Seguridad: Tokio quiere duplicar el gasto militar y equiparse con misiles
El Partido Liberal Democrático presentó recomendaciones al Primer Ministro y al Ministro de Defensa, pidiendo la revisión de la política de seguridad nacional. Los objetivos son dos: elevar el presupuesto al 2% del PIB en los próximos cinco años y fortalecer las "capacidades de contraataque". Una propuesta controvertida, que contradice la Constitución pacifista de la posguerra.
Tokio (AsiaNews) - En los últimos días, el Partido Liberal Democrático (LDP) presentó una serie de recomendaciones dirigidas al primer ministro Fumio Kishida y al ministro de Defensa Nobuo Kishi respecto a una revisión de la política de seguridad nacional. El contenido de las propuestas elaboradas por el grupo de investigación del LDP no contiene grandes sorpresas respecto a lo que se venía debatiendo en los últimos meses. No obstante, servirá de base para la redacción del nuevo documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional, que el gobierno debería tratar hacia finales de este año.
Las recomendaciones toman nota de la creciente hostilidad en el exterior, empezando por la agresión de Rusia contra Ucrania, sin olvidar el desarrollo del programa nuclear y de misiles de Corea del Norte o las crecientes maniobras militares de China en torno a Taiwán. "Queremos que nuestro país sea capaz de responder al aumento de las capacidades [militares] de otros Estados", dijo Itsunori Onodera, quien presidió el grupo de investigación.
En el texto, hay dos recomendaciones clave: la primera es aumentar el presupuesto de Defensa hasta el 2% del PIB en cinco años. Una regla no escrita de la política japonesa es que el gasto en Defensa no debe superar el 1%, algo que el gobierno de Tokio ha respetado desde la posguerra. Para algunos parlamentarios del LDP, el umbral del 2% no debe considerarse como un objetivo, sino como un indicador: duplicar el presupuesto de Defensa permitiría a Japón alinearse con los compromisos de gasto militar de los países de la OTAN y, en consecuencia, sentarse a la mesa de los aliados como un igual.
La segunda recomendación es la más controvertida, porque exige que Tokio se dote de "capacidades de contraataque", es decir, de tipos de misiles capaces de atacar bases y activos militares enemigos fuera de su territorio. Hasta ahora, el Sol Naciente sólo ha mantenido en su arsenal dispositivos defensivos para interceptar misiles que pudieran ingresar a su espacio aéreo. Sin embargo, el documento sugiere que los avances en la tecnología de lanzamiento han hecho que estos dispositivos sean insuficientes para la defensa del país. Sostiene que Tokio debería equiparse con misiles capaces de neutralizar a las fuerzas enemigas, en el caso de que -a falta de otra solución- quedara demostrado que preparan un ataque contra Japón.
Sin embargo, se considera que esta propuesta no se condice con la política de seguridad -exclusivamente defensiva- que caracteriza la estrategia japonesa. Tampoco es conforme a la Constitución pacifista, cuyo artículo 9 establece la renuncia a toda forma de beligerancia. Para disipar los temores de que se trate de dispositivos ofensivos, el equipo de investigación cambió su terminología y en vez de "capacidad de ataque a bases enemigas" recurrió a "capacidad de contraataque". De hecho, respecto a la terminología anterior, la opinión pública japonesa estaba muy dividida -con un 46% en contra y un 46% a favor-, pues el texto podría implicar la posibilidad de ataques preventivos, En cambio, la propuesta de duplicar el gasto en Defensa goza de mayor consenso: según un sondeo de Nikkei, el 55% de los encuestados está a favor, mientras que el 33% está en contra
Por tanto, el gobierno de Kishida se prepara para revisar su estrategia de seguridad. Se enfrenta a difíciles decisiones, ya que debe responder a los 9 de cada 10 japoneses que consideran que Asia Oriental se ha vuelto más insegura en los últimos años. Además, tiene que superar la resistencia del Komeito, el partido de inspiración budista que gobierna en coalición con el LDP. Por otro lado, Kishida tendrá que equilibrar la presión de los halcones de la derecha liderada por Shinzo Abe y las expectativas de la población, manteniéndose dentro de un marco normativo que comprime el margen de maniobra de la política de defensa.
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