Rouhani se abre a Europa, pero debe vérselas con los enemigos en casa
Roma (AsiaNews)- Desde mañana, el presidente iraní Hassan Rouhani estará en Italia por dos días, y luego irá a Francia, en un intento por abrir nuevos canales de amistad y rutas comerciales con Occidente, previendo la caída de las sanciones, luego del acuerdo nuclear. Rouhani tendrá también un coloquio con el Papa Francisco en el Vaticano. Grupos en defensa de los derechos humanos y otros ligados al Estado de Israel son muy críticos de dicha visita, y denuncian la política anti-israelí de Teherán y las centenares de condenas a muerte ejecutadas este año. Pero para Rouhani, los enemigos más difíciles están en su casa, entre lo ayatolás y los Guardias de la revolución.
Desde el día de su elección, Hassan Rouhani se presentó como el rostro amigo de Irán: llamadas telefónicas a Barack Obama; augurios por el fin de Año judío; apertura al diálogo sobre Siria y Yemen; la mano tendida a Arabia Saudita; y sobre todo, el acuerdo nuclear, tejido con un paciente trabajo de su Ministro de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif.
El acuerdo, de hecho, legitima la presencia de Irán en la comunidad internacional. Prueba de ello son la invitación de Teherán a los diálogos sobre el futuro de Siria, además de una serie de encuentros con el mundo europeo de los negocios para poder establecer una sociedad comercial.
Rouhani ve esta apertura como necesaria para poder dar aire a la economía iraní, marcada por decenios de sanciones económicas, bancarias y financieras y por la caída del precio del petróleo, en el último tiempo. Al mismo tiempo, con 78 millones de habitantes, y una población con una edad por debajo de los 30 años y con un alto grado de instrucción, Irán es considerado uno de los mercados más apetecibles. En el páis, a causa del embargo, faltan medicinas, aparatos quirúrgicos, establecimientos industriales modernos, estructuras de refinería.
Justamente, esta apertura es vista como “enemiga” por parte de los Guardias revolucionarios, que están ofreciendo una gran resistencia a las reformas de Rouhani. Para ellos, esta apertura corre el riesgo de formar parte de un “complot” para reducir el país a la esclavitud”.
Por esto, días atrás, varios periodistas amigos de Rouhani fueron arrestados y acusados de “espionaje” y de “infiltración” liderada por los EEUU.
A los cinco periodistas arrestados la semana pasada (Isa Saharkhiz, Ehsan Mazandarani, Afarin Chitsaz, Saman Safarsaei y un quinto cuya identidad no fue todavía confirmada) se suman las decenas (en total 43) de colegas arrestados en los meses pasados.
Miembros del Parlamento, Mohammad Ali Jaafari (jefe de los Guardias revolucionarios) y el mismo guía supremo, Alí Khamenei, han denunciado un “peligroso plan de infiltración con consecuencias políticas y culturales”. Rouhani trató de contrastar este estilo lleno de sospechas, pero no pudo frenar los arrestos.
Es cada vez más claro que los enemigos del acuerdo y de la apertura son justamente los Guardias revolucionarios y los ayatolás conservadores. Los primeros, porque temen perder su monopolio sobre muchos aspectos del comercio (infraestructuras, remedios, contrabando…); los segundos, porque la situación actual de Irán niega la legitimidad del sistema islámico impuesto en los últimos 36 años.
Por otro lado, y justamente bajo la égida de los ayatolá, desde Khomeini en adelante, en Irán se nota un difundido abandono del Islam y la mayoría de los jóvenes ya se han alejado de las mezquitas y de los discursos políticos de los jefes religiosos. Occidente, también debido a sus justos intereses económicos, no debe dejar solo a este gran país.
