16/10/2018, 11.23
CHINA-VATICANO
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Simposio de AsiaNews: Los jóvenes católicos de China, ahogados por el trabajo y el estudio, en una sociedad atea

de Ruohan Shen Fu

Como contribución al Simposio y al Sínodo sobre los jóvenes, un sacerdote del centro de China presenta un panorama de la evangelización de los jóvenes en China: la urbanización de los migrantes, que los aleja de la fe; las iglesias rurales, que quedan vacías; la “confusión” de la vida en la ciudad. Los padres son los verdaderos catequistas.   

Xian (AsiaNews) – La educación y la economía son factores importantes, que influyen en el progreso humano y social. Sin embargo, estos dos factores se han convertido en dos importantes enemigos y en los generadores de una crisis de fe.

Ante todo, la educación. En los últimos años, la instrucción se ha transformado en una verdadera carga para los jóvenes chinos. Ellos estudian en la escuela, después de la escuela, tienen docentes en casa, que los ayudan con las tareas y les dictan lecciones particulares… En los días libres o en vacaciones, asisten a lecciones sobre los temas más variados, como danza, piano, arte y otros cursos. Teóricamente, ellos tienen dos meses de vacaciones. Pero para los jóvenes, el tiempo real de descanso es, como máximo, de una semana: el resto del tiempo se dedica totalmente a la instrucción.  Y esta única semana de descanso sólo es válida para los niños de las escuelas primarias. Cuando ellos pasan al nivel secundario o al liceo, para poder ser admitidos en una buena escuela superior o en la universidad, todo su tiempo es ocupado en la tarea de aprender. Comienzan muy temprano por la mañana y no dejan la escuela hasta las 10 de la noche. Tener vacaciones resulta casi imposible. Y lamentablemente, al final, no son muchos los que logran acceder a la universidad.  

Con semejante trasfondo educativo, cultivar la fe es realmente difícil. Y por un solo motivo: la enseñanza es muy exigente y no queda tiempo para ir a la iglesia. El hecho preocupante es que ésta es una edad muy importante para cultivar la fe, pero los jóvenes católicos se están perdiendo esta etapa. Si a esto se suma el hecho de que el gobierno ahora prohíbe a los menores de 18 años entrar a una iglesia, la situación se torna incluso peor.    

En los boletines de muchas iglesias aparecen noticias que mencionan que muchos muchachos y muchachas participan en las actividades eclesiales, en la iglesia. Pero estas noticias no son representativas de la situación y suelen ser muy incompletas.

Y esto es así porque, en la medida que China se desarrolla y aumenta la urbanización, muchos niños y jóvenes de las zonas rurales se mudan a las ciudades, donde asisten a la escuela y trabajan. Por lo tanto, el número de personas que van a la iglesia en las zonas urbanas parece aumentar mucho, pero lo cierto es que se trata de hijos de campesinos que han migrado a la ciudad.

Como conclusión, la situación de las iglesias rurales en China es muy trágica: los jóvenes, muchachos y niños disminuyen cada vez más.  Y aún cuando estos jóvenes y niños van a la ciudad, las posibilidades de ser educados en la fe no son muy optimistas. Por motivos económicos, para estos jóvenes resulta casi heroico poder participar en la misa dominical.  

Ahora hablemos de la economía. Con el crecimiento de la urbanización en China, un gran número de personas provenientes del campo se transfiere a la ciudad para buscar empleo [estamos hablando  de casi 200 millones de personas –ndr]. Todos sabemos que China es un país ateo y que la educación en la fe equivale prácticamente a cero. Los jóvenes que trabajan ven que sus jefes no tienen ningún tipo de consideración por su fe. Es por eso que muchos miembros de las parroquias, que estaban comprometidos en actividades, especialmente los jóvenes, cada vez se ocupan menos de su fe, por motivos de trabajo. Si a esto se suma la presión que reciben para casarse, comprar una vivienda, etc., mucho jóvenes ni siquiera tienen el tiempo para pensar en su fe o para dedicarse a ella.

Una situación similar viven los niños que se mudan a las ciudades: como sus padres deben preocuparse por el salario hasta quedar extenuados, no cuentan con el tiempo para inculcar la fe en los hijos, con lo cual podemos imaginar qué tipo de fe tienen sus hijos.

De esta forma, el entusiasmo de los fieles va apagándose cada vez más, y poco a poco se van alejando de la iglesia. Así es como un puñado de jóvenes creyentes devienen fieles durante las vacaciones: cuando están de vacaciones o descansan, tienen la posibilidad de ir a la iglesia.

Es por eso que muchas iglesias rurales están repletas, pero sólo durante las Fiestas por el Año Nuevo chino. Pasadas las Fiestas, apenas puede verse a algún que otro anciano o niño.

En esta situación, ¿cómo cultivar la fe de los jóvenes?

Al afrontar estos problemas, siendo un sacerdote en una parroquia rural, lo primero que yo debo hacer es tratar de aprovechar este tiempo suyo, que es limitado. Cuando los niños y los jóvenes tienen tiempo, hago todo lo que está a mi alcance para organizar algo e invitarlos a participar en alguna actividad eclesial, a fin de mantenerlos unidos a la fe.

Por ejemplo, durante las cortas vacaciones, especialmente por el Año Nuevo o en las vacaciones de invierno y de verano de los niños. De ser posible, trato de organizar clases de catecismo en los días domingos, para los más pequeños. Eso es importante y necesario.

Pero también es necesario sostener la fe de los padres. Dado que sus hijos tienen cada vez menos contacto con la iglesia, a causa de los estudios y del trabajo, resulta urgente alentar a los padres en la tarea de “reeducar” a los hijos: al menos ellos tienen más oportunidades de estar en contacto con ellos, a diferencia del sacerdote.

Como tercer punto, es necesario pedir a los obispos chinos y a los sacerdotes que están en las ciudades que, además de ocuparse de sus informes y de sus problemas económicos, dediquen una mayor atención al creciente número de miembros de la comunidad católica rural que migran a las ciudades, dado que su fe disminuye a medida que crece la urbanización.

China crece de manera cada vez más veloz, y la Iglesia china crece en numerosos aspectos. De todas maneras, los sacerdotes que viven en contacto con los sectores más bajos de la Iglesia china, comprenden en profundidad que la fe de los jóvenes no sólo debe padecer desafíos, sino que incluso corre el peligro de ser eliminada.  

Desde nuestro punto de vista, cuando estos jóvenes y muchachos llegan a la ciudad, si bien el número de iglesias urbanas ha aumentado, su instrucción en la fe no es perfecta, y es poca la gente que se preocupa por ellos: son tratados como extranjeros.

Así, estos jóvenes no sólo deben hacer frente a una gran crisis y a un desafío en la fe, sino que además se sienten confundidos con la vida que rige en las ciudades.

Por otra parte, al estar dentro de la sociedad china, ellos tienen que aceptar una educación atea, que viene acompañada por la propaganda y las presiones políticas. Así es como cada vez más jóvenes terminan abandonando la fe y deciden perseguir ideales propios de una vida materialista, arrojando por la borda su misma naturaleza humana. Para ellos, éste pasa a ser el valor y el significado de la vida. Pienso que este es el mayor drama que vive la juventud china en la actualidad.

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