Shan: Los enfrentamientos en la frontera china revelan la magnitud del negocio de las estafas por internet

de Steve Suwannarat

Según las milicias étnicas que lanzaron la ofensiva en la región, se trata de un negocio valorado en 14.000 millones de dólares anuales que controlan cuatro clanes chinos en colaboración con la junta golpista birmana. Beijing pidió recientemente a los militares que cierren los call center donde cerca de 100.000 personas se encontrarían retenidas en condiciones de esclavitud moderna.

Rangún (AsiaNews)- A medida que avanza la ofensiva que lanzaron las milicias étnicas en octubre en zonas cercanas a la frontera con China, resultan cada vez más claras las dimensiones de la industria de las estafas on line. Este negocio echó raíces en Myanmar gracias al apoyo de los generales que dieron un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021. Pero el control de la región de Kokang se ha vuelto mucho más difícil para los militares desde que comenzó el conflicto civil.

Según Peng Deren, comandante del Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (Myanmar National Democratic Alliance Army), que coordina las fuerzas de tres grupos tribales en el norte del Estado de Shan, el negocio emplea a un gran número de personas, obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud moderna en call centers cuyo principal objetivo es la población china, pero también de otros países asiáticos como la vecina Tailandia y la propia Myanmar. El valor del negocio, explicó Peng Dareng, rondaría los 14 mil millones de dólares anuales, y está controlado por cuatro clanes chinos que cuentan con la protección de la junta militar birmana que dio un golpe de Estado el 1 de febrero de 2021 y desencadenó la guerra civil.

Con la toma de Laukkai, ciudad habitada mayoritariamente por la etnia kokang, se desmanteló una red en la que presuntamente participaban 100.000 "esclavos", de los cuales más de 41.000 fueron expulsados el año a pedido de Beijing. Otros se han visto obligados a huir de los combates en las últimas semanas pero, según fuentes de la resistencia, los responsables de la red criminal fueron evacuados con helicópteros del ejército birmano antes de la caída de la ciudad y la rendición de cientos de soldados.

Una confirmación indirecta de las dimensiones de este negocio ilegal y la decisión de las autoridades chinas de erradicarlo (ejerciendo incluso una fuerte presión sobre las autoridades de Rangún, importante proveedor de materias primas y socio comercial de Beijing), fue la reciente comunicación de al menos 70 mil arrestos dentro de la República Popular China.

Entre los extranjeros salvados del racket, informan las autoridades de Bangkok, hay más de 500 ciudadanos tailandeses, repatriados durante los enfrentamientos. De ellos, 174 son sin duda víctimas de la trata de personas, el aspecto del negocio del que se ocupan los miembros de los clanes Bai, Wei y otros dos que tienen el mismo nombre, Liu, que llevan mucho tiempo haciendo negocios con los militares birmanos. Tras el regreso al poder de la junta golpista, los cuatro clanes también son responsables de la reanudación a gran escala de la producción de opio, que devolvió a Myanmar al primer puesto del ranking mundial el año pasado.

Para un régimen con serias dificultades militares y un paria en las relaciones internacionales (con pocas excepciones), la difícil elección que se le plantea es aceptar las exigencias chinas de erradicar un negocio lucrativo, pero socialmente peligroso, o arriesgarse a empeorar las relaciones con uno de los principales países aliados internacionales junto con Rusia.