Revuelta en Tiflis tras las elecciones

de Vladimir Rozanskij

Los que consideran al gobierno prorruso responsable del fraude que anuló los resultados de los sondeos a pie de urna se lanzan a las calles del centro de Tiflis, en medio de una tensión creciente. El Presidente Zurabišvili y los líderes de la oposición (que apareció dividida en cuatro partidos diferentes) no reconocen los resultados, que dan al Sueño Georgiano el 53,92% de los votos en un país dividido. El Kremlin clama «desestabilización en nombre de los europeos».

Tiflis (AsiaNews) - Como era de esperar, el resultado de las elecciones en Georgia ha provocado una clara división en el país, entre los partidarios del gobierno prorruso del Sueño Georgiano, proclamado vencedor de la competición parlamentaria, y los partidarios de la integración europea, que ven en la presidenta franco-georgiana Salome Zurabišvili la referencia de la oposición. Tras las acusaciones de fraude electoral flagrante, quienes responsabilizan al gobierno del amaño se precipitaron a las calles del centro de Tiflis, en una tensión creciente que no está claro hasta dónde llegará la sociedad georgiana.

El Kremlin reaccionó inmediatamente por boca de Dmitry Peškov, declarando que no estaba implicado en ninguna injerencia en las elecciones georgianas, acusando de hecho a Zurabišvili de «intentar desestabilizar la situación actuando en nombre de los europeos», cuando las elecciones son «un asunto interno de Georgia». En su opinión, estas influencias «son visibles sin prejuicios, y desde luego no proceden de Rusia», mientras que los resultados electorales «expresan simplemente la voluntad del pueblo».

La presidenta georgiana declaró que no reconocía los resultados de las elecciones, lo que según Peškov «no parece ser de su competencia, y en cualquier caso es un asunto interno de Georgia». Dieciocho partidos participaron en las elecciones, en un intento de superar el umbral del 5%. El Sueño Georgiano, según el Comité Electoral, alcanzó el 53,92%, aún por debajo del anunciado 60% que habría determinado la «mayoría constitucional» necesaria para ilegalizar a todos los partidos de la oposición. La «Coalición por el Cambio» alcanzó el 11%, el «Movimiento Nacional» -el partido del ex presidente Mijail Saakašvili, actualmente encarcelado- el 10,16%, la «Georgia Fuerte» el 8,81% y el partido «Por Georgia» el 7,77%, quedando en conjunto por debajo del 40% de los votos emitidos.

El Presidente Zurabislavili y los líderes de la oposición han decidido no reconocer los resultados, calificándolos de «falsificación total» y llamando a la gente a las calles sin molestarse en presentar recursos legales, con el propio Saakašvili incitando a todo el mundo a protestar desde su celda en prisión. El conflicto político dura desde 2012, cuando el oligarca prorruso Bidzina Ivanišvili fundó Sueño Georgiano tras años de conflicto con Rusia por las disputadas regiones autonomistas de Abjasia y Osetia del Sur.

Salomé Zurabišvili había sido Ministra de Asuntos Exteriores de Georgia entre 2004 y 2005, tras una carrera en la diplomacia francesa, ya que había nacido en París en el seno de una familia georgiana y había sido funcionaria en las embajadas de Francia en Italia, Estados Unidos, Chad y la OTAN. Desde que fue elegida Presidenta de Georgia, ha criticado en repetidas ocasiones el Sueño Georgiano, hasta la reciente aprobación de leyes contra la «influencia extranjera» y la «propaganda LGBT».

El presidente del Parlamento de Tiflis, Šalva Papuašvili, acusa a la presidenta de «buscar la ruina del país», niega todas las acusaciones de fraude electoral y afirma que «cuando desde el palacio presidencial se difunde desinformación para llevar a la gente a la confusión y jugar con sus emociones, está claro que la señora Zurabišvili está implicada en algún plan para destruir el país».

Papuašvili también acusó a la empresa Edison Research, que elaboró los sondeos a pie de urna al término de las elecciones, de manipular los resultados para perjudicar la victoria del Sueño Georgiano, al que atribuyó inicialmente sólo un 40,9% frente al 51,9% de los opositores, que al final no reconocieron los resultados proclamados por el Comité Electoral, rechazando los mandatos parlamentarios que habían obtenido. Todo queda abierto, a la espera del resultado de las protestas populares y de las reacciones del gobierno.