Sergei Chapnin: La Iglesia rusa ortodoxa en el 2016. La incomprensión y la desconfianza del pueblo (Tercera parte)
El atento analista ruso muestra algunas contradicciones que vive el Patriarcado, desde su punto de vista, incapaz de comprender la situación de los pobres y de la sociedad rusa. Otro problema: la tradicional “sinodalidad” ha dado paso a una gestión verticalista.
Moscú (AsiaNews) – Publicamos a continuación la Tercera Parte del estudio de Sergei Chapnin, quien fuera director de la revista del Patriarcado de Moscú, sobre la situación de la Iglesia ortodoxa rusa, en la vigilia del encuentro entre el Papa Francisco y el patriarca Kirill en Cuba, el próximo 12 de febrero. Para la Primera parte, ver aquí. Para la Segunda parte, ver aquí.
4 – El Patriarca Kirill: un problema de comprensión y confianza
En la entrevista con ocasión de la Navidad, concedida a uno de los principales canales televisivos rusos, el patriarca Kirill dijo que no ve ningún problema en la reducción del consumo. Dudo que la mayor parte de los telespectadores hayan comprendido estas palabras: muchos ya viven por debajo de la línea de pobreza y padecen de privaciones prácticamente en todo.
“En general, hoy en el país no hay tragedia alguna. Por eso, los que están desilusionados son los débiles de carácter, las personas interiormente débiles y las que están vacías. Si todos vosotros vinculáis vuestro bienestar solamente al dinero, si el bienestar se mide por la calidad de las vacaciones que se disfrutan, por las condiciones materiales de vida, entonces la mínima reducción del consumo puede tornarse una tragedia monstruosa” (http://www.patriarchia.ru/db/text/4327642.html)
A quién se haya dirigido exactamente el patriarca Kirill con tales exhortaciones, es algo bastante complicado de imaginar, siendo que de acuerdo a los datos del Rosstat [Servicio federal de estadística, ndr] para el mes de enero-septiembre de 2015, el número de personas con ingresos inferiores al mínimo necesario para la subsistencia representa al 14,1% de la población, comparado con el 12,6% del mismo período en 2014 (http://www.vedomosti.ru/economics/articles/2016/01/13/623856-kudrin-krug). El problema no está en la reducción del consumo –que puede preocupar a la clase media en las grandes ciudades-, sino en que, en los últimos meses, 2,3 millones de personas se han visto sumidas por debajo de la línea de pobreza.
¿Y el Patriarca se niega a llamar a esta situación una tragedia? Naturalmente que, avanzado su discurso, el Patriarca hace una corrección: “La única cosa contra la cual se debe combatir, que, en todo caso, no puede consentirse, y que necesitamos erradicar, es la pobreza”. (http://www.patriarchia.ru/db/text/4327642.html)
El problema es que estas palabras suenan demasiado abstractas, como una teoría. En condiciones de crisis, ¿de qué tipo de erradicación de la pobreza se puede hablar? Se puede hablar de una falta de protección social, de atención a las obligaciones a nivel social, del sufrimiento de las personas, que han perdido sus puestos de trabajo y sus medios de subsistencia. Sin embargo, el Patriarca no habla de esto. Él prefirió decir alguna que otra frase genérica, en la que no hay compasión hacia los pobres, y tampoco un reclamo al Estado a fin de que muestre mayor preocupación por ellos.
Todo esto se enmarca enteramente en la tendencia de los últimos años: en líneas generales, la confianza en el Patriarca va en caída. Habla bien, pero de un modo demasiado abstracto. Entiende mucho, pero quiere demostrar que está al mismo tiempo con el poder y con el pueblo. Lo cual implica que cada vez menos gente se considera unida a él, tanto en la primera como en la segunda categoría.
Confesarlo es, en cambio, difícil. Luego del Sínodo de 1917-1918, el Patriarcado fue adoptado como único modelo aceptable de gobierno de la Iglesia. Por el momento, no hay discusiones serias acerca del regreso al “modelo sinodal” o, al menos, a la posibilidad de implementarlo, pero en una parte del clero y del laicado ha aparecido el deseo de recordar las discusiones de principios del siglo XX y estudiar de un modo más atento los argumentos de los críticos y de los opositores al “modelo patriarcal”.
Seis, siete años atrás, muchos, de la mano del Patriarca Kirill, pusieron sus esperanzas en un ulterior desarrollo de la vida de la Iglesia; pero ahora, reconocer en carne propia que estas esperanzas no han sido satisfechas, se hace extremadamente difícil.
Y, si bien una crítica directa hacia el Patriarca llega sólo de una parte de quienes en los últimos años se han encontrado afuera de las estructuras oficiales –el proto-diácono Andrei Kuraev (que fue despedido del cargo de presidente del departamento sinodal para las Relaciones entre la Iglesia y la sociedad, en diciembre de 2015)– ahora, en cambio, la falta de comprensión en general es significativamente más amplia.
¿Cuáles son los instrumentos que pueden utilizar quienes están en la cumbre de la Iglesia rusa ortodoxa para ver los problemas mencionados, no sólo desde un punto de vista político, diplomático o administrativo? Los institutos de actuación práctica del origen sinodal en la Iglesia –el órgano de Permanencia inter-conciliar, en Concilio episcopal y otros- han sido fuertemente sometidos por la jerarquía vertical, y son completamente controlados por el aparato del patriarca Kirill. Esto significa que todos, de un modo u otro, persiguen una única y misma política, la cual ha sido definida personalmente por el Patriarca. En los siete años de su patriarcado, Kirill ha llevado a la Iglesia rusa a un régimen “de control manual”. Esto no es sorprendente, porque para hacerlo bastó con copiar el modelo utilizado por el estado ruso moderno. En realidad, es también la realización de la “sinfonía” del poder espiritual y temporal, de la cual aman hablar los fundamentalistas ortodoxos. Pero me temo que ninguna “sinfonía” ni “control manual” ayudarán a superar la crisis.
09/02/2016 16:23
19/10/2019 15:48
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