Silsilah: un diálogo y una formación que también llegan a los detenidos de Zamboanga
Hace años que el movimiento islámico-cristiano lleva adelante programas educativos y de desarrollo humano en las cárceles de la ciudad. El Pbro. Sebastiano D'Ambra (PIME) ha confiado la atención de la Colonia penal de San Ramón a los operadores católicos y a un imán. El testimonio de un detenido: “Los voluntarios nos brindan esperanza”.
Zamboanga (AsiaNews) – Promover la “cultura del diálogo” llegando incluso a las cárceles y ofrecer a los detenidos una ocasión de rescate, a través de programas educativos y de desarrollo humano: es una de las iniciativas que hace años distingue la presencia del movimiento Silsilah [en árabe: cadena, lazo, ndr] en Zamboanga City. Nacido hace 35 años en la isla de Mindanao, en el sur de las Filipinas, el grupo constituye una presencia reconocida por su obra de sensibilización a nivel cultural, y por la formación y la puesta en común, cuyo objetivo es lograr el encuentro entre cristianos y musulmanes. Su fundador es el Padre Sebastiano D'Ambra, sacerdote del Instituto Pontificio de Misiones en el Extranjero (PIME). Él vive en Mindanao hace 40 años y actualmente se desempeña como secretario ejecutivo de la Comisión para el Diálogo Interreligioso de la Conferencia Episcopal filipina (CBCP).
La labor de Silsilah en los institutos penitenciarios comenzó hace varios años en la cárcel metropolitana, situada en el corazón de Zamboanga City. Pocos años después, el movimiento fue invitado por los detenidos a implementar proyectos en la Colonia penal de San Ramón (fotos). El P. D'Ambra confió la atención de este centro a un grupo de voluntarios del Emmaus Dialogue Movement – un grupo católico afiliado al movimiento- y a un imán, que enseña en la madrasa [la escuela islámica, ndr] de Silsilah. Juntos, llevaron adelante un programa de formación de seis meses de duración, que concluyó en los últimos días con la ceremonia de entrega de diplomas a decenas de reclusos.
En las plataformas de Internet de Silsilah, el Padre D'Ambra ha querido compartir el testimonio dado por uno de ellos. Al dirigirse a los voluntarios que siguieron su desempeño durante el programa de formación, el detenido dijo: “Gracias a Silsilah, hemos aprendido a comunicar cosas que están conectadas con nuestra vida. Hemos aprendido a tener un diálogo con Dios de distintas maneras; hemos aprendido a rezar, algo que rara vez hacíamos. A través de Dios, hemos compartido cosas que no lográbamos siquiera compartir con nuestros mejores amigos y familiares. A través del diálogo con Dios, he pedido perdón a mi esposa, a mis hermanos y hermanas y a todas las personas que he herido; en particular a mi madre, con quien no hablé por demasiado tiempo, hasta su muerte. A través de mis oraciones, sé que me han perdonado por las faltas que cometí contra ellos”.
"Los operadores -prosigue- nos han hecho sentir parte de la sociedad, aunque vivamos en la cárcel, un lugar que consideramos como una comunidad, si bien es diferente. Estamos en un contexto donde hay personas, con distintas historias de vida, con las que socializamos todos los días, en una vida que antes pensábamos que terminaría aquí, una vida sin esperanza. Ustedes llegaron y han abierto nuestras mentes, recordándonos que debemos dar valor a nuestra vida; que todas las cosas tienen sentido y valor; que un día, Dios nos permitirá ser libres y podremos finalmente volver con nuestras amadas familias. Ustedes no han venido para ayudarnos a liberarnos literalmente de esta prisión, sino que nos han dado libertad con la paz de la mente. Esta libertad es la mayor libertad que existe. Esta paz nos ha liberado de nosotros mismos -del odio, de la ira, y, sobre todo, de las inmoralidades que hemos cometido y que se habían vuelto cadenas que nos retenían. Ustedes nos han liberado de estas cosas. Nos han brindado esperanza”.
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