11/05/2017, 14.57
INDIA
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Salesiano de Bangalore: de los niños de la calle obtuve la mejor lección de vida

de Santosh Digal

El trabajo del Pbro. George Kollashany se remonta a 1975. Su compromiso con los pobres es inspirado por el Evangelio de San Lucas. Los niños cambian la manera en que los educadores y políticos abordan las cuestiones. El modo en que estos chicos hacen frente a los desafíos es realmente una “inspiración”. Ellos son el “pulso de la sociedad”.  

Bangalore (AsiaNews) – “Trabajar en las periferias, y en particular en medio de los niños que están en la calle, me ha ayudado a seguir siendo productivo en la vida misionera”. Es lo que afirma a AsiaNews el Pbro. George Kollashany, un salesiano de Bangalore, en Karnataka. Desde 1975, el sacerdote trabaja con niños pobres, “que están en riesgo”. Vivir con aquellos que están en los márgenes de la sociedad, afirma, “es la mejor escuela de vida”.  

“Trabajar con niño pobres de la calle –dice- ha transformado mi vida misionera. He aprendido mucho de ellos”. El padre Kollashany cuenta que recibió la inspiración de trabajar con los pequeños cuando tenía 16 años, al escuchar el pasaje del Evangelio de Lucas 4, 16-20 [el de la prédica de Jesús en Nazaret, cuando, estando en la sinagoga dijo  que él venía a “llevar a los pobres el anuncio de la Buena Nueva”- ndr]. A partir de entonces se acercó a los salesianos de Don Bosco y luego, durante el período de estudios en Teología, comenzó a  colaborar para el desarrollo de los menores pobres en la India.  

El padre Kollashany se siente “inspirado y revigorizado por el modo en que los pequeños reaccionan ante los desafíos y los riesgos”. A este propósito, cuenta la historia de un muchacho de 16 años, “que está luchando para superar el examen de a 10ma clase presentándose de manera privada, luego de haber abandonado la escuela en la quinta clase.  En todo ese tiempo él logro saldar la deuda del padre, que equivalía a 200.000 rupias  [casi 2.900 euros, ndr], trabajando como barrendero. Con el dinero ganado, 300 rupias al día [4 euros], él pudo alimentar a su abuela minusválida, a la madre inválida a causa de las quemaduras del kerosén que le arrojó el marido en un intento de homicidio, e incluso llegó a comprar una bicicleta y a pagar los estudios del hermano”. “Estoy entusiasmado por cómo él ha sabido crear vínculos con las personas” –agrega-, esas mismas personas son “las que hoy le han prestado el dinero con el cual se está construyendo una casa propia”.

Los muchachos de la calle, afirma, “están modelando el futuro de la humanidad y sus propias vidas. Es la ley de la naturaleza. Estar con ellos y aprender de ellos es el mejor modo para crecer, aprendiendo a no perder la pasión adolescente y la infancia de uno”. “Es en las periferias –sostiene- en medio de aquellos que se encuentran marginados y fuera de las tendencias dominantes, que se puede tocar el pulso de la sociedad, que se puede medir la esencia de una comunidad y purificar sus valores, como en un fuego”.

El salesiano explica que, con el correr de los años, también su manera de aproximarse a los menores ha ido cambiando, “porque si se tiene qué hacer con los pequeños, no se pueden implementar los mismos programas, esquemas o políticas. Ellos requieren de un cambio actitudinal”. A modo de ejemplo, él cita el caso de los chicos que “hacen novillos”.   “Escaparse no es un crimen –afirma- es simplemente la respuesta inmediata de un niño frente a los abusos, o a situaciones inaceptables, o incluso frente a la atracción que ejerce sobre ellos algo nuevo. Por eso, ausentarse de las lecciones forma parte del fenómeno del crecimiento, si bien al principio esto ha sido difícil de aceptar”. Según el sacerdote, “también las políticas en materia de minoridad deben cambiar”. En los años ’70, recuerda, “el Juveniles Act consideraba a los jóvenes como delincuentes y los trataba como criminales. Ese sistema luego se cambió. Ahora, con la ley del año 2000, los muchachos son considerados como [personas] necesitadas de cuidado y protección. Ya no existen más los términos como niños ‘delincuentes’ o ‘degenerados’. Ellos no son criminales. Muy por el contrario, ellos son niños que necesitan de alguien que cuide de ellos y los proteja”.

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