Sacerdote en Tierra Santa: la emergencia por Covid-19 refuerza la solidaridad y la sed de Dios
La pandemia hace redescubrir la religiosidad y la colaboración entre musulmanes y cristianos. El distanciamiento, las redes sociales, Internet y la televisión se convierten en instrumentos para una nueva evangelización. Tres propuestas para el mes de mayo, desde una perspectiva de participación y ecumenismo. Se recaudaron 13.000 dólares y dos toneladas de alimentos para Belén: una iniciativa que contó con la adhesión de los musulmanes.
Reneh (AsiaNews) - A partir de la crisis y de la dificultades causadas por la pandemia de coronavirus “surgirán muchos elementos positivos”. Ante todo, “el deseo y la sed de Dios”, una “espiritualidad renovada” y una “mayor búsqueda de la Iglesia”: incluso hay personas que no solían frecuentar la Iglesia y que ahora se lamentan por la clausura” de los lugares de culto. En diálogo con AsiaNews, es lo que cuenta Don Raed Abu Sahlieh, el párroco de la iglesia de San José Obrero en Reneh, Galilea, situada a unos tres kilómetros de Nazaret. Él destaca el clima de “generosidad y solidaridad entre la gente, incluso entre cristianos de distintas confesiones, y con los musulmanes”. “Espero que estos valores puedan continuar a futuro”, agrega.
Con la emergencia de Covid-19, que también afecta a los territorios de Israel y Palestina aunque sin provocar el dramático saldo registrado en Europa o en Estados Unidos, la vida cotidiana ha cobrado una dimensión distinta. “Cuando dejó de reinar la normalidad - explica el sacerdote - las personas comenzaron a apreciar la salud, la libertad de salir, el trabajo, los gestos simples como ir a un restaurante o viajar. Y cada familia ha redescubierto el rol de la Iglesia doméstica”.
“A nivel comunitario - afirma Don Raed - hemos reforzado muchísimo el uso de los medios de comunicación y la evangelización a través de los nuevos medios sociales, como Facebook, Zoom [una plataforma de videollamadas en grupo, ndr], WhatsApp. Los hemos aprovechado al máximo y los hemos transformado en instrumentos para mantener vivos los lazos”. Su diócesis, prosigue, abarca tres países: Palestina, Israel y Jordania; como no podemos pasar de una zona a otra, “como sacredotes del patriarcado, hemos organizado reuniones en red, en las cuales han participado padres que se encuentran estudiando en Roma, o en los Estados Unidos. Nos hemos dado cuenta de que en vez de movernos, a futuro, cuando se haya superado la pandemia, también podremos usar estos medios al máximo, dado su potencial”.
Don Raed Abu Sahlieh nació el 15 de junio de 1965 en Zababdeh, Palestina. El ingreso en el seminario menor del Patriarcado Latino se remonta a 1977, pero su ordenación sacerdotal fue en 1990. En el 2013 es nombrado secretario de Caritas Jerusalén, y al año siguiente comienza a desempeñarse como su director general. El 15 de agosto del 2017 marca su ingreso a la parroquia de San José Obrero en Reneh, una aldea de 20.000 habitantes, con 3.000 cristianos que se subdividen en latinos, greco-melquitas, anglicanos y ortodoxos. “Para reforzar la evangelización - cuenta, bromeando un poco - desde el inicio de la emergencia por coronavirus desarrollé una mini-televisión con un móvil, que llevo conmigo cuando voy de casa en casa, y gracias a ella puedo transmitir las misas, los rosarios y las celebraciones”.
Para el mes de mayo, dedicado a la Virgen, la parroquia ha lanzado tres propuestas: el rezo del Rosario con una familia de la comunidad, por turnos, seguido de una breve meditación y una misa con un pequeño grupo de personas [hoy en día, pueden encontrarse hasta 20 personas]. La segunda es la visita a las familias que tienen ancianos y enfermos, en este caso el sacerdote y las religiosas distribuyen la comunión a todos los miembros de la familia. “En estas ocasiones - cuenta Don Raed - transmitimos el evento en las redes sociales, así los familiares que viven en el exterior pueden seguirlo”. Por último, cada viernes del mes “invito a un sacerdote de una comunidad cristiana distinta, a rezar el Rosario conmigo: mañana vendrá un pastor anglicano, la semana próxima vendrá uno greco-melquita, y en la siguiente, un ortodoxo; todo, con una perspectiva de ecumenismo”.
La solidaridad no solo se da entre comunidades cristianas, sino que abraza también a los musulmanes: “El Concejo municipal -subraya el sacerdote - ha distribuido cajas de víveres, comida y alimentos a más de mil familias, de las cuales 300 son cristianas, sin hacer discriminaciones de ningún tipo. Nosotros, como parroquia, hemos colaborado con más de 1400 dólares. Nuestro grupo scout se ha ocupado de la distribución de las cajas, visitando familias cristianas y musulmanas”. Además, hemos organizado una jornada de solidaridad para Belén, que está bloqueada desde el 25 de febrero, y como vive del turismo y las peregrinaciones, se encuentra en dificultades: en un solo día logramos recoger 13.000 dólares y dos toneladas de alimentos. Varias familias musulmanas de Reneh se sumaron a la iniciativa con entusiasmo… al final del día estaba realmente maravillado, con el testimonio de una comunidad viva y solidaria”.
Las autoridades decretaron la suspensión de las actividades en el pasado mes de marzo, las escuelas se cerraron a partir del 13, pero la escuela cristiana (fundada en 1878) continuó funcionando con clases a distancia. “Tenemos 1150 niños, de distintas edades. En estos días algunos han vuelto a las aulas, sobre todo los que deben rendir exámenes. En cuanto al resto - cuenta Don Raed - hemos implementado programas de educación a distancia, que han demostrado ser muy exitosos entre los más pequeños, al punto de recibir elogios del Ministerio de Educación”.
En estas semanas de encierro y distanciamiento, subraya el sacerdote, “hemos recurrido a nuestra creatividad pastoral y a la tecnología para que la comunidad pudiera vivir a pleno las celebraciones de Pascua”. Las iniciativas continúan: esta tarde, a las 6, sonarán las campanas y tendremos el rezo del Angelus por altoparlantes; luego, una breve reflexión y una bendición final. Los musulmanes también escuchan y participan. El 22 de abril, para el inicio del Ramadán, mandé mis saludos y buenos deseos desde el campanario de la iglesia, y ellos me agradecieron, y me enviaron numerosas invitaciones para participar en una cena del Iftar, que marca el fin del ayuno diario. Hasta ahora - concluye - no he podido aceptar por las restricciones para los desplazamientos, pero me uniré a ellos, ayunando todos los días viernes. Mañana, por primera vez, podré aceptar, y visitaré la casa de un amigo musulmán”.
17/12/2016 13:14