Rutas del gas entre Turkmenistán y Uzbekistán
Asjabad cuenta con unas reservas de gas natural de 17,5 billones de metros cúbicos, ocupando el 4º lugar tras Rusia, Irán y Qatar. Hoy ya no puede vendérselo a Moscú en las condiciones acordadas, lo que podría abrir nuevas posibilidades a sus vecinos uzbekos que viven en el frío. Pero requeriría una elección política que dista mucho de ser sencilla.
Taskent (AsiaNews) - Uzbekistán sufre escasez de gas y electricidad desde hace un cuarto de siglo, un problema que se agudiza especialmente durante la temporada de calefacción, cuando la población se ve obligada a utilizar estufas y sistemas improvisados para no congelarse dentro de sus casas. Ahora, la negativa de Turkmenistán a vender gas a Rusia puede abrir nuevas posibilidades a la sed de combustible de los uzbekos, abriéndoles el acceso a fuentes más baratas que las rusas, pero esto exige un distanciamiento similar de Moscú por parte de Taskent, una opción política que es cualquier cosa menos sencilla, incluso antes que una necesidad económica.
Ya en octubre, el presidente de la empresa estatal Turkmengaz, Maksat Babaev, anunció que no se renovaría el contrato de cinco años con los rusos, en vigor desde 2019, justificándolo con la necesidad de diversificar las exportaciones, aumentando su volumen y sus precios. De hecho, en las negociaciones de renovación con Moscú, los rusos no habían aceptado los aumentos exigidos por Asjabad.
Turkmenistán posee unas reservas de gas natural de 17,5 billones de metros cúbicos, lo que le sitúa en 4ª posición tras Rusia, Irán y Qatar. El país extrae cada año 63.200 millones de metros cúbicos de gas, gracias a las actividades no sólo de Turkmengaz, sino también de China National Petroleum y la malasia PetroNas. De ellos, 31.500 millones de M3 se destinan a las necesidades nacionales, y unos 32.000-35.000 millones se venden a China. Desde 2003, existía un acuerdo con la rusa Gazprom de 50.000 millones anuales, reducido posteriormente a 30.000 millones de M3, pero en realidad Rusia nunca ha comprado tales cantidades de gas turkmeno, limitándose a 10.000 millones en 2021, hasta los 4.700 millones del año pasado.
Mientras los turcomanos no venden el gas según los acuerdos a Rusia, sus vecinos uzbekos viven en el frío y sin gas. Cada año, desde finales de otoño hasta la primavera, decenas de uzbekos mueren envenenados por monóxido de carbono, que se utiliza para calentar las casas por diversos medios improvisados. La semana pasada, la administración de la empresa estatal uzbeka Khududgazminot informó de que desde principios de 2024 se han registrado 74 casos de incidentes similares, 82 personas han muerto y otras 80 se encuentran en estado grave.
Uzbekistán también tiene su propia producción de extracción de gas, con reservas de hasta 1.800 millones de M3, ocupando el puesto 17 en el mundo, y al igual que Turkmenistán ha vendido durante muchos años gas a Rusia a precios muy bajos, pero en los últimos cinco años el nivel de extracción de gas uzbeko ha empezado a disminuir cada vez más. Según el instituto local de estadística, entre enero y septiembre de 2024 se extrajeron 33.480 millones de M3 de gas natural, un 4,8% menos que el año anterior, frente a la creciente demanda de la población.
Como explicó el ministro de Energía, Žurabek Mirzamakhmudov, en el Foro del Gas de San Petersburgo el pasado noviembre, «en Uzbekistán, el crecimiento natural de la población se estima en un millón de personas al año, y la economía ha crecido un 6%, con necesidades crecientes de recursos energéticos, al menos entre un 10% y un 15% más cada año». Taskent compra actualmente su gas a Rusia, desde septiembre también ha empezado a importarlo de Turkmenistán, y todos los expertos aconsejan centrarse en Asjabad, que ofrece las mejores condiciones económicas, dejando a los rusos al margen.
Como recuerda el ex ministro de Energía Anvamirzo Khusainov, «la frontera entre Uzbekistán y Turkmenistán se extiende a lo largo de más de 1.500 kilómetros, y el gas turkmeno pasa por gasoductos situados en nuestro territorio para llegar a China o Rusia... sólo hace falta una clara voluntad política, nuestro mercado ya está preparado para esta solución». No es fácil liberarse de la secular dependencia de Moscú, pero el frío invierno podría empujarnos definitivamente a liberarnos de una vez por todas.
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