Sacerdote ortodoxo en apuros: su esposa realiza danzas brasileñas en Cuaresma
La mujer participó en un concurso de belleza y publicó las fotos en las redes sociales. Como castigo, la diócesis transfirió al marido, que es sacerdote, a un pueblo remoto en los Urales. La crisis de la familia también afecta al clero casado. El patriarca Kirill denuncia la escasa educación de los seminaristas para el matrimonio. Se los impulsa a contraer matrimonio rápidamente, antes de la ordenación, dando lugar a uniones frágiles e improvisadas.
Moscú (AsiaNews) – Realizó una danza brasileña, típica del Carnaval, precisamente en los días del tiempo de Cuaresma: eso lo que hizo Oksana Zotova, la mujer del sacerdote Sergij Zotov, exhibiéndose en un concurso de belleza. Es más, incluso publicó las fotografías del concurso en las redes sociales. Por todo ello, la eparquía ortodoxa rusa de Magnitogorsk, en la región de los Urales, castigó al sacerdote, enviándolo a un pueblo perdido.
El 12 de abril pasado, el Padre Lev (Baklitskij), secretario de la diócesis, explicó a la agencia Ria Novosti las razones de la decisión tomada por la diócesis.
El P. Lev dijo que el sacerdote fue convocado y se le dijo que, a causa del comportamiento de la mujer, como castigo, debía transferirse temporalmente a la localidad de Fershampenuaz, en la provincia de Nagajbaksk, al menos, hasta que el caso caiga en el olvido.
Para los sacerdotes ortodoxos casados, se estila raramente que sean transferidos y cuando esto ocurre el cambio es acordado, para no entorpecer la vida familiar. Sin embargo, en este caso –según el P. Lev- “no se podía ignorar” el escándalo, “aún cuando sabemos que el padre Sergij es un gran sacerdote”. Los sacerdotes, agregó, no tienen limitaciones particulares con respecto al comportamiento en público, “incluso pueden ir a un sauna o a la playa con su mujer, pero no pueden publicar fotos en las redes sociales”.
El caso del Padre Sergij y de Osana ha de ser visto en un cuadro bastante preocupante en lo que atañe a las familias de los curas ortodoxos. El mismísimo patriarca de Moscú, Kirill (Gundjaev), durante una reunión del Consejo Superior de la diócesis de Moscú celebrada el 20 de marzo pasado, resaltó que: “La crisis de los valores de la familia, que ha infectado a toda la sociedad contemporánea, también impacta en la vida de los sacerdotes, si bien no en la misma medida que en la de los laicos. Y sin embargo, notamos que hay muchas situaciones de crisis en las familias de nuestros sacerdotes, empezando por nuestra diócesis de la ciudad de Moscú”.
La dinámica muestra un claro empeoramiento de la situación en comparación a 10 o 20 años atrás, que, según Kirill, se debe “a la difusión totalitaria de representaciones, moralmente cuestionables, de las relaciones entre hombres y mujeres”.
El responsable de la Iglesia rusa insistió en la importancia de que los sacerdotes vivan plenamente la dimensión de la familia, sin justificarse con los compromisos de su actividad pastoral, que muchas veces los obligan a estar ausentes del hogar. Esto vale sobre todo para las localidades rurales o del interior, donde la vida de las personas es más visible que en la ciudad, y donde el sacerdote es llamado a ser un ejemplo aún más claro para todos. En este sentido, Kirill también ha recordado que “hay muchas familias que son ejemplares, tanto sacerdotales como laicas, donde el hogar es realmente una Iglesia en pequeño, pero esta Iglesia se debe construir con esfuerzo y con la ayuda de Dios”.
El patriarca también ha insistido en la importancia de la educación de los seminaristas en las distintas instituciones diocesanas existentes, donde, además de los estudios y de los ejercicios espirituales, “es necesario enseñar a estar dispuestos, al menos teóricamente, a afrontar los problemas de la vida familiar”.
En la Iglesia rusa, los seminarios están difundidos de manera capilar, pero muchos de ellos aún son poco desarrollados, y las cuestiones familiares se dejan libradas a la experiencia personal de los sacerdotes. A menudo se insiste únicamente en que los seminaristas resuelvan pronto la cuestión del matrimonio, que debe realizarse antes de la ordenación sacerdotal. En consecuencia, las uniones muchas veces son frágiles e improvisadas.
Según los cánones eclesiásticos ortodoxos, si la mujer de un sacerdote solicita el divorcio, él es reducido al estado laical. El rol de la mujer como “precondición” (en ruso popular: la popadja) a menudo se limita al servicio de limpieza de la iglesia y a la asistencia ritual, ya sea cantando en el coro o respondiendo a las invocaciones sacerdotales, además de, como es obvio, soportar todas las tareas del hogar por sí sola. Tradicionalmente, las familias de los sacerdotes son las más fecundas, con numerosos hijos e hijas, que, a su vez, en general, están destinados a volverse sacerdotes y mujeres de sacerdotes. Los obispos –que son elegidos por los monjes- suelen prestar escasa atención a las cuestiones familiares de sus sacerdotes, dejándolos a merced de las dificultades señaladas por el patriarca Kirill.
10/10/2019 14:10
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