Sacerdote chino: en la confusión reinante, estar con “el capitán”, el Papa Francisco
La ordenación ilícita del sacerdote subterráneo Dong Guanhua (que fue condenada por el obispo Jia Zhiguo) está sacudiendo a la Iglesia de China y generando fracturas múltiples y dolorosas. Un sacerdote de la Iglesia oficial expresa aquí su cansancio: demasiadas divisiones corren el riesgo de provocar la muerte. Y pide a todos seguir al Papa en su compromiso de apertura y misericordia.
Beijing (AsiaNews) – Continúan los comentarios, las tomas de posición, los juicios a propósito de la ordenación episcopal ilícita (“privada”) del Pbro. Dong Guanhua en Hebei. El sacerdote de la comunidad subterránea ha decidido hacerse ordenar y promete ordenar a otros obispos subterráneos, criticando la actitud de diálogo asumida por el Papa Francisco con el gobierno chino, y criticando también a Benedicto XVI y su Carta a los católicos de China, en la cual él pone fin a los poderes especiales de la Iglesia subterránea de China. Durante el largo período de las persecuciones, se le daba a esta Iglesia la facultad de ordenar obispos –en caso de emergencia- incluso sin el mandato papal, que habría de llegar luego.
La actitud extremista y carente de realismo del Pbro. Dong corre el riesgo de perjudicar la experiencia de la comunidad subterránea toda. Algunos condenan fuertemente a toda la comunidad subterránea, no obstante fue precisamente un obispo subterráneo, Mons. Julio Jia Zhiguo, quien comunicó la excomunión al Pbro. Dong.
Entre los numerosos comentarios que los católicos intercambian en las redes sociales, ya hemos presentado la profunda reflexión de un sacerdote, el padre Pietro. Hoy presentamos otro comentario, escrito por un sacerdote de la comunidad oficial que se hace llamar “un cura ermitaño”, bastante conocido en el mundo de las redes sociales. Su comentario acerca de la situación tras la ordenación ilícita es un reclamo a seguir al Papa Francisco en su actitud de misericordia, a imitación de Cristo, en medio de una situación confusa y conflictiva (entre oficiales y subterráneos, o “patriotas” y “fieles”) que actualmente existe en la Iglesia de China, porque el Papa es el guía, el capitán de la nave que es la Iglesia. El título del artículo, “Oh capitán, mi capitán” fue tomado de la película “La sociedad de los Poetas Muertos” (en inglés: “Dead Poets Society”). El conflicto, siendo tan amplio, vuelve muy ardua la tarea de vivir siendo cura en China, y reclama a una conversión de todos.
Presentamos el artículo en su traducción casi completa. La edición china transcribe el texto completo. Traducción a cargo de AsiaNews.
El Pbro. Ge Xiangping está muerto. El Pbro. Li Po está muerto. El Pbro. Liu Zhanfang está muerto, el Pbro. Song Kexun está internado en el hospital a raíz de un infarto cerebral, el Pbro. Dong Guanhua se hace ordenar obispo de manera privada y ordena a otro… Todos los sacerdotes parecen vivir para morir topándose con dificultades repentinas. Recientemente, un docente mío me preguntó: P. Ge, ¿está cansado? Sí, en China, con este sistema particular, desempeñarse como cura es una tarea ardua. Los problemas son: ser o no ser fiel; amar o no amar a la patria; ser ordenado obispo o no ser ordenado; edificar o no edificar la iglesia; tratar o no tratar con terrenos; administrar o no administrar; obedecer o no obedecer. En general, ser cura es algo extraño y podemos cansarnos hasta morir.
Ser o no ser fiel debiera ser un asunto de obispos, y los sacerdotes deben seguir a los obispos. Si el obispo permanece fiel, los sacerdotes empujan a los fieles a seguirlo, y de este modo se evitan muchas confusiones. Amar o no amar a la patria es algo que compete a todos los chinos: nosotros, siendo cristianos, no debemos renunciar a nuestra nacionalidad. El Partido comunista ama al partido, los chinos aman a la patria. Nosotros somos chinos y somos cristianos, si no pagamos la tasa del patriotismo (adhiriendo a la Asociación patriótica), ¿vamos contra los deberes divinos o humanos?
En la Iglesia de China, los fieles pueden ser patriotas, los patriotas pueden ser fieles. Los sacerdotes no deben combatirse todo el día acerca de si ser fieles y patriotas: tú eres patriota, yo soy fiel. ¡Lo raro sería que no se cansasen hasta morir! ¡Cansarse y preocuparse hasta morir, es por demás, arrastrar a los fieles a cansarse por esto hasta la muerte!
El Pbro. Dong Guanhua, luego de hacerse ordenar obispo de forma privada, no puede ser considerado representante de la Iglesia fiel. Hace uso del término ‘fiel’ para llevar a cabo una acción que excluye la fidelidad: esto realmente crea una confusión entre los católicos. Hacer uso del nombre de “fieles” para atacarse y condenarse mutuamente: ¡esto causa la confusión de la Iglesia de China! Atacarse mutuamente es inútil: quién ha de obedecer a quién, por lo cual se comienza a criticar y a quejarse de un modo vehemente contra la ‘política conciliadora’ del Vaticano, arrastrando a la Santa Sede al hervidero de la confusión de la Iglesia de China.
Miles errores no hacen una verdad; cien casos de ordenaciones ilegales no constituyen una razón para tomar la iniciativa de realizar una ordenación ilegal. Normalmente, los oportunistas buscan en los errores de los demás una buena oportunidad para sí mismos, pero el oportunismo no alcanza jamás la verdad. En el siglo pasado, la Iglesia en China atravesó la Revolución cultural, después de la cual, por treinta años realizó ordenaciones episcopales secretas, dando la posibilidad de conservar la Iglesia local y fiel: fue la sabiduría del santo Padre Juan Pablo II. Para favorecer la unión de la Iglesia oficial y la no oficial, el pedido que todos los obispos sean reconocidos oficialmente, subrayando que la Asociación patriótica no está conforme a la doctrina católica, fueron las grandes declaraciones escritas por el Papa Benedicto XVI (su Carta a los Católicos chinos no fue puesta en acto en China; la directiva de eliminar la Asociación patriótica causó una fuerte reacción del gobierno que comenzó a poner en acto un mayor control, por lo cual bajo el nombre de la Asociación patriótica fueron realizadas algunas ordenaciones ilegítimas, eliminando los buenos efectos de la carta y manifestando a todos que la Iglesia de China ya no acepta más el Derecho canónico y la autoridad de la Santa Iglesia, sino que tiene sólo una tarea política, y es permitir que el poder del Estado esté sobre la autoridad pastoral, que el poder temporal del Estado pueda superar el del reino espiritual. Benedicto XVI anunció sus renuncias).
Poner en acto la carta del Papa Benedicto XVI, continuar no concediendo las facultades especiales en la Iglesia de China, no permitir las ordenaciones privadas, tratar positivamente con el gobierno chino, dialogar, negociar, continuar las tratativas entre China y el Vaticano, buscar un acuerdo: esta es la política diplomática nueva y rica en resultados del Papa Francisco.
Aún a propósito del caso del p. Dong: todos saben que una ordenación ilegal es algo errado y que además esto incluye una excomunión papal. ¿Quizás tú, sólo porque no te arrepientas y no eres castigado por las injusticias del pasado, sientes que tienes autoridad (de hecho el santo Padre se retractó de las facultades especiales a la Iglesia de China) para realizar una acción equivocada que antes habías condenado? Ya he subrayado arriba: cien ordenaciones ilegales realizadas bajo coacción no se convierten en una buena razón para buscar de modo deliberado una ordenación ilegal. Una ordenación forzada quizás implique la debilidad humana, pero una ordenación ilegal buscada de modo deliberado ciertamente no proviene de la fuerza divina. (Cuando era niño, mi párroco, el Pbro. Zong Changfeng desde el momento que fue ordenado irregularmente Obispo de Kaifeng, no fue aprobado por la Iglesia: jamás obró ni mostró su identidad, sino que se mantuvo escondido por 10 años en la parroquia de Xingqiao, hasta su regreso al Padre. Tal espíritu de obediencia viene ciertamente de la fuerza divina: esto hace ver que la ordenación precedente fue sugerida por una verdadera preocupación por el futuro de la Iglesia en China. Tras su muerte, Benedicto XVI lo llamó “Obispo de Kaifeng”).
(…)
La Iglesia es una nave, el Santo Padre es el capitán, pero el Papa hoy parece crear conflictos cada vez más numerosos en el ánimo de muchos. ¿Por qué? Porque nosotros hacemos oídos sordos, y no queremos escuchar sus instrucciones llenas de sabiduría: a su misericordia llena de amor nosotros la consideramos como un compromiso. Nosotros consideramos su paciencia cristiana como una debilidad. En la práctica, en nuestros adentros sabemos que, por nuestra debilidad, somos nosotros los que asumimos un compromiso, y a causa de este compromiso no lo queremos escuchar. Nosotros no queremos escuchar, por lo cual sentimos como si fuésemos engañados y enceguecidos y creemos que para el Santo Padre también es así. En la fe nosotros debemos abrir el corazón con valentía, porque el Santo Padre es el capitán de nuestra nave…
La Iglesia necesita profetas que puedan traer buenos cambios… Pero es constantemente necesario distinguir bien cuál es el “coraje de los profetas”: ¿está realmente al servicio de la Iglesia, o deriva de una conducta sin escrúpulos que mira sólo a aquello que uno quiere, o con la desobediencia quiere causar la división?
La Iglesia católica tiene su santa tradición. Lo que buscamos es glorificar a Dios. Tenemos una ley sagrada muy sabia y llena de misericordia (los diez mandamientos y el Derecho canónico). Cuando son observados, podemos gozar de nobleza y honor en el Señor. Por eso, creo son el Espíritu Santo y el Santo Padre quienes, juntos, guían a la Iglesia. Nosotros debemos obedecerlos a ellos incondicionalmente, como incondicionalmente creemos en el Señor. El Santo Padre continúa con todos los esfuerzos fomentando el compromiso por la comunión de la Iglesia universal: “quien no recoge conmigo, dispersa (y divide)”: ¡estas palabras de Cristo son una advertencia para nosotros!
Un cura ermitaño
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