09/11/2023, 09.57
RUSIA
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Sacerdotes rusos contra la guerra: en el punto de mira de Moscú, con la oposición de los ucranianos

de Vladimir Rozanskij

De los 300 sacerdotes que firmaron un llamado contra la invasión en marzo de 2022, pocos pueden hoy sostener posiciones pacifistas. Algunos han sido suspendidos, otros expulsados, la mayoría silenciados. Las difíciles relaciones con la comunidad, el control ruso y los sentimientos hostiles de la Ucrania que no cree "en los buenos rusos". La ortodoxia rusa corre el riesgo de no sobrevivir a Putin.

Moscú (AsiaNews) - En su discurso desde el lager de Omsk, el disidente Vladimir Kara-Murza, junto a su dolor por el apoyo patriarcal a la guerra, expresó también su gratitud a los sacerdotes que, en cambio, han tomado públicamente posición contra ella. De los 300 sacerdotes que habían firmado en marzo de 2022 una petición para detener la invasión rusa de Ucrania, muy pocos, sin embargo, apoyan ahora oficialmente posturas pacifistas; algunos de ellos han sido suspendidos o expulsados, y la mayoría han sido silenciados.

El clero parroquial en la ortodoxia rusa es necesariamente casado, y los sacerdotes también tienen la responsabilidad de proteger a sus esposas e hijos. Algunos de ellos se han visto obligados a trasladarse al extranjero, como documenta un reportaje de The Moscow Times. Uno de ellos es el padre Aleksej Volčkov, que cuenta cómo tras firmar el pedido "muchas personas cercanas a mí me lo reprocharon, algunos pensaron que les había traicionado, pero creo que firmar fue uno de los gestos espiritualmente más verdaderos que he hecho en los años de mi sacerdocio". Se fue sabiendo que muchos otros han tenido que sufrir sacrificios mucho mayores y está seguro de que "en realidad son pocos los hermanos míos que apoyan la guerra, aunque la mayoría tiene miedo de hablar públicamente".

Desde el año pasado existe también una asociación formada por sacerdotes rusos, ucranianos y bielorrusos, llamada "Cristianos contra la guerra", cuyo sitio web fue bloqueado en Rusia en septiembre. Uno de los líderes del grupo es la teóloga Natalia Vasilievič, que explica cómo "intentamos crear un espacio para una ortodoxia alternativa". Algunos de los adherentes son personas muy conocidas en el mundo ortodoxo, intentamos unir a todos, especialmente para proteger a los sacerdotes perseguidos".

Uno de los promotores del llamado contra la guerra es el padre Andrej Kordočkin, que ejerce su ministerio desde hace casi veinte años en la catedral rusa de Santa María Magdalena de Madrid. Ha impulsado otro proyecto junto con algunos sacerdotes rusos en la emigración, "Paz para todos", que pretende "difundir las historias de sacerdotes que han sufrido por sus posiciones antibelicistas". Además de información, el grupo también intenta ayudar económicamente a las familias de sacerdotes que han perdido su trabajo y su sueldo por sus opiniones. Como explica el padre Andrej, a quien el patriarca ha suspendido a divinis, "los sacerdotes pacifistas rusos estamos divididos geográficamente, pero nos comunicamos y nos apoyamos mutuamente".

Los sacerdotes rusos también tienen cada vez más dificultades en sus relaciones con el rebaño que se les ha confiado, tanto en su país como en el extranjero, debido a la desconfianza en la cúpula de la Iglesia y a la gran confusión entre los que están en contra o a favor de las acciones bélicas. El propio Kordočkin cuenta que "muchos se han marchado porque están a favor de Putin y Kirill, después de que yo hablara en contra de la guerra". Varios sacerdotes se marcharon espontáneamente al extranjero, sin esperar medidas de suspensión, tratando de establecerse en otras jurisdicciones ortodoxas, especialmente la del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.

Lo paradójico es que el exarcado ruso de Constantinopla en Europa fue cerrado por el Patriarca Bartolomé antes de la guerra, a causa de la ruptura con Moscú sobre la autocefalia ucraniana, temiendo la oposición interna de los rusos, que hoy querrían cobijarse bajo la omoforio (estola) del Patriarca Ecuménico. Y en cualquier caso, como nos dice la experta Ksenja Lučenko, del Consejo Europeo para las Relaciones Internacionales, "los servicios rusos del FSB controlan a todos estos sacerdotes allí donde se encuentran, tratando por todos los medios de impedir que se establezcan y actúen libremente".

Por no hablar de que los sacerdotes rusos en Occidente son vistos con recelo, a pesar de su postura antibelicista, y a menudo con la oposición de los ucranianos, que también son mayoritariamente creyentes ortodoxos, y que no quieren verlos en las iglesias, porque en su opinión "no hay rusos buenos". Como afirma Lučenko, "la Iglesia ortodoxa rusa corre el riesgo de no sobrevivir a Putin, su autoridad moral está gravemente comprometida y toda su estructura corre el riesgo de desintegrarse".

 

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