Riad: en pleno Covid-19, un rave-party con 700.000 personas en el desierto
Se trata de MDLBeast Soundstorm: cuatro días de música electrónica, una primicia absoluta en el reino wahabí. Los jóvenes de ambos sexos bailan juntos y se detienen en el momento de la oración islámica. Críticas de HRW, que recuerda los abusos y violaciones de los derechos humanos. Los musulmanes que viven en el exterior también condenan el evento, porque promueve comportamientos contrarios a la moral en la tierra de La Meca y Medina.
Riad (AsiaNews) - Fue uno de los mayores encuentros musicales que se hayan organizado jamás desde que comenzó la pandemia del Covid-19: cuatro días de música electrónica en medio del desierto, y una fiesta rave final con cifras récord. El escenario del evento, que atrajo a cientos de miles de jóvenes de ambos sexos, fue la Arabia Saudí de Mohammed bin Salman, que parece dar un paso más en la senda reformista del reino wahabí. "Nunca habíamos visto algo así en Riad", dijo una joven saudí a AFP, detrás del anonimato. "Multitudes, música, salas reservadas para los VIP", añadió, "y una vestimenta poco convencional para el reino, por no decir otra cosa".
Organizado en los días previos a la Navidad, el MDLBeast Soundstorm festival congregó a 732.000 personas en el desierto al norte de la capital. Turki Al-Sheikh, responsable de la Autoridad de Entretenimiento saudita, lo define como “uno de los eventos musicales con mayor participación en el mundo”. Las personas que asistieron circularon muchísimos videos en las redes sociales que muestran a muchachos y muchachas bailando juntos, al compás de la música electrónica del popular DJ francés David Guetta. Todo ello, pese a que desde hace décadas, las personas de diferente sexo permanecen separadas en público y todavía se requiere la figura del guardián masculino de la familia.
Para los saudíes, los eventos de esta magnitud marcan un cambio histórico, que puede ser equiparado con el permiso para que las mujeres conduzcan. "Tenemos sed de música, de entretenimiento, de cine, de risas y de salir", confirma la joven. Y afirma: "Es como si estuviéramos redescubriendo nuestro país y eso nos hace muy felices". Más aún en esta fase crítica debido a la pandemia de Covid-19, que ha llevado a muchos gobiernos de todo el mundo a cancelar eventos, conciertos y espectáculos públicos, especialmente en este periodo tradicionalmente dedicado a las celebraciones de Fin de Año.
Ibrahim Fahad, tiene 21 años y estudia turismo. Habla de un sueño largamente acariciado: "Antes de la apertura de la música en Arabia Saudita", dice, "solía viajar al extranjero para ver a artistas como The Chainsmokers. Ahora puedo quedarme en casa, porque son ellos los que vienen". El príncipe Fahad Al Saud, miembro de la familia real, estuvo presente en el evento, y lució una chaqueta psicodélica. Dice que el país está "ansioso por formar parte de la comunidad internacional" y rechaza a quienes pretenden "ahogar" el camino del cambio porque es insuficiente o demasiado lento.
La fiesta en el desierto saudí se parecía en todo a otros eventos similares del mundo, hasta que la música se detuvo para la llamada a la oración islámica. Un cuarto de hora más tarde, -una vez cumplidas las obligaciones religiosas- hombres y mujeres se entregaron nuevamente al baile. Sin embargo, no faltaron las voces críticas, como la de Human Rights Watch (HRW), que en la víspera del evento instó a los artistas a "utilizar los micrófonos y el escenario para denunciar los abusos contra los derechos humanos". También hubo varios ataques de una parte del mundo islámico en el extranjero, que culpa a Riad por fomentar comportamientos contrarios a la moral musulmana en la tierra de La Meca y Medina.
Al liberar al país de su dependencia del petróleo (uno de los fundamentos del programa "Visión 2030"), Mohammed bin Salman quiso intervenir -aunque con mucho cuidado- en el sistema radical de la fe musulmana y la vida social de la nación. Las reformas introducidas en los últimos años, sobre todo a partir de 2019, han tocado el ámbito social y los derechos, permitiendo a las mujeres conducir y acceder a los estadios (de un modo controlado), impulsado la industria del entretenimiento, además del ámbito religioso. Sin embargo, las detenciones de altos funcionarios y empresarios, la represión de activistas y voces críticas y el caso Khashoggi empañan la visión de un cambio real.
17/12/2016 13:14