita) e internacionales (Rusia y EEUU).
El conflicto vivió fases alternas con avanzadas de los grupos rebeldes y las contraofensivas del ejército gubernamental, sostenido por las milicias iraníes y por los ataques aéreos del aliado ruso. Desde 2014 la atención se concentró en la guerra al estado islámico (EI, ex Isis) que, en la fase de máxima expansión, controlaba más de la mitad del territorio de Siria e Irak. Sin embargo, la intervención de las Fuerzas democráticas sirias (SDF), apoyadas por los ataques aéreos de la coalición internacional bajo la guía de EEUU, que llevó a la liberación de Raqqa, por largo tiempo “capital” del presunto Califato y a la derrota (al menos en el plano militar) de los yihadistas.
En el último período la atención de medios internacionales y cancillerías normales está concentrada sobre la suerte de Afrin, área de mayoría kurda objeto de una ofensiva del ejército turco y Guta Oriental, enclave rebelde en la periferia de Damasco bajo el asedio del gobierno. El 24 de febrero el Consejo de seguridad de las Naciones Unidas aprobó una tregua humanitaria de 30 días, para aliviar los sufrimientos de una población civil ahora al final; sin embargo, la resolución fue desatendida y la violencia continuó.
Ayer el ejército sirio, apoyado por el aliado ruso logró penetrar dentro de una ciudadela de importancia estratégica en Guta Oriental. Mientras tanto inició, después de semanas de espera, las operaciones de evacuación de un primer grupo de enfermos necesitados de curaciones médicas urgentes. Al menos 25 familias pudieron dejar la zona, pasando a través de un puesto de control construido por los soldados del gobierno. Otras 31 familias ya habían sido evacuadas el 13 de marzo, gracias a la tregua parcial lograda por Moscú y el grupo rebelde de Jaysh al-Islam, que controla el área.
El secretario general de la Onu, António Guterres relanzó un llamamiento para un cese al fuego en Siria y en particular, en la zona periférica de Damasco en la cual se concentran los combates. Dentro hay al menos 390 personas que “viven en un infierno en la tierra”, necesitadas de comida, agua y poder ser asistidos sanitariamente.
Mientras tanto en el norte continúa la ofensiva turca en Afrin, controlada por los kurdos. El observatorio sirio para los derechos humanos (Ong con base en Londres y una importante red de informadores, a menudo vecinos a la oposición anti-Assad) confirma que las fuerzas turcas y rebeldes han circundado la ciudadela y controlan todos los pueblos de los alrededores. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció la conquista en breve tiempo de la zona, inmediata la réplica de las milicias kurdas de la Unidad de protección popular (YPG), según la cual el ejército de Ankara bombardea las calles que rodean a Afrin, pero no lograron rodearla por completo y la resistencia continúa.
En un escenario de guerra y divisiones, la primera víctima continúa siendo la población civil en Damasco (donde sobreviven gracias a las ayudas y del dinero enviado del extranjero) como en Aleppo, Homs y en otras zonas de Siria. Más del 80% de la población vive por debajo del límite de la pobreza, la salud está colapsando y en muchos, sobre todo jóvenes y profesionales, eligieron abandonar el país. La frase más recurrente entre las personas comunes es que, a siete años del inicio del conflicto, “no se ve todavía el final del túnel” y prevalece el sentimiento de “desesperación”.
17/12/2016 13:14